GUERRA EN UCRANIA

Una científica aragonesa: "Me pesa mucho romper mi relación con Rusia, pero moralmente me siento bien"

Pilar Catalán, catedrática de Botánica de la Universidad de Zaragoza, firmó este miércoles la rescisión de su contrato de investigación con la Universidad de Tomsk tras 8 años de fructífero trabajo por ambas partes.

Pilar Catalán en una de sus estancia en la Universidad Estatal de Tomsk, en Siberia.
Pilar Catalán en una de sus estancias en Rusia junto a una casa histórica de Tomsk de principios del siglo XX,, construida con maderas de coníferas de la taiga y que muestra la arquitectura típica de las ciudades de Siberia.
P. C.

La ofensiva para frenar la escalada bélica de Vladimir Putin en Ucrania se juega en el campo militar, político, económico, diplomático... y también científico. La semana pasada, la Confederación de Sociedades Científicas de España, la Conferencia de Rectores de las Universidades españolas (CRUE) y la Federación de Asociaciones Científico Médicas reclamaban que se congele la cooperación científica española con instituciones estatales de Rusia.

Las tres organizaciones reconocen que muchos proyectos científicos se pueden ver afectados por esta recomendación y mostraban su solidaridad con los científicos rusos que han expresado su consternación ante la invasión de Moscú. Asimismo, proponían al Gobierno español que trate de afianzar y proteger la relación con la comunidad científica ucraniana, así como la promoción de proyectos de investigación bilaterales.

Por su parte, la Comisión Europea ha suspendido la cooperación con Moscú en el ámbito de la investigación y la innovación, así como en distintos programas trasfronterizos, en respuesta a la guerra. Bruselas ha dejado en el aire la cooperación con entidades rusas en investigación, ciencia e innovación y no celebrará nuevos contratos ni nuevos acuerdos con organizaciones rusas en el marco del programa Horizonte Europa. Además, ha cancelado los pagos a entidades de ese país en virtud de contratos existentes.

También Pilar Catalán, catedrática de Botánica en la Escuela Politécnica Superior de Huesca de la Universidad de Zaragoza, ha puesto fin a su contrato de investigación con la Universidad Estatal de Tomsk, en Siberia, con la que llevaba colaborando desde 2014. Este miércoles recibía un mensaje del gerente de dicha institución académica con un documento adjunto, en el que figuraba la renuncia "voluntaria" al mismo para que lo firmase (cosa que ya ha hecho). No obstante, la intención inicial de esta universidad era renovarlo, tal y como han venido haciéndolo ambas partes a lo largo de estos últimos ocho años.

Y es que la misiva recibida responde a la carta, que a título personal, mandó Catalán al rector de Tomsk solicitándole unirse al manifiesto de científicos rusos (cerca de 7.000) en contra de la guerra y comunicándole que la CRUE y otras sociedades científicas españolas pedían que se congelaran las actividades de investigación con Rusia hasta nuevo aviso (reclamación a la que ella se suma). "El gerente me dijo que no podía poner en riesgo a sus colegas y que teníamos que separar política de ciencia. No sé por cual de las dos razones me han pedido la renuncia. Quizá simplemente se trata una cuestión legal; tal vez al decirles que tenemos que congelar el contrato para ellos esto implica no poder renovar y, por tanto, tener que recindir el contrato. Si no les hubiera dicho nada hubiésemos renovado de nuevo", explica.

Para esta catedrática de Unizar, se trata de una decisión "muy drástica" y difícil de tomar. "Me duele profundamente rescindir el contrato porque la relación ha sido muy buena. No sé si va a tener éxito o no congelar la cooperación con instituciones rusas, pero por lo menos es una medida para frenar el ataque criminal de Putin. Me pesa muchísimo romper mi relación científica con ellos, pero moralmente me siento bien. Es lo que tenía que hacer; haber seguido colaborando en las circunstancias actuales va en contra de mis principios. La mayor parte de nosotros estamos satisfechos de las relaciones y mis colegas rusos no tienen la culpa de esto", destaca.

A lo largo de estos años, Pilar Catalán -que fue seleccionada por la Universidad de Tomsk en 2014, junto a otros 16 expertos extranjeros, dentro de una convocatoria de captación de investigadores para contribuir al desarrollo científico ruso en todas las áreas del conocimiento- ha codirigido tesis doctorales, ha firmado publicaciones con doble filiación, ha formado a estudiantes rusos (tres estuvieron en el laboratorio de biología molecular de plantas de la Escuela Politécnica Superior de Huesca) y pasó estancias (de varias semanas) en Tomsk en tres ocasiones (2014, 2015 y 2016). "Teníamos trabajos pendientes. Por mi parte ha sido una relación excelente tanto a nivel científico como personal. La colaboración ha sido fructífera", destaca. 

"Se va a perder todo el esfuerzo y las relaciones que nos han costado tanto establecer por unas circunstancias en la que no tenemos la culpa ninguno de nosotros en el plano científico"

De ahí que, al mismo tiempo, califique de "desastre" para ambas partes las consecuencias que se deriven de cortar las relaciones científicas desde la UE con Rusia motivada por la invasión rusa de Ucrania. "Se va a perder todo el esfuerzo y las relaciones que nos han costado tanto establecer por unas circunstancias en la que no tenemos la culpa ninguno de nosotros en el plano científico. En mi caso todo el trabajo de ocho años se detiene a partir de ahora y no sé si se podrá volver a reiniciar otra vez. Hay otros equipos investigadores españoles y rusos que van sufrir grandes pérdidas, hablamos de décadas de colaboración y de inversiones millonarias", dice esta catedrática aragonesa, que confía en no perder la relación de amistad con sus colegas rusos. "Los últimos mensajes intercambiados eran para desearnos lo mejor", añade.

Proyecto europeo de memorias neuromórficas

Por otro lado, la Universidad de Zaragoza participa en el proyecto europeo Melon -un H2020 Marie Curie sobre memorias neuromórficas en el que colaboran  España (Unizar), Francia, Holanda, Argentina, Ucrania y Rusia (no como beneficiario sino como 'partner organization')-. Y también hay socios ucranianos en el proyecto Innova4TB ,en el que también interviene el campus aragonés.

Myriam Aguirre, profesora titular de Física en Unizar, es la responsable española del proyecto Melon (debe estar terminado en 2025). Tal y como explica, el paquete de trabajo que corresponde a Kiev y Moscú está en estos momento congelado por el conflicto bélico mientras que el resto de colaboradores (países) siguen trabajando en sus respectivas parcelas. "Los investigadores de Ucrania y Rusia iban a proveer materiales, en especial perovskita (un óxido complejo). Trabajaban muy estrechamente hasta antes de la invasión; la última reunión de coordinación fue el 21 de febrero. Ahora se suspenden las actividades del partner ruso y el plan de contingencia lo que hace es reemplazar los resultados que deberían provenir de la parte rusa y ucraniana por otros que hagan los socios europeos", indica.

"Los científicos rusos no tienen culpa de lo que pueda estar pasando por la cabeza de Putin. Para ellos, va a ser un golpe muy duro; es vital la colaboración con Occidente"

Aguirre hace hincapié en que los que van a salir perdiendo son los científicos rusos. "Es una lástima, ellos no tienen culpa de lo que pueda estar pasando por la cabeza de Putin o de la gente del Kremlin. Para ellos, va a ser un golpe muy duro, es vital la colaboración con Occidente. La ciencia siempre se nutre del conocimiento de un lado y del otro. Nosotros tenemos una organización muy importante y colaboraciones con Estados Unidos y otros países; la parte rusa va a estar suplida. Todas las restricciones las van a sufrir los investigadores rusos", concluye

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