covid año III

Isabel Gracia, enfermera: "Antes del covid salía de trabajar con una sonrisa. Ahora salgo con ganas de llorar"

Como sus compañeros, esta zaragozana que trabaja en un centro de salud acusa el cansancio acumulado durante la pandemia y se prepara para el tercer año de crisis sanitaria en plena ola récord de contagios.

Isabel Gracia, enfermera de Zaragoza.
Isabel Gracia, enfermera de Zaragoza.
Toni García

Cuando la zaragozana Isabel Gracia, de 25 años, terminó Enfermería en la Universidad San Jorge en 2019 no podía imaginar que el inicio de su etapa laboral iba a transcurrir en medio de una crisis sanitaria mundial que la llevaría a ella y sus compañeros al límite. Reconoce que en estos dos años de pandemia de covid-19, en los que ha pasado por varios centros de salud de la capital zaragozana, ha aprendido a trabajar en situaciones extremas y ha tenido que crecer más rápido tanto en lo personal como en lo profesional. Sin embargo, la última oleada de contagios con la que termina el año está volviendo a poner al límite a los profesionales.

"Estos días están siendo horribles, no había recordado días peores desde que comenzó la pandemia", cuenta tras acabar el turno. La Atención Primaria se encuentra ahora desbordada por el repunte de contagios, en cifras que no se habían conocido en dos años. Desde el Colegio de Enfermería, al que pertenece Isabel, se ha alertado de que los centros de salud se encuentran "al límite".

Sobrecarga de trabajo

En los centros de salud, este 2021 ha sido el año de la vacunación contra la covid, que ya ha llegado a los niños y las terceras dosis de adultos, y que se ha solapado con la campaña de gripe. La "explosión" de contagios ha multiplicado las pruebas PCR y test de antígenos. "Hacemos más pruebas diarias de lo que habíamos hecho hasta ahora y de ellas salen muchos positivos, con sus respectivos contactos a los que hay que llamar", relata sobre cómo se va multiplicando el trabajo, sumado al de otras patologías.

"Las rastreadoras van al ritmo que pueden y los pacientes se desesperan", reconoce, sobre la tensión que se vive dentro y fuera de los consultorios. Entiende la impaciencia de quien espera un resultado, pero denuncia que "no podemos esperar que con la misma plantilla, con este numero casos y las mismas pautas podamos dar la misma calidad asistencial". Recalca también la impotencia de los profesionales que como ella no saben "cómo ayudar más a la gente".

Esta semana, mientras releía una publicación que había hecho en sus redes sociales de sus primeros días de trabajo, confiesa que casi no se reconocía. "Vi lo contenta que estaba de trabajar y me entraba la nostalgia. Entonces, salía de trabajar con una sonrisa, con la sensación de haber ayudado a la gente, pero ahora salgo con ganas de llorar, con una presión en el pecho de no haber podido acabar el trabajo y no haber podido ayudar del todo", cuenta.

Vocacional

Un agotamiento físico y mental que reconoce le hace tener horas bajas y que en esta última oleada está haciendo incluso que flaqueen las fuerzas de algunos compañeros que se plantean dejar la profesión, cansados también de encadenar contratos temporales. La vocación que le ha guiado a elegir esta profesión le hace sobreponerse, como les ocurre a muchos otros. "Me sigue gustando mi trabajo, pero la sensación con la que acabo es totalmente diferente", señala.

"Aún recuerdo la sensación de miedo al entrar en casa. Tenía una caja para dejar los zapatos y la ropa y comía en mi habitación"

Y eso que ha superado la sensación de "terror" ante la posibilidad de contagiarse y contagiar a su familia, ya que su padre está dentro del colectivo de riesgo, que vivió durante la llegada del virus en 2020. "Aún recuerdo la sensación de miedo al entrar en casa. Tenía una caja para dejar los zapatos y la ropa y comía en mi habitación", cuenta sobre aquellos primeros meses con escasez de equipos de protección. Entonces vivía con su familia, pero "al igual que otras compañeras nos hemos independizado a raíz de la pandemia", cuenta.

Las perspectivas para el año que viene no pueden ser muy optimistas con los miles de contagios que se siguen registrando cada día. "Vamos viviendo el momento con resignación y si seguimos yendo con energía al trabajo es con la esperanza de que pronto esto mejore, pero en las últimas semanas lo estoy viendo tanto en mí misma como en compañeros, que están desesperados porque no se llega, no damos abasto", asegura, pidiendo cambios que les ayuden a sobrellevarlo.

En medio de todo se considera "afortunada" porque desde que acabó sus estudios ha tenido trabajo y ha podido saber lo que es trabajar un año sin pandemia. Ahora "hay poco personal y mucho trabajo", recalca, sobre la necesidad de contar con refuerzos o cambios en los protocolos. Alerta de que al ritmo actual de contagios, que se espera sigan subiendo hasta que pasen estos días festivos, "no sé cuánto tiempo podemos aguantar".

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