Matemáticas, el vértice de las investigaciones en centros de supercomputación

Acudir a esta rama de la ciencia sirve para comprobar teorías y determinar posibles soluciones a los problemas.

Alfonso Tarancón, director del Centro de Supercomputación de Aragón.
Alfonso Tarancón, director del Centro de Supercomputación de Aragón.
Javier Cebollada

Entre números, algoritmos, vectores y ecuaciones, los centros de supercomputación y sus matemáticas se han convertido en el vértice de los estudios de investigadores de todo el mundo, que acuden a ellos para comprobar sus teorías y determinar posibles soluciones a los problemas, también en el Día Internacional de las Matemáticas que se celebra este lunes.

El investigador, experto en física teórica y uno de los directores del centro de supercomputación de Aragón (CESAR) Alfonso Tarancón, asegura, en declaraciones a Efe, que esta Comunidad cuenta con uno de los mejores espacios a nivel nacional y europeo al englobar un conjunto de laboratorios, infraestructuras y servicios avanzados que trabajan para los investigadores y la ciudadanía.

En este momento, hay centros de supercomputación que calculan cuál es la mejor vía para la optimización del tráfico en la recogida de contenedores de una ciudad. También, con la llegada de la covid-19, se calculó cuál era la exposición al contagio y la rapidez de su expansión. Otros, en cambio, formaron parte de la comprobación de una de las teorías del físico Giorgio Parisi, con la que descubría la interacción entre el desorden y las fluctuaciones en los sistemas físicos desde la escala atómica hasta la planetaria y que le permitió alcanzar el Premio Nobel.

Los centros de supercomputación, como el que se encuentra en el Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI) de la Universidad de Zaragoza, están avanzados en los ámbitos de la computación, la ciencia ciudadana, la visualización y otras tecnologías avanzadas, y sirven como instrumento de cálculo científico y como elemento promotor de la ciencia e innovación en la comunidad.

Alfonso Tarancón considera que en “todas las líneas de investigación de la física, la ingeniería, la matemática o la medicina son necesarios los ordenadores, su potencia de cálculo y servicio”. “Esto es así porque la ciencia va avanzando y nosotros con ella. Lo que antes se podía hacer con papel y lápiz, ahora es imposible porque requiere mucha presión y hay más datos”, añade.

Estos espacios ofrecen un servicio eficiente a sus propios investigadores que quieren llevar a cabo un proyecto con unos recursos determinados, una vez que es valorado por un comité científico. Para ello, es necesario tener en cuenta que las unidades de cálculo se miden en miles y que un centro de supercomputación tiene, de forma habitual, 10.000 horas de cálculo que corresponden a 240.000 horas en un día.

Aun así, en este día de puesta en valor de las matemáticas, Tarancón hace hincapié en la importancia de contar con infraestructuras y con estos centros de supercomputación, que se encuentran a todas las escalas, más allá de la potencia de cálculo del investigador porque “a veces es inviable resolver una cuestión de manera manual” debido a su complejidad y a la falta de acceso.

En este sentido, el investigador y físico teórico comparte varios hitos relevantes del centro, ya que fueron pioneros en crear un instituto de investigación en la Universidad de Zaragoza, en dar “el salto de la informática casera a la más profesional”, en obtener fondos importantes de proyectos europeos y nacionales como los FEDER y, además, en incorporarse a la Red Española de Computación.

Sin embargo, todo lo que une a todos los centros de supercomputación, a los investigadores responsables, a los ingenieros informáticos y a aquellas personas que hacen uso de ellos son las matemáticas. “Todos los algoritmos subyacentes están basados completamente en las matemáticas”, admite Tarancón, porque “una vez que se transmite algo en un ordenador, pasa a ser una ecuación, número, matriz, vector o gráfico”.

Aun así, en palabras de este investigador, cada día “hay menos cultura del esfuerzo y la complejidad se desprecia más”, una idea que repercute de manera directa en el trabajo mental que requieren las matemáticas, que “no se tienen en cuenta por lo general, salvo en ámbitos más especializados y universitarios”.

“Las matemáticas son muy importantes. No varían. Son las mismas en todos los universos paralelos. Si nos cambiamos de planeta, la biología o la física cambian, pero las matemáticas no. Tienen un valor universal, por lo que estudiarlas debería ser algo más básico y valorado de lo que es”, apunta.

En este sentido, las matemáticas son consideradas el eje central de otras disciplinas ya que, tal y como confirma Tarancón, “es posible que alguien que intente resolver un problema de optimización del tráfico acabe resolviendo también otro problema”, algo que “genera una demanda profesional importante y que haya aumentado el número de estudiantes que ven de esto una salida laboral”.

Los centros de supercomputación se nutren de las matemáticas y las matemáticas, por lo tanto, se reflejan en el trabajo e investigaciones de todas aquellas personas que acuden a estos espacios, que también promueven la competitividad de las empresas con recursos computacionales y conocimiento destinado a proyectos de infraestructuras HPC (High Performance Computing), Cloud y Big Data.

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