Yolanda y José Bueno, dos hermanos naturales de Munébrega, en la comarca Comunidad de Calatayud, decidieron en la etapa más cruda de la pandemia, en pleno 2020, idear un proyecto ligado al campo: Ovoserendipia. Se trata de una granja que, hasta el momento, cuenta con 3.000 gallinas cuya producción, una media de 2.700 huevos, se vende bajo la marca comercial ‘Olé tus huevos camperos’, una franquicia en la que participan también otros centros. En su caso, las medidas para evitar la gripe aviar han impedido que las aves disfruten de unas tres hectáreas al aire libre, pero sí gozan de un pequeño corral protegido con malla antigranizo y de música, como la ‘Jota sinfónica’ interpretada por Nacho del Río y la Orquesta Goya.

"Queríamos hacer algo diferente, con cariño. Que no fuera una factoría y que tuviera un valor añadido, como hacemos con las cerezas Joselín", explica José, de 41 años, que valora los primeros tres meses de actividad. El proyecto, que les ha llevado una inversión cercana a los 400.000 euros y en él trabajan, además de José y su hermana, Víctor y Tudorel, todavía está por crecer. "Queremos llegar a las 6.000 cabezas y, si lo logramos, tendrán otras tres hectáreas para estar a sus anchas", apunta señalando a la finca donde tienen plantados manzanos y cerezos.

Granja de gallinas camperas en Munébrega

Es un terreno a las afueras del pueblo. "Pueden salir a picotear por la hierba, revolcarse… Están más sanas, no tienen presión y se les nota. Tienen nueve metros cuadrados para cada una, mientras que en otro tipo de granjas están en una caja de zapatos, viven más estresadas y tienen más mortalidad", argumenta Bueno. En este sentido, también reconoce que "exige más cuidado y asumir que, cuando se asustan por un ruido o por el perro que ladra, alguna vez pongan menos huevos". Para compensar su trabajo o esos momentos de más tensión, Bueno les adapta la música. "Hoy que hay visita están más alteradas y por eso les pongo algo más relajante".

La jornada de las gallinas empieza a las seis de la mañana. "Les pasa el maíz, que es de lo que más comen y sin colorantes, porque no necesitamos que la yema sea más naranja. Luego las luces se encienden poco a poco como un amanecer", detalla. Víctor, que hace labores de granjero, se ha encargado de que aprendan a poner el huevo en el lugar indicado: "Se ponen en fila (a su ritmo), lo colocan y pasa una cinta por debajo que los trae a esta parte. A las 12.00 ya han terminado, les abrimos para que salgan y, normalmente, les ponemos la música de Nacho todos los días", puntualiza.

Macipe

Acabada la faena de las aves, empieza la suya. "Los huevos se limpian, clasifican y los envasamos. Lo que ha salido un día, al siguiente está en Calatayud y Zaragoza. Totalmente fresco", defiende. En su caso, explica que han empezado por pequeñas tiendas. "Son establecimientos que valoran el producto y que saben que la docena no vale un euro", indica.

Sin embargo, el proceso ha sido difícil. "El camino lo hemos encontrado a base de hostias. Es una pesadilla burocráticamente. Tienes que buscarte la vida y un buen ingeniero". A eso se ha añadido la gripe aviar y la crisis de suministros y materias primas que han provocado que "los costes como el cartón y el pienso han subido un 20%, más los energéticos…". A pesar de los obstáculos, Bueno reconoce que "la respuesta de las ventas está siendo muy buena, así como el aprecio".