Familia de acogida de una joven ucraniana: "No pensamos en el futuro, todavía lo estamos asimilando"

Valentyna Nikitenko, de 18 años, ya reside en Huesca con su familia de acogida. Logró salir de su pueblo, a 80 kilómetros de Kiev, y cruzar la frontera con Polonia ella sola. Sus hermanos y su abuela continúan en Ucrania.

Valentyna Nikitenko, ucraniana de 18 años, ya vive con su familia de acogida en Huesca.
Valentyna Nikitenko, este jueves en Huesca.
D. R.

Ha pasado de escuchar bombas cerca de su casa a hacer la vida que le corresponde a su edad, 18 años. Es Natalia Nikitenko, una joven ucraniana que desde hace 6 días reside en Huesca con la familia que durante diez años la ha acogido en vacaciones de verano. Pero llegar a la capital oscense no fue fácil para Valentyna, como tampoco los está siendo para los millones de ucranianos que dejan atrás su vida desde que Rusia invadiera su país.

Sin duda, el lado positivo es que "está a salvo" como dice su padre de acogida Daniel Ramírez. El negativo, que sus hermanos -uno de ellos en el ejército ucraniano- y su abuela se han quedado en Uzyn, su pueblo, que dista 80 kilómetros de Kiev. "Mantiene el contacto diario con ellos. Los rusos aún no han entrado a la localidad, pero los bombardeos se escuchan cada vez mas cerca", cuenta Ramírez.

"Ella está enterada de todo lo que ocurre pero por lo que le cuentan sus amigos que siguen en su país. En casa no vemos las noticias, lo evitamos para que no sufra", apunta Daniel Ramírez, quien recuerda, con "mucha felicidad" el momento en el que vio bajar de un autobús a Valentyna. 

"Pasaban los días y no veíamos el momento de que saliera de allí. Al final lo consiguió gracias a los contactos de su abuela", explica Ramírez. Un militar, con su coche particular, la llevó hasta Villaserkua, en la región de Kiev. De allí cogió otro transporte hasta la frontera con Polonia, donde junto a otros 46 refugiados se montó en un bus fletado por el grupo Sesé con destino Zaragoza.

"Su cara de tranquilidad y felicidad cuando la vimos bajar continúa en su rostro cada día. Esa es la sensación que tenemos todos en casa. Nuestra hija pequeña disfruta porque su tata ya está en casa y ella hace una vida completamente normal. Conoce Huesca perfectamente, se defiende con el idioma y conoce a mucha gente aquí", comenta el padre de acogida de Valentyna.

Un futuro incierto

"Mi mujer y yo trabajamos y nuestra hija pequeña va al cole, así que ella ha sido quien se ha encargado de ir a las administraciones correspondientes para formalizar todo el papeleo que requiere que ahora viva aquí". "También queda con sus amigos ucranianos en Huesca y sale a tomar café con sus abuelas... lo que le corresponde a su edad. Aunque es cierto que todavía estamos asimilando esta situación tan surrealista", añade Ramírez.

Valentyna Nikitenko, a la derecha, con su "hermana" paseando este jueves por las calles de Huesca.
Valentyna Nikitenko, a la derecha, con su "hermana" paseando este jueves por las calles de la capital oscense.
D. R.

"Además se conecta, cuando es posible, a las clases 'online' que todavía logran seguir desde el centro ucraniano en el que estudia un grado de FP", apunta Daniel, quien no se atreve a hacer planes de futuro, aunque reconoce que la semana que viene valorarán la posibilidad de conseguir una plaza en algún instituto.

"Todavía no hemos hablado con ella de qué va a pasar cuando esto acabe, si volverá a su pueblo, se quedará en Huesca o qué decisión tomará. Suponemos que todo dependerá de cómo quede Ucrania. Es pronto para pensar en eso. Vamos despacio, queremos disfrutar de este momento de tranquilidad con ella, que es quien más se lo merece", concluye Daniel Ramírez.

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