Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Aquí hay ciencia

Unos misteriosos équidos, los primeros animales híbridos criados por humanos

Su presencia en tablillas y en el arte mesopotámico era un misterio. Finalmente la ciencia ha resuelto el origen de los kungas y ha revelado que se trata de la primera vez que los humanos cruzaron dos especies distintas para crear animales híbridos.

Estandarte de Ur, panel de la Guerra, donde se representan carros de cuatro ruedas tirados por asnos que podrían ser kungas (obra de arte sumeria del 2600 a. C., actualmente en el Museo Británico)
Estandarte de Ur, panel de la Guerra, donde se representan carros de cuatro ruedas tirados por asnos que podrían ser kungas (obra de arte sumeria del 2600 a. C., actualmente en el Museo Británico)
Zunkir / Wikimedia Commons

Hasta ahora los arqueólogos no habían podido desvelar el origen de los kungas, unos misteriosos équidos muy apreciados por las élites en la antigua Mesopotamia. En tablillas de arcilla de hace 4.500 años quedó documentada su cría pero no su procedencia exacta. Los investigadores sospechaban que podía tratarse de híbridos, resultado del cruce de dos especies distintas de équidos, como ocurre con las mulas. Así parecería indicarlo el símbolo o logograma cuneiforme con el que se representaban (ANŠE.BARxAN).

De gran valor –hasta seis veces el precio de un asno– las referencias a estos animales se encuentran en múltiples textos cuneiformes de la región de Diala en Mesopotamia y del reino de Ebla en el norte de Siria. En ellos se describe que los kungas machos, de gran tamaño y velocidad, tiraban de los carros de la nobleza y los dioses, formaban parte de la dote en matrimonios reales y se utilizaban en el campo de batalla. Machos y hembras de menor tamaño se empleaban también en la agricultura para tirar de arados. Incluso sus restos se han encontrado en cementerios donde se enterraba a los miembros de los estamentos más altos de la sociedad mesopotámica.

En uno de estos, en Tell Umm el-Marra, al norte de la actual Siria, los arqueólogos excavaron en 2006 los esqueletos de 44 misteriosos équidos. ¿Qué hacían inhumados cerca de los enterramientos humanos? ¿Podría tratarse de los valiosos kungas documentados en las tablillas y el arte mesopotámico? Así lo sospecharon los investigadores, ya que los primeros análisis morfológicos apuntaban que los animales probablemente eran híbridos.

Varios équidos fueron encontrados en Tell Umm el-Marra (al norte de Siria), enterrados en un complejo funerario de hace 4.500 años.
Varios équidos fueron encontrados en Tell Umm el-Marra (al norte de Siria), enterrados en un complejo funerario de hace 4.500 años.
Glenn Schwartz / John Hopkins University

Después de más de una década de investigación, en enero de este año se publicó en la revista ‘Science Advances’ un estudio llevado a cabo por el equipo de Eva-Maria Geigl y Thierry Grange en el Instituto Jacques Monod, de la Universidad de París, que demuestra que los kungas eran efectivamente animales híbridos –los primeros criados intencionadamente por los humanos– resultado del cruce entre dos especies distintas de équidos. Por una parte hembras de asno doméstico (Equus africanus asinus) y, por otra, machos de asno salvaje sirio o hemipo (Equus hemionus hemippus).

Para llegar a esta conclusión, los investigadores secuenciaron el genoma de uno de los équidos de Tell Umm el-Marra y compararon su ADN con el de caballos y asnos domésticos, varias especies de asnos salvajes e incluso équidos ya extintos. Entre estos, un hemipo de hace 11.000 años procedente de Göbekli Tepe en Turquía y dos de los últimos ejemplares de esta especie de asno salvaje. Hasta ahora, el híbrido más antiguo que se conocía era una mula de hace 3.000 años identificada por los mismos investigadores en 2020 en un yacimiento en Turquía.

Los criadores de kungas tenían un propósito: probablemente recuperar características de los animales salvajes, como la fuerza y la velocidad, o bien obtener animales de mayor tamaño, cruzando asnos domésticos, más mansos, con asnos salvajes.

