Crecida del Ebro en Zaragoza

La Ribera Alta resiste la embestida de la crecida y se salva de las evacuaciones, pero sufre cuantiosos daños

La punta de la riada cruzó a lo largo de la jornada todo el tramo aguas arriba de Zaragoza sin entrar en cascos urbanos. Los afectados reclaman la limpieza del cauce para reducir las afecciones en infraestructuras, instalaciones y campos.

Dos técnicos de la CHE siguen la crecida en Cabañas y analizan en el ordenador modelizaciones del comportamiento del río.
Dos técnicos de la CHE siguen la crecida en Cabañas y analizan en el ordenador modelizaciones del comportamiento del río.
Francisco Jiménez

La Ribera Alta del Ebro superó este lunes una jornada de infarto, con todos sus vecinos pendientes de una crecida extraordinaria que amenazó como hace seis años a sus cascos urbanos sin que finalmente llegara a inundar sus calles. El refuerzo de las motas y de las áreas de inundabilidad y otras actuaciones acometidas por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) desde entonces evitaron que entrara el agua pese a que el río Ebro bajaba con más caudal que en la riada de 2015. No obstante, los efectos se han hecho notar con miles de hectáreas de campos productivos anegados desde Novillas hasta Zaragoza pese a resistir las defensas, que no han evitado los cuantiosos daños aún por cuantificar en instalaciones e infraestructuras. Una vez más, los afectados vuelven a reclamar la limpieza del cauce.

En la primera localidad aragonesa atravesada por el Ebro pudieron volver a sus viviendas a media tarde los 40 vecinos desalojados la noche previa. El agua no había entrado en sus hogares, aunque sí lo hizo en más de 1.500 hectáreas de cultivos, más del 75% del término municipal de Novillas. Abel Vera, su alcalde, señalaba que llevan "varios días de locos" y se felicitaba por que el agua no había entrado al pueblo. Martín Melendo, ganadero y agricultor, explicaba que la riada les cogió "entre cinco y seis hectáreas de maíz, cebada, alfalfa y beza". Prevé un invierno y una primavera "muy duros" porque habrá que comprar el pienso, que está "muy caro". "Uno se plantea dejarlo porque tengo 50 años, mi hijo tiene 20 y ha visto las mismas riadas que yo. El río no se limpia y además a Zaragoza tiene que llegar la riada muy laminada. Para que allí no haya afecciones nos las tenemos que comer los demás", se lamentaba.

De la misma forma, prácticamente toda la huerta de Gallur está cubierta de agua, alrededor de mil hectáreas de alfalfa y cereal. Un agricultor, José Enrique Cuartero, explicó que la afección es "similar o mayor" que en 2015: "Cuando se retire el agua veremos los daños, