Heraldo del Campo

50 aniversario

Un impulso frutícola que cumple medio siglo

La central frutícola de Cooperativa San Sebastián (Cosanse) conmemora su 50 aniversario, cinco décadas en las que ha impulsado el cultivo de fruta dulce en la comarca de Valdejalón, desde donde comercializa 20 millones de kilos.

Instalaciones de la central frutícola de Cosanse en La Almunia de Doña Godina (Zaragoza) fundada ahora hace 50 años.
Instalaciones de la central frutícola de Cosanse en La Almunia de Doña Godina (Zaragoza) fundada ahora hace 50 años.
José Miguel Marco

Es el corazón de la Cooperativa San Sebastián de La Almunia de Doña Godina (Zaragoza) y comenzó a latir hace ahora 50 años, cuando la plantación de frutales en la comarca del Valdejalón iniciaba su expansión en una apuesta de los agricultores de la zona por cultivos de mayor rentabilidad.

Cosanse, que en sus inicios allá por 1955 centró su actividad en el vino y el aceite, alojaba así en 1970 en sus instalaciones su central frutícola, que comenzó a dar sus primeros pasos de la mano de 250 agricultores de la localidad y de los municipios del entorno que aglutinaban entonces una producción de 4,5 millones de kilos de fruta de pepita, especialmente manzana.

Con la agricultura familiar como bandera y aglutinando en torno al modelo cooperativo a pequeñas y medianas explotaciones agrarias, la central hortofrutícola de Cosanse -y la cooperativa en general- ha ido caminando a lo largo de su medio siglo de historia por una senda de crecimiento que la ha situado en una posición de liderazgo dentro del cooperativismo aragonés, no solo por su organización productiva, también por su volumen de negocio. "Un ejemplo a seguir", como señaló el consejero de Agricultura del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, durante su participación en el 50 aniversario de esta central que se conmemoró hace una semana en las instalaciones de La Almunia.

Su puesta en marcha impulsó la introducción de la fruta de hueso en Valdejalón.

Porque la central hortofrutícola de Cosanse no solo fue un hito en aquellos años en los que la existencia de cámaras frigoríficas para conservar las fruta era todo una novedad. Ha impulsado la fruticultura en la zona, contribuyendo a la introducción de nuevas especies. Genera riqueza y empleo en la comarca y es uno de los principales acicates para mantener la población en los municipios de Valdejalón.

No todo ha sido un camino de rosas. En el viaje hasta soplar sus 50 velas ha tenido que sortear no pocas dificultades. Las primeras, las propias de su actividad, esto es, la variabilidad de las cosechas siempre al albur -como ha sucedido estos días con la borrasca Ciril- de los caprichos de un clima que no siempre se convierte en aliado. Otras tan lejanas como un conflicto geopolítico en el que el sector agrario poco tenía que ver y que terminó cerrando de un portazo las puertas del mercado ruso a las producciones frutícolas de España, un veto que comenzó en 2014 y que aún continúa. El último tramo, desde 2020 a la actualidad, tampoco ha sido fácil, marcado primero por la pandemia y ahora por unos disparados costes de producción.

Plano oferta de las instalaciones de la central hortofrutícola de Cosanse en La Almunia.
Plano oferta de las instalaciones de la central hortofrutícola de Cosanse en La Almunia.
Cosanse

Un escenario al que, Cosanse y su central frutícola, han hecho frente con una gran capacidad de adaptación y una apuesta constante por la inversión y la innovación, que ha convertido aquella cooperativa que facturaba en sus inicios alrededor de 200.000 euros en una empresa agroalimentaria cuyo volumen de negocio tiene un volumen de negocio alcanza los 15 millones de euros anuales con una producción de 20 millones de kilos de fruta y 250.000 litros de aceite de oliva.

Era 1955 cuando la Cooperativa San Sebastián se convertía en realidad en la localidad zaragozana de La Almunia de Doña Godina. Bodega y almazara eran entonces sus secciones, porque el viñedo y el olivar eran entonces los cultivos predominantes no solo en ese municipio sino en todos los del entorno. Pero en los años 60 la determinación de los agricultores por diversificar las producciones y conseguir mejor rentabilidad comenzó a poblar de frutales las tierras agrícola de la comarca.

Aglutina a unos 150 fruticultores que suman una superficie de unas 850 hectáreas.

Cosanse no tardaría en dar respuesta a esa inquietud y en 1968 decidió integrar a su cooperativa una sección de fruta. Tras ella llegaría la construcción de la central para la que incluso ya en 1966 el arquitecto José Miró Sabater había realizado un plano oferta. El Ministerio de Agricultura también fue decisivo. "En aquella época, la administración estaba fomentando la construcción de cámaras frigoríficas para una mejor conservación de la fruta, que antaño, como en el caso de La Almunia se guardaba en los patios o los almacenes de las casas de los agricultores", explica Alberto Navarro, actual gerente de la cooperativa.

La central frutícola de Cosanse nacía ya con un claro carácter innovador, porque, como recuerda Navarro, ahora se considera habitual que cualquier central tenga sus cámaras de frío, es más, nadie se plantea lo contrario, pero en los años 70 era, sin duda, una infraestructura pionera. "Estas instalaciones también ayudaron a que se fueran introduciendo nueva especies frutales en la zona", detalla el gerente. Prueba de ello es que si en los comienzos de la central la fruta por excelencia en la comarca de Valdejalón era la de pepita -esencialmente manzana-, hoy en día, la cooperativa se dedica también a la producción y comercialización de fruta de hueso (cereza, albaricoque, ciruela, nectarina, paraguayo y melocotón), manipulada en diferentes líneas de envasado mecánico que se ajustan a las demandas de los clientes (bandejas, cajas, cestas, y bolsas entre otros tipos).

Al crecimiento en producción y a la diversidad de especies unía con los años la cooperativa de La Almunia una decidida apuesta inversora para disponer de las instalaciones más punteras. Destaca la realizada en 1995. Desembolsó entonces tres millones de euros (500 millones de las entonces pesetas) para dotar sus líneas de manipulado y sus infraestructuras de almacenaje con las más puntera tecnología, que no solo le convirtieron en las más modernas de España sino que le permitió atender con prontitud y máxima calidad a sus clientes. La inversión se extendió también a la remodelación de las cámaras frigoríficas -controladas informáticamente-, tanto para mejorar sus sistemas de conservación como para reducir consumos energéticos, y también a la tienda de productos abierta a socios y al público en general.

En 1995, la cooperativa realizó una importante inversión para ampliar sus instalaciones.
En 1995, la cooperativa realizó una importante inversión para ampliar sus instalaciones.
Cosanse

Navarro detalla que la central hortofrutícola fue creciendo "poco a poco" pasando de aquellos 4,5 millones de kilos que manipulaban y comercializaban a finales de los 70 a los más de 20 millones actuales, con los que factura unos 12 millones de euros (que sumados al volumen de negocio de la almazara alcanzan los 15 millones de euros). Lo hizo "adaptándose a las circunstancias de cada momento, con profesionalización, mecanización y automatización de determinados procesos, tanto en campo como en la central", explica su gerente.

Es cierto que el número de socios se ha reducido. Actualmente Cosanse cuenta con 150 productores de fruta que aglutinan poco más de 850 hectáreas. "Son menos que en los inicios, pero también sus explotaciones son de mayor dimensión", señala el gerente de Cosanse. Hay también otra explicación. Destaca Navarro que en los primeros años de la andadura de la central frutícola "era muy habitual que al gente tuviera su profesión y la agricultura fuera una segunda actividad". Pero, "el sector ha cambiado mucho y desde entonces se ha profesionalizado por lo que hay menos agricultores pero con mejores y mayores explotaciones", matiza.

Adaptación

En ese camino también ha habido dificultades. Años de malas cosechas, ejercicios de precios ruinosos, incluso crisis alimentarias han ido jalonando la trayectoria emprendida por Cosanse en 1970. Uno de los peores mazazos que ha sufrido el sector frutícola llegó en 2014 cuando en respuesta a las sanciones impuestas por Occidente a Rusia ante la decisión de Putin de anexionarse Crimea, en Ucrania, el Kremlin decidió cerrar las puertas de su mercado a la fruta española. Cosanse también se resintió. "Aunque Rusia no era un mercado objetivo para nosotros, nos afectó porque toda aquella producción tuvo que buscar salida en mercados en los teníamos presencia y todo eso impacto de manera en los precios", detalla Navarra, que reconoce que "fueron años difíciles" y la sombra del veto todavía es alargada.

Cosanse emplea a unos 140 trabajadores en el pico de la campaña de la fruta.

