La máscara de Ateca reconquista el cerro de San Blas tras un año sin salir

Decenas de vecinos de todas las edades recuperaron también el corro alrededor de la figura con la emoción a flor de piel.

Celebración de la máscara de Ateca
Celebración de la máscara de Ateca
JMACIPE

Después de un año sin salir a las calles por culpa de la pandemia de coronavirus, la máscara de Ateca ha vuelto a conquistar este jueves, 3 de febrero, el cerro de San Blas. Es parte de la tradición festiva en honor al patrón homónimo de la localidad y reconocida como de Interés Turístico de Aragón. Tras la habitual misa mayor en la iglesia de Santa María, la procesión posterior ha llegado hasta la ermita, a los pies de la elevación colina. Allí, una vez recitados los versos al santo, Jesús Lozano, que encarna al personaje desde 2020, ha iniciado el ascenso, enfrentándose a la temida lluvia de manzanas.

Jesús Lozano ha vuelto a representar al personaje que ya encarnó por primera vez en 2020

"Mientras subía me he acordado mucho de mi tío José Manuel, que falleció este año y es quien me ha inculcado este papel, y se me ha hecho duro", reconocía con la voz temblorosa el propio Lozano, desprendiéndose del escudo que le protege en la remontada de apenas tres minutos de reloj. Al mismo tiempo también valoraba el camino como "emocionante, rápido y divertido" y apuntaba que "espero que la gente lo haya disfrutado, porque cuando te cruzas con vecinos por la calle los ves contentos y con ganas de que pase ya todo esto, y eso me carga las pilas".

Una vez conquistado el alto, la máscara, entre gestos de felicidad, hacía un llamamiento para formar el tradicional corro a su alrededor. Así, decenas de participantes se daban las manos a su alrededor para cantar 'El puente de Alcolea', momento que tampoco pudieron vivir en 2021. A su finalización, los presentes se afanaron en quitarle alguno de los pocos cascabeles que colgaban del traje, llevándose golpes de espada a modo de advertencia o leves toques en la cabeza como bendición.

Más de una hora antes del ascenso, los primeros lanzadores de manzanas cogían sitio privilegiado al lado de la media docena de montones con manzanas para ir ensayando los disparos, como Sergio Decón, de 8 años, y Alejandro Florén, de 11. A ambos les gustaría poder representar a la máscara cuando sean mayores: "Es algo muy especial para el pueblo", decía el primero. "No se puede perder, sería muy triste", asumía el segundo.

Entre quienes también tenían la emoción a flor de piel estaba Cecilia Labrador, que reconocía con lágrimas en los ojos que "es un día especial, porque da un poco de alegría". "Me emociono por recuerdos de mi hermano, que fue máscara durante 10 años y no puede estar por trabajo y le tenía mucho arraigo".

"Resido en Zaragoza y para fechas así intento coger fiesta y venir. La gente tenía ganas de recuperar estos festejos", apuntaba José Francisco Cebolla. Para Daniel Piñol y su hijo Martín es importante este regreso porque "la gente está contenta y es una alegría ver a la máscara, que es un personaje que sube el ánimo".

Este ha sido el cierre de unas fiestas en honor a San Blas, que arrancaron en la noche del miércoles con el encendido de la hoguera, pero sin que la máscara pisase las calles. "El año pasado solo acudió a misa y este año lo hacemos de una forma muy comedida, pero al menos la gente la ve salir", reconocía Ramón Cristóbal Júdez, alcalde de la localidad. En las horas previas, Lozano explicaba que "he hecho las visitas al colegio y a la escuela infantil" y que en su caso prepara la subida días antes "limpiando la senda e intento hacerme marcas para saber las distancias".

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