Aragón

Las ventas de alfalfa alcanzan cifras récord a pesar del encarecimiento del transporte

La invasión rusa en Ucrania, la falta de lluvias y el incremento de los costes de la energía inquieta a los productores.

Recolección de alfalfa, una producción que ha ido conquistando los mercados más exigentes.
Durante 2021, salieron de España con destino a los mercados exteriores un total de 1.195.651 toneladas de forrajes deshidratados en formato bala.
AEFA

No comenzaba bien la campaña de alfalfa el pasado año. El caos propiciado por la pandemia en el transporte marítimo, con escasez total de contenedores y, en consecuencia, el elevado precio de los fletes (coste de transportar la mercancía en un barco) hacían presagiar un complicado año para las exportaciones de los forrajes deshidratados, de los que España, con Aragón a la cabeza, es el principal productor europeo y el segundo del mundo.

Sin embargo, aquellos malos augurios no se han cumplido y las cifras de ventas al exterior durante el pasado ejercicio (año natural) hablan incluso de récord. "La exportación ha ido fenomenal, a pesar de los problemas con el transporte y los fletes, porque la demanda internacional ha sido muy fuerte", señala Luis Machín, director de la Asociación Española de Fabricantes de Alfalfa Deshidratada (AEFA), cuya sede se encuentra en Zaragoza, ya que en la Comunidad aragonesa produce el 60% del total nacional.

Y es que durante los doce meses de 2021 salieron de España con destino a los mercados exteriores un total de 1.195.651 toneladas de forrajes deshidratados en formato bala. Aunque Emiratos Árabes continúa siendo el principal cliente -hacia allí viajaron un total de 567.920 toneladas-, el mercado chino ha mostrado este año un comportamiento "excelente", explica Machín. Prueba de ello es que un total de 263.008 toneladas fueron exportadas al gigante asiático, a pesar de las complicaciones logísticas que ha supuesto en estos dos últimos años la crisis sanitaria provocada por la covid.

Los mercados árabes también han tenido una "excelente respuesta". Las ventas a Arabia Saudí sumaron el pasado año las 149.409 toneladas; Jordania (46.789 tn) y Catar (34.743 toneladas), mientras los asiáticos como Japón y Corea del Sur comienza tomar posiciones entre los principales clientes de la alfalfa española. Sus compras en 2021 alcanzaron las 27.283 toneladas y las 32.188 toneladas, respectivamente. Y todo ello sin perder la presencia en aquellos países "tradicionales" para las exportaciones de forraje deshidratado como Francia, Portugal o Marruecos.

"En líneas generales lo que está sucediendo es que hay más interés por la alfalfa española en los mercados internacionales", indica Machín. A ello ha contribuido principalmente la "buena labor" realizada por las empresas productoras que trabajan en estos mercados. Pero ha sido también determinante el trabajo de la asociación que, pese a las dificultades para viajar en tiempos de pandemia, ha estado presente -tanto en formato 'on line' como a través de empresas colaboradoras- en ferias y mercados interesantes para la promoción de los forrajes españoles.

Un futuro incierto

Con los buenos datos de exportaciones bajo el brazo, el sector de los forrajes deshidratados encara la próxima campaña -comenzará a partir del 1 de abril- con incertidumbre. Preocupa "y mucho" la sequía, reconoce Machín, que como responsable de esta organización de ámbito nacional advierte que si las lluvias no llegan a los secanos de Castilla y León, "las producciones serán un desastre". Tampoco son mejores las previsiones para el regadío si las precipitaciones de agua y nieve no revierten la alarmante situación que presentan los embalses. De todas formas, señala el director de AEFA, "aún queda tiempo para que lleguen las lluvias".

El sector no solo mira al cielo. Tampoco pierde de vista la invasión de Ucrania, porque aunque es un mercado con el que no tiene relaciones comerciales, el impacto del conflicto en los cereales también podría repercutir a los forrajes. "Somos vasos comunicantes", afirma, al tiempo que advierte que el conflicto bélico podría disparar aún más los costes energéticos, con lo que "las deshidratadoras van a tener un año complicadísimo", matiza.

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