La hostelería fía su futuro a los exteriores para mitigar 22 meses de restricciones en Aragón

Los empresarios siguen adaptándose a la nueva realidad #y creen que parte de las medidas anticovid "perdurarán". El ocio nocturno empieza el año con el 85% de sus locales cerrados y unas limitaciones que ahogan a los más pequeños.

La hostelería actual no se entiende sin las terrazas
La hostelería actual no se entiende sin las terrazas
Francisco Jiménez

La pandemia ha cambiado, quizá para siempre, a la hostelería y el ocio nocturno. Los dos sectores más castigados por las restricciones en Aragón arrastran dos años de idas y venidas que han transformado y condicionado su forma de trabajar. La explosión de casos de la séptima ola ha hecho que, incluso en pleno invierno, la mayoría de los clientes sigan prefiriendo las terrazas a los interiores, algo "impensable" antes del estallido de la pandemia.

Esto ha ‘condenado’ a quienes carecían de espacio en el exterior y se ha convertido en uno de los factores decisivos de cara a abrir un nuevo negocio. Los hosteleros consultados creen que parte de estas nuevas costumbres "perdurarán en el tiempo", y confían en que otras, como la prohibición del consumo en barra, tengan los días contados una vez se supere esta séptima ola.

Otro cambio radical ha sido la prohibición de fumar en terrazas. Aunque sigue habiendo clientes reticentes, la mayoría se han acostumbrado, y no parece que las autoridades sanitarias vayan a dar marcha atrás, dado que hacerlo esparce la covid "hasta ocho metros", según ha advertido recientemente la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).

"Esa es una de las principales incógnitas. ¿Cómo van a afectar todos estos cambios al medio y el largo plazo? Cuando superemos la pandemia, ¿se mantendrán estos hábitos o volveremos a la situación previa?", se preguntó el gerente de la Asociación de Cafés y Bares de Zaragoza y Provincia, Luis Femia.

La crisis sanitaria ha cambiado tanto el consumo del día a día como la contratación de banquetes de bodas, bautizos y comuniones. Los usuarios se muestran ahora mucho más prudentes, apostando por formatos más reducidos y, preferiblemente, al aire libre. Esto ha hecho que, en el caso de bares y restaurantes, hayan aflorado nuevas fórmulas como la instalación de terrazas en plataformas, una opción que no existía antes del estallido de la crisis.

"Han sido dos años muy duros. Las restricciones han generado una imagen peyorativa hacia el sector que ha derivado en un descenso importante de la facturación ligado al miedo", dijo Femia.

A nivel de plantillas, cuentan los hosteleros, estos dos años han sido "un auténtico lío". Los cambios de fase han hecho que los trabajadores hayan tenido que estar "constantemente entrando y saliendo de los ERTE". El problema, señalan, es que las condiciones han cambiado, haciendo que la incertidumbre sea mucho mayor de cara al futuro.

La covid también ha obligado a reforzar los protocolos higiénico sanitarios, con desinfecciones continuas. Los hay que, incluso, han apostado por instalar medidores de la calidad del aire para dar garantías extra a sus clientes.

"La mayor parte de los empresarios está deprimidos, hartos y asqueados. Piensan que estas van a ser las últimas restricciones, pero siempre termina habiendo más"

El ocio nocturno ha trabajado "en torno a cuatro meses" de los últimos 22, según estimaciones de la Asociación Provincial de Empresarios de Salas de Fiesta, Baile y Discotecas de Zaragoza. Su presidente, Alberto Campuzano, calcula que "alrededor del 85%" de los locales están cerrados por las restricciones, que les obligan a bajar la persiana a las 2.00 y prohíben el consumo en barra.

La covid-19 ha hecho que en zonas como el Casco haya cambiado incluso el perfil del cliente. "Ahora es más joven. Los más mayores, probablemente, tienen más miedo. Entre octubre y noviembre volvimos a recuperar parte del público perdido, pero esta séptima ola ha sido un freno. Nos ha hundido en la miseria", lamentó Juan José Hervías, socio de La Cucaracha, el Manolo La Nuit y el Licenciado Vidriera.

La obligación de que todo el mundo esté sentado es "un sinvivir", ya que, según Hervías, "obliga a estar controlando todo el tiempo a la gente". "Estamos deseando como locos volver al horario habitual y que los clientes puedan entrar libremente", dijo.

Cree, no obstante, que volver a la normalidad de antes "será difícil y llevará tiempo", dado que muchas personas han adaptado ya sus costumbres a este "cambio de vida". Y esto podría tener consecuencias. "Si hoy en día no tienes un local grande que te permita tener unas buenas cifras de aforo estás muerto. Los pequeños están condenados a desaparecer o a pasarlo muy mal", razonó.

Estos meses han estado marcados, asimismo, por las ayudas de las administraciones. Para Hervías, "no han llegado a tiempo", ya que hasta que han sido aprobadas muchos negocios han tenido que cerrar "o arruinarse" para seguir en pie. "Han sido erráticas, no solo en Aragón, sino a nivel nacional", expuso.

El ánimo con el que se afronta el futuro también es distinto. "La mayor parte de los empresarios está deprimidos, hartos y asqueados. Piensan que estas van a ser las últimas restricciones, pero siempre termina habiendo más", señaló. Las de esta séptima ola parecen teniendo, además, otros efectos. "Mucha gente se está yendo a otras comunidades como Madrid, donde no hay limitaciones y las discotecas trabajan a pleno rendimiento, o montándose la fiesta en casa", incidió Campuzano.

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