Ha salido por activa y por pasiva en rodajes cinematográficos y anuncios de televisión (quizá es de las pastas Giovanni Rana sea el más conocido), pero Graus mantiene su sorpresa y su atractivo turístico intacto. Esta semana la localidad oscense ha vuelto a ponerse de actualidad por el documental de Netflix dedicado a la figura de Georgina Rodríguez, que pasea por Graus, disfruta de sus paisajes y hasta compra embutido, cómo no, en Aventín. ¿Cuáles son los principales reclamos de la localidad que tanto reluce en la pequeña pantalla?

Sin lugar a dudas, la primera parada obligadísima es la plaza Mayor. Sus colores, sus arcos de medio punto y sus ojivales hacen de este lugar una de las más bellas plazas porticadas de todo Aragón. Los porches sirvieron, en su día, de ubicación para los comerciantes de la zona. Como es habitual, destaca la Casa consistorial del XVI, ejemplo del renacimiento aragonés. En el casco antiguo, declarado Conjunto Histórico en 1975, aún se distinguen tramos de muralla y se conservan tres de sus puertas, Chinchín, Linés y Barón. 

Lo más destacable del urbanismo de Graus son las casonas de la plaza que se levantan sobre bellos soportales, "en un armónico conjunto en el que confluyen muy diversos estilos arquitectónicos", se lee en las guías de viaje. En ella se encuentran el Ayuntamiento, con arquería mudéjar al más puro estilo renacentista; las casas Heredia y del Barón, cuyas fachadas están decoradas con alegóricas pinturas; y otras mansiones de gran interés como Casa Bardaxí. Por todo esto, la plaza ha servido de localización para muchos rodajes en los que se busca un ambiente renacentista italiano...

Pero Graus cuenta con muchos más atractivos monumentales como la iglesia parroquial de San Miguel, de origen románico, aunque fue objeto de continuas transformaciones hasta el siglo XVIII. Alberga una importante talla de Cristo, así como una serie de valiosas tablas góticas, actualmente depositadas en el Museo Diocesano de Barbastro. 

Una silueta que no pasa inadvertida durante la visita a la localidad oscense es el santuario de la Virgen de la Peña, una robusta iglesia de una nave con bóvedas de crucería estrellada, en cuyas dependencias se encuentra un curioso museo de iconos. Al estar, precisamente, enclavada en una peña, desde sus arcos se tiene una magnífica vista de Graus y de los valles del Ésera y el Isábena.

El turista puede ir recorriendo el municipio a pie y descubriendo otros pequeños tesoros como el monumento a Joaquín Costa o el llamado Puente de Abajo, que es medieval, si bien muchos viajeros acuden directos a las tiendas donde despachan longaniza fresca, que es el producto estelar grausino. Georgina visita Aventín, una de las casas por excelencia de este manjar, que también se encuentra en Casa Puchercós y sus Embutidos Villa de Graus, o Melsa, con sus 150 años de historia. Dicen los expertos que no hay que olvidar a la chireta, menos conocida fuera de la zona, pero esta moltura de tripas de cordero con arroz y magro, que nació como comida de aprovechamiento, es una delicia cortada en rodajas y frita.