Tampoco están siendo fáciles estos últimos tres años, marcados por la pandemia, por el encarecimiento de los costes, por el disparado precio de la energía, por el reciente paro del transporte y por la crisis derivada de la invasión de Rusia a Ucrania. Hay que sumar además en este tiempo una decisión empresarial que también dejó huella en Cosanse. En octubre de 2020, Zufrisa, empresa dedicada a la producción de zumos, cremogenados y concentrados de frutas -de la que la cooperativa era accionista-, decidía poner fin a su actividad industrial.

"Teníamos una pequeña participación por lo que a efectos de inversión el impacto ha sido muy limitado", asegura Navarro. Pero explica que las explotaciones de sus socios están muy próximas a dicha firma por lo que buena parte de la producción iba directamente a sus instalaciones sin tener que pasar por la cooperativa. Esta circunstancia facilitaba a Cosanse la gestión de la fruta, especialmente en verano que es una época con gran volumen de producción. "Por operativa este cierre nos afecta, porque esas cosechas tendrán que entrar a la cooperativa o puede suceder incluso que su recolección no sea rentable para el socio", añade. Y es que, como detalla, dado que los precios de la industria suelen ser muy bajos es muy probable que los agricultores no tengan interés en recolectar gran parte de esa fruta, más si además tienen cargar con los costes del transporte.

Vista de las líneas de manipulado y envasado en las que se producen 20 millones de kilos de fruta.
Vista de las líneas de manipulado y envasado en las que se producen 20 millones de kilos de fruta.
J. P.

"Últimamente hay muchos elementos que están jugando en nuestra contra", afirma Navarro, que lamenta que este sector lleva tiempo sufriendo incrementos de precios de materiales y energía "que está a unos niveles tremendos" que impactan directamente en la factura de esta cooperativa por sus altos consumos eléctricos para la conservación de la fruta. "También lo están sufriendo nuestros socios en el campo, con abonos que se pagan al doble que el pasado año y unos mayores costes salariales que tienen especial repercusión en una actividad como esta que es intensiva en mano de obra", añade.

En Cosanse se espera, y sobre todo se desea, que el difícil escenario actual sea coyuntural y que la situación se vaya normalizando más pronto que tarde. Si no fuera así, insiste Navarro, la cooperativa se irá adaptando a las circunstancia "como lo ha hecho hasta ahora", buscando las salidas más adecuadas para continuar siendo rentable. "Para ello contamos con una base sólida de socios que confían en el cooperativismo como la mejor vía para que sus explotaciones sigan siendo rentables. Además tenemos la ventaja de que buena parte de ellos tienen generacional, lo que nos permite pensar a medio y largo plazo", dice.

Reciprocidad

Por eso, la cooperativa, con su central frutícola como bandera, mira hacia el imprevisible futuro con la decisión de dar respuesta a las exigencias del mercado, entre ellos, seguir avanzando en sostenibilidad ambiental. Un mercado al que le pide reciprocidad. "Cuando el consumidor compra una manzana, un melocotón o una cereza tiene que entender y valorar que detrás de ese alimento hay personas, familias, pequeñas y medianas explotaciones que viven de esta actividad, que asientan población en el medio rural, por lo que adquirir ese producto es mucho más que comprar una fruta".

La mujeres componen la mayor parte de la plantilla de Cosanse.
La mujeres componen la mayor parte de la plantilla de Cosanse.
J. M. M.

Eso sí, su reto más próximo es afrontar la próxima campaña, que comenzará en mayo marcada este año por los daños que haya dejado las fuertes heladas que tuvieron que soportar los cultivos aragoneses durante el pasado fin de semana en Aragón.

Y lo hará convertida en esa gran cooperativa que ha llegado a ser en estos 50 años, en los que Cosanse cuenta con una central frutícola, que ocupa unos 12.000 metros cuadrados de una parcela de unos 18.000 metros cuadrados, que cuenta con 41 cámaras de conservación con una capacidad total aproximada de 10 millones de kilos de fruta. Una central que llega a emplear en el momento álgido de producción a unos 140 trabajadores, y cuya producción -40% de pepita y 60% de hueso- se comercializa en el mercado nacional como en el exterior.

A esta sección suma además su almazara, que cuenta con 600 socios y unas instalaciones con moderna maquinaria en las que produce y comercializa aceite de oliva virgen extra.

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