Un proyecto de 700 millones de inversión creará en Teruel una central hidroeléctrica

La construcción, en Palomar de Arroyos, durará 5 años y requerirá de una media de 1.000 operarios de forma sostenida.

El alcalde, Ramiro Beltrán, junto a la laguna que se ha formado en el interior del desmonte minero abandonado
El alcalde, Ramiro Beltrán, junto a la laguna que se ha formado en el interior del desmonte minero abandonado
Javier Escriche

Palomar de Arroyos reconvertirá la antigua mina de carbón abandonada 'Ernesto Ferrer' en una central hidroeléctrica reversible que generará 20 empleos directos en funcionamiento, pero que requerirá de una media de 1.000 trabajadores durante los cinco años de construcción previstos. La planta, de 652 megavatios de potencia, comportará una inversión de 700 millones de euros, según informó la empresa promotora, Atalaya, que proyecta otra planta, aunque de menor tamaño, en una mina abandonada de Estercuel.

El proyecto de Palomar ha superado el trámite de consultas previas ante el Ministerio para la Transición Ecológica -debido a su potencia, superior a 50 megavatios, la tramitación corresponde al Gobierno central-. El Ayuntamiento respalda la iniciativa que será, según explicó el alcalde, Ramiro Beltrán, el primer proyecto alternativo tras el cierre de las explotaciones de lignito del municipio en los primeros años noventa del siglo XX.

Las centrales hidroeléctricas reversibles cuentan con dos depósitos de agua a distinta altura para crear un salto que permita generar electricidad en turbinas. Cuando la demanda del mercado no requiere la producción, la electricidad se destina a bombear agua del depósito inferior al superior, donde queda en reserva para cuando existe necesidad de energía y puede turbinarse.

El proyecto de Atalaya aprovechará como depósito de base la laguna surgida por la acumulación de agua procedente de las antiguas galerías de la mina, mientras que prevé construir un pantano de cabecera de cinco hectómetros cúbicos en el alto de La Cantera.

Pedro Machín, socio de Atalaya, explicó que, si no hay imprevistos, la planta empezará a construirse en 2024 para estar operativa en 2029 y evacuar la producción eléctrica a través del nudo de Mezquita de Jarque. Durante los cinco años de construcción las necesidades medias de mano beneficiarán "al pueblo, a la comarca y a la provincia", según advirtió el alcalde.

Atalaya ha cerrado un acuerdo de financiación con un fondo de inversiones para afrontar el coste de la planta de Palomar. Machín no quiso precisar el nombre de este inversor, pero anunció que "se conocerá en breve".

El siguiente paso administrativo será la emisión por el Gobierno central de la "declaración de alcance", un documento que especificará los requisitos que debe cumplir la solicitud de declaración de impacto ambiental. La empresa ha manifestado su disposición a celebrar en los próximos meses una asamblea informativa en la localidad para dar a conocer el proyecto a la población.

Los promotores deberán conseguir los terrenos necesarios para montar la central, que son propiedad de particulares y también del Ayuntamiento. Baraja la compra, el alquiler o la permuta.

Machín defendió el proyecto como la fórmula más eficaz de almacenar energía para los momentos de más demanda. Señaló que el proyecto permitirá también acometer la restauración ambiental de la antigua explotación, que quedó abandonada y que genera problemas ambientales y de seguridad por el peligro de caídas en la gran depresión de la antigua mina a cielo abierto, ahora inundada.

Explicó la predilección de Atalaya por las antiguas explotaciones mineras debido a la disponibilidad de un depósito que sirve de balsa inferior, por el menor impacto ambientan de la central y por la posibilidad de recargar el agua que se evapora con los manantiales de las antiguas minas. El empresario matizó que el consumo hídrico es mínimo -se limita a compensar la evaporación-, porque los caudales circulan por un circuito cerrado.

Uno de los aspectos mejor valorados por el Ayuntamiento del proyecto de Atalaya es la restauración el desmonte que quedó abandonado con el cierre de Minas Palomar en 1992. Ramiro Beltrán explicó que, desde que la explotación cesó, la adecuación ambiental y de seguridad de la cavidad ha sido una constante reivindicación municipal. Señaló que ante la falta de vallado perimetral existe riesgo de caída en la excavación, profunda y de paredes casi verticales y que podría tener una segunda oportunidad como infraestructura hidroeléctrica.

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