Abrazos, lágrimas y muchos recuerdos en un emotivo reencuentro con sus ‘hijas’ ucranianas

En torno a las diez de la noche llegó a Zaragoza el autobús fletado por el grupo Sesé con 47 refugiados, entre ellos mujeres que de niñas vinieron de acogida a Aragón.

Feli Murillo y Julio Murillo esperaban este sábado por la noche en Zaragoza la llegada del autobús en el que viajaba Olena Sklarenco, su ‘hija’ ucraniana de acogida entre 1998 y 2007. Minutos antes de las 22.00 pudieron reencontrarse con esta joven que hoy tiene 33 años. Viajó con tres de sus cinco hijos: Dimas, de 13 años, Verónica, de 9, y Misa, de 8. Todos ellos se alojarán ahora en el hogar del matrimonio, en Perdiguera. La llegada de estas madres jóvenes que pasaron veranos y Navidades con familias aragonesas gracias a la Asociación Asistencia a la Infancia provocó lágrimas de felicidad, abrazos, una intensa emoción y despertó el recuerdo de las experiencias que compartieron durante años. Muchas, además, llegaron acompañadas de sus hijos pequeños.

El Grupo Sesé, a través de su fundación, fletó el autobús en el que viajaron 47 refugiados ucranianos, y no 67, como estaba previsto inicialmente, recordó Pablo Ferrán, responsable de Programas y Comunicación de la empresa. 20 niños y jóvenes de acogida de la asociación siguen esperando poder cruzar la frontera. Además de los 34 desplazados vinculados a la organización de acogimiento vacacional, también llegaron a la Comunidad familiares del conductor ucraniano así como ocho de Anastasia Osadcha, una trabajadora ucraniana del Grupo Sesé desde 2019, que también fue niña de acogida en Aragón desde que tenía 11 años. Con una gran emoción contenida, relató que esperaba a su hermana, a su sobrina y a una sobrina-nieta, así como a dos amigas y a los hijos de estas. Ocho personas en total que se alojarán en una vivienda en Híjar (Teruel) que un particular puso a disposición del Ayuntamiento, que se encargará de los gastos de mantenimiento. La casa ya estaba preparada ayer con todo lo necesario, además de juguetes para los niños, para recibir a este grupo.

La familia de José Ángel Rived aguardaba también impaciente a las gemelas Nadia y Nastia, de 22 años, que llegaron en 2008 en acogida desde Ucrania hasta Gallur. «Estamos muy emocionadas de estar aquí, y también muy cansadas», reconocieron. No en vano, se montaron en el autobús en Varsovia el viernes a las 10.30 y llegaron a la capital aragonesa 36 horas después. Un nudo en la garganta les impedía hablar de la guerra y de sus seres queridos, que siguen en una localidad cercana a Kiev. Junto a ellas se encontraba también Gala, otra joven que llegó de acogida a Aragón con 8 años. Ahora tiene 24 y un niño pequeño, Alexander, de tan solo un año.

En esta iniciativa solidaria para trasladar a los refugiados ucranianos han colaborado también, además de la Asociación Asistencia a la Infancia y la Fundación Sesé, el Ayuntamiento de Zaragoza y el Gobierno de Aragón, a través de la Consejería de Ciudadanía. David Corellano, voluntario de la asociación, cogió un avión el miércoles por la tarde y ha viajado en el autobús de regreso desde Polonia. Muchas de las mujeres refugiadas pertenecían, dijo, al programa de acogida y tienen un fuerte vínculo con Aragón, porque vinieron durante muchos años: «Vuelven a recuperar esas raíces en un momento además muy complicado. Cuando han tenido que salir de su país, el primer lugar en el que han encontrado acogida es Aragón».

Angustiosa espera para recibir a 20 niños y jóvenes de acogida

Por otro lado, las familias aragonesas que esperan a los 20 niños y jóvenes ucranianos de acogida de la Asociación Asistencia a la Infancia viven con angustia e incertidumbre cada día que pasa sin que los menores puedan cruzar la frontera de Polonia para iniciar el viaje hasta Aragón. María José García, vicepresidenta de la entidad, reconoció ayer que, a pesar de los numerosos trámites que han hecho hasta el momento y del envío de la documentación solicitada por las autoridades del país, no han conseguido el visto bueno. «Seguimos intentándolo por todos los medios», aseguró, «pero la solución no llega. Es la forma de alargar la situación».

El grupo está compuesto por 18 menores de entre 5 y 17 años y dos jóvenes de 18 y 25, alojados en un centro educativo de Leópolis, cerca de la frontera, donde están atendidos por trabajadores sociales y psicólogos. García apuntó: «Queremos que los niños estén tranquilos y no sufran». Sin embargo, la espera, que se prolonga desde el miércoles, «es angustiosa y terrible».

Ayer mismo remitieron un escrito al departamento de Menores de la Administración de Kiev. «Por humanidad pedimos que se acelere su salida, no entendemos cómo no les dejan. En diciembre nos dieron el visto bueno para que estuvieran aquí un mes y ahora, en esta situación, no les permiten cruzar la frontera», añadió. Pero las familias aragonesas que están pendientes de su llegada no pierden la esperanza. «Están poniendo muchísimas dificultades a los pequeños que salen solos, pero nosotros tenemos todo en orden y los papeles en regla. Nos conocen, porque vienen todos los años en verano y Navidades», aseguró García, que recordó que volvieron a su país el 22 de enero.

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