Como otros híbridos, los kungas eran estériles: cada nuevo kunga era un callejón sin salida. Así pues, para obtener más animales sus criadores tenían que aparear una y otra vez una burra con un hemipo.

Durante cinco siglos, entre mediados y finales del tercer milenio antes de Cristo (a. C.), los kungas tuvieron un alto estatus como valiosos animales para ceremonias, batallas, y tratos diplomáticos. Los restos arqueológicos indican que la antigua ciudad de Nagar (actual Tell Brak, en Siria) podría haber sido el principal lugar de cría de kungas en el norte de Mesopotamia. Sus gobernantes obsequiaban crías de kunga a las élites de territorios aliados y desde allí se exportaban a otras ciudades mesopotámicas.

Aunque la existencia de estos animales quedó registrada en el barro cuneiforme, su rastro se desvanece a finales del tercer milenio antes de Cristo, cuando su cría cayó en desgracia coincidiendo con la introducción en la región de los caballos domesticados.

Durante miles de años, el misterioso origen de los kungas quedó preservado en su ADN y, finalmente, gracias a la paleogenómica, los científicos lo han podido revelar. No obstante, aunque conocemos la receta exacta para la cría de estos híbridos, ya no será posible recrearlos porque uno de sus componentes, el hemipo, se extinguió hace un siglo. Dos de sus últimos ejemplares, analizados en este estudio, murieron en un zoo de Viena a finales de los años veinte.

Barreras, cambio climático y especiación

En biología un híbrido es un animal o planta fruto del cruce entre dos organismos de poblaciones, subespecies, especies o géneros distintos. El término deriva del latín ‘hybrida’ que se aplicaba para describir el cruce entre una cerda y un jabalí. Otros híbridos conocidos a lo largo de la historia son los que se obtienen cruzando caballos y asnos, ovejas y cabras, o perros y lobos.

Fuertes barreras reproductivas aíslan a las especies entre ellas e impiden que estas hibriden. Algunas de las barreras actúan antes de que tenga lugar la fecundación y otras después. Entre las primeras podemos encontrar diferencias morfológicas, períodos de fertilidad que no coinciden en el tiempo o diferentes conductas y señales de apareamiento. Mientras que en el momento de la fecundación puede existir incompatibilidad entre el esperma y el óvulo o, más tarde, un rechazo fisiológico del embrión en sus primeras etapas de desarrollo. Todos estos factores impiden la mezcla entre especies distintas, especialmente si están alejadas en términos evolutivos.

Aunque existan barreras a la hibridación, hay casos en los que los individuos resultantes sobreviven y llegan a desarrollarse como animales adultos. No obstante, muchos híbridos son estériles debido a la distancia genética que existe entre sus progenitores. En particular, las diferencias en el número y la estructura de los cromosomas impiden su correcto apareamiento y separación durante las divisiones necesarias para la formación de las células sexuales (espermatozoides y óvulos), que no llegan a ser viables. Este es el caso de las mulas, que tienen 63 cromosomas y son fruto del cruce entre una yegua y un asno, con 64 y 62 cromosomas respectivamente. Únicamente, en casos muy raros, mulas hembras han podido criar apareándose con asnos.

El ADN presente en todas las células de un ser vivo contiene las instrucciones que especificarán qué aspecto tendrá, su fisiología y su comportamiento. En los animales de reproducción asexual, el ADN de los padres se pone en común en la descendencia, que presenta, en mayor o menor medida, una mezcla de rasgos de sus progenitores. Por ello, algunos híbridos tienen características intermedias, en otros predominan las de un progenitor, y los hay que combinan los rasgos de ambos. En algunas situaciones, los híbridos pueden ser más débiles que los padres, pero habitualmente ocurre todo lo contrario y la hibridación potencia una función o mejora una característica del organismo, resultando por ejemplo animales de mayor tamaño.

El cambio climático ha favorecido que especies que se encontraban aisladas geográficamente solapen sus áreas de distribución, aumentando la posibilidad de que hibriden entre ellas. Igualmente, la introducción de animales exóticos ha propiciado fenómenos de hibridación y puede suponer una amenaza para la biodiversidad.

Aún así, la hibridación que a lo largo de la evolución ha ocurrido –y ocurre– de forma natural en las áreas de solapamiento de especies estrechamente emparentadas, o de poblaciones de una misma especie, se ha propuesto también como motor para la aparición de nuevas especies.

Híbridos muy humanos

En el camino evolutivo que conduce a nuestra especie también se produjeron fenómenos de hibridación. Neandertales y denisovanos, humanos arcaicos que durante centenares de miles de años habían evolucionado de forma separada, se cruzaron entre ellos y con el Homo sapiens dejando un rastro en nuestro genoma.

Se estima que los humanos actuales, exceptuando las poblaciones del África subsahariana, contienen entre un 1 y un 4% de ADN neandertal, mientras que poblaciones del sudeste asiático y de Oceanía presentan entre un 4 y un 6% de ADN de origen denisovano. También en África, los genomas de algunas poblaciones del oeste del continente muestran evidencias de que sus ancestros hibridaron con otros grupos humanos arcaicos, hasta ahora desconocidos. Es lo que los investigadores denominan poblaciones ‘fantasma’, porque su huella se ha detectado en el genoma pero no en el registro fósil.

Las evidencias genéticas y morfológicas indican que los cruces entre linajes humanos divergentes habrían ocurrido numerosas veces tanto en África como fuera de ella, creando nuevas combinaciones de rasgos que, en algunos casos, contribuyeron a una mejor adaptación al medio y quizás a la aparición de nuestra especie. El mestizaje también pudo haber facilitado la emergencia de innovaciones culturales mediante el intercambio de ideas.

Fragmento de hueso, procedente de una chica híbrida de madre neandertal y padre denisovano.
Fragmento de hueso, procedente de una chica híbrida de madre neandertal y padre denisovano.
Buckley, M. et al.

Entre los hallazgos más sorprendentes de la última década se encuentra Denny. Su genoma, secuenciado a partir de un pequeño fragmento de hueso de casi cien mil años de antigüedad, procedente de la cueva de Denísova en Siberia, contenía a partes iguales ADN neandertal y denisovano. Se trataba de un híbrido humano de primera generación: una hembra adolescente, de madre neandertal y padre denisovano. Este insólito hecho puso de manifiesto que los cruces entre humanos arcaicos de distintos grupos podrían haber sido más bien la norma y no la excepción.

Híbridos para todos los gustos

Existen distintos tipos de híbridos en función de la distancia evolutiva entre los organismos que se aparean. Por ejemplo, el perro (Canis lupus familiaris) y el lobo europeo (Canis lupus lupus) se consideran dos subespecies muy cercanas genéticamente que, durante milenios, han compartido sus áreas de distribución. Pueden mezclarse y dar como resultado híbridos fértiles, denominados lobos híbridos. Otro ejemplo de cruce híbrido entre un animal salvaje y uno domesticado, dentro de la misma especie, es el que tiene lugar entre jabalíes machos (Sus scrofa scrofa) y cerdos hembras (Sus scrofa domesticus).

También existe el ‘cerdolí’, híbrido entre jabalí y cerdo vietnaminta, una raza introducida en nuestro país como animal de compañía.

Ligre –híbrido de león y tigresa– en el zoo de Nowosibirsk, en una imagen de archivo.
Ligre –híbrido de león y tigresa– en el zoo de Nowosibirsk, en una imagen de archivo.
Miguel Tremblay

Otros híbridos se producen entre especies distintas dentro de un mismo género como las mulas (yegua y asno), los burdéganos (caballo y burra), como los ligres o los tigones, resultado de cruces artificiales en cautiverio entre un león macho (Panthera leo) y una hembra de tigre (Panthera tigris) o entre un tigre macho y una leona, respectivamente. También los hay entre géneros distintos (como los híbridos de ovejas y cabras) o incluso se han documentado híbridos entre grupos taxonómicos más distantes, como los cruces entre pollos y gallinas de Guinea o faisanes (híbridos intrafamiliares) o entre el erizo de mar Strongylocentrotus purpuratus (hembra) y el dólar de arena Dendraster excentricus (macho), de órdenes distintos.

-Ir al suplemento Tercer Milenio

Apúntate y recibe cada semana en tu correo la newsletter de ciencia

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión