De la EGB a la ESO en Aragón y con una sopa de letras de leyes

Hace cuatro décadas, los chavales de 13 y 14 años hacían 8º de EGB en los colegios. Hoy cursan 2º de secundaria en los institutos o los centros integrados. Las aulas tienen menos alumnos, son más tecnológicas y multiculturales, con estudiantes de un centenar de nacionalidades. Se sigue hablando de notas, currículos, innovación pedagógica e inclusión. El trajín normativo ha dejado ocho leyes mientras se anhela un pacto nacional que dé estabilidad

En el curso 1982-1983, Jesús Jiménez, que ha sido maestro, director de escuela, inspector y director general de Enseñanza del Gobierno aragonés y actualmente vicepresidente del Consejo Escolar del Estado, estaba al frente del colegio Zalfonada de Zaragoza. Eran clases de hasta 30 alumnos en la entonces EGB, que se prolongaba hasta los 13 y 14 años, que llegaban a los 40 en los viejos BUP y COU. Muy lejos de las actuales ratios, de las más bajas del país en primaria aunque todavía hay clases con 25 escolares en algún barrio de Zaragoza.

El Zalfonada, recuerda Jiménez, fue uno de los centros de la Comunidad en los que se experimentó la Logse (la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo), que se aprobó en 1990 y amplió la educación obligatoria hasta los 16 años. Implantó una estructura de primaria, educación secundaria (ESO) y bachillerato que ha permanecido hasta nuestros días. Con 12 años, los niños pasaron a estudiar 1º de la ESO, el antiguo 7º de esa EGB.

Pero antes de llegar a este avance social irrenunciable, vale la pena poner la lupa sobre esa década de los 80. Frente a las concentraciones escolares y las escuelas hogar en régimen de internado, como las de Sos, Daroca, Barbastro, Jaca, Boltaña, Benabarre, Teruel y Cantavieja, que proliferaron en los 70 del siglo pasado, surgen los Centros Rurales Agrupados, ya conocidos como CRA, con aulas con escolares de diferentes cursos de primaria repartidas por los municipios.

La Comunidad tomó las riendas de la educación en 1999, tras meses de incertidumbre, con el objetivo de poner en marcha un modelo propio

El primero, según recoge un reciente estudio del Consejo Escolar de Aragón, fue el de Teruel 1 en el curso 1988-1989 y que ha llegado hasta hoy. La Comunidad cuenta actualmente con 74 CRA (27 en Teruel, 26 en Zaragoza y 21 en Huesca), que disponen de clases en las que conviven niños de diferentes edades en más de 300 localidades. El número ha variado y seguirá cambiando en el futuro. Y se van adaptando a las necesidades que surgen. Lo que nunca perderán es su arraigo al territorio y su contacto con el medio natural y del entorno.

Y de las ventajas de ser pequeños, y también amenazas, saben mucho las escuelas rurales con menos de seis niños, que ascienden a 48 este curso. Una de las señas de identidad del sistema educativo aragonés y una forma más de luchar contra la despoblación.

En 2015, el Gobierno aragonés redujo la ratio para mantener abierta una de estas aulas de seis a tres niños, lo que ha permitido que sigan en marcha muchas abocadas al cierre.

Grupo de alumnos de un colegio zaragozano en 1982
Grupo de alumnos de un colegio zaragozano en 1982
Archivo Heraldo

Son unas auténticas supervivientes, un terreno abonado para la innovación pero que sufren la falta de estabilidad de las plantillas y los problemas de conexión a internet.

La convivencia entre la educación pública y la privada ha estado en el centro de los debates durante todo este tiempo. Hay que volver otra vez la mirada a la década de los 80 para encontrar las bases de los conciertos con la enseñanza privada. La LODE de 1985 (Ley Orgánica Reguladora del Derecho a la Educación, en vigor con cambios) sustituyó las subvenciones a colegios privados por las actuales fórmulas de financiación.

Pilar de la Vega, quien ocupó la dirección provincial de Educación de Zaragoza entre 1983 y 1991, destaca también que se colocaron las primeras piedras para hacer efectivo el derecho a la educación de todas las personas con independencia de sus condiciones personales. En 1987 inició su andadura, por ejemplo, el colegio especial Alborada. "Fueron también años en los que se empezó a trabajar en la integración de chavales con diversidad funcional en aulas ordinarias y se crearon los equipos de orientación escolar", apunta. "Se produjeron cambios espectaculares e importantes inversiones en infraestructuras. Ya se hablaba entonces de dignificar la Formación Profesional, de pasar del mono azul al mono blanco", resume De la Vega.

"Se produjeron cambios espectaculares e importantes inversiones en infraestructuras. Ya se hablaba de dignificar la FP, de pasar del mono azul al mono blanco"

Los primeros ordenadores que llegaron a las aulas no tenían ratón ni disco duro. Vinieron de manos del proyecto Atenea, una iniciativa que puso en marcha el Ministerio de Educación entre 1985 y 1990. Desde entonces, el reto sigue siendo que la escuela y las nuevas tecnologías vayan de la mano. El instituto El Picarral de Zaragoza es pionero en este campo desde el curso 2016-2017 con un proyecto sin libros, que sustituyen por tabletas, basado en el trabajo cooperativo y el aprendizaje por proyectos.

Queda camino por recorrer. El cierre de los centros durante el confinamiento por la covid puso en evidencia la todavía reducida capacidad del sistema educativo para impartir clases ‘online’. La brecha digital se hizo más evidente a pesar de los esfuerzos para que todos los niños tuvieran acceso a internet en sus hogares y una ‘tablet’. La pandemia hSon unas auténticas supervivientes, un terreno abonado para la innovación pero que sufren la falta de estabilidad de las plantillas y los problemas de conexión a internet.

Aula de un colegio aragonés en el curso 1989-1990
Aula de un colegio aragonés en el curso 1989-1990
Archivo Heraldo

El bilingüismo en inglés, que ha desbancado al francés, también ha avanzado desde aquel programa pionero de 1996 del Ministerio de Educación y el British Council. El modelo Brit está hoy en funcionamiento en más de la mitad de los colegios con opiniones, eso sí, para todos los gustos.

Planificar desde la proximidad

Desde 1999, Aragón tiene la responsabilidad de la gestión educativa. Unas competencias que recibió con retraso (el Estatuto se aprobó en 1982), y con una dotación económica (71.245 millones de las antiguas pesetas) que se criticó por escasa. Marcó un punto de inflexión porque la planificación y las decisiones se tomaban desde la proximidad de quien conoce dónde pisa y puede controlar el proceso.

"Uno de los problemas es que hemos convertido la educación en un elemento de confrontación política e impide tener una estabilidad imprescindible para la mejora", reconoce Dolores Serrat, consejera de Educación de la DGA entre 2011 y 2015. La legislación educativa ha sido un baile continuo de siglas, con ocho leyes en 40 años, hasta la reciente Lomloe o ley Celaá. Un vaivén que según muchos especialistas repercute en la calidad de la enseñanza. Sigue pendiente un pacto nacional, aunque sea de mínimos, que sí existe en Aragón.

"Uno de los problemas ese que hemos convertido la educación en un elemento de confrontación política e impide tener una estabilidad imprescindible para la mejora"

Las aulas son más diversas y multiculturales gracias a la inmigración. Con 30.000 alumnos en la Comunidad de un centenar de nacionalidades, la inclusión se convierte en uno de los grandes retos del futuro. La inversión se ha multiplicado, de 127.549.192 euros de 1998 a 1.140.505.447 contemplados en el presupuesto de este año. Ha habido tiempos de parón, como los posteriores a la crisis de 2008. Los cientos de millones nunca parecen suficientes. La educación suscita encendidos debates. En algo sí hay consenso, es un proceso vivo que necesita mejoras constantes.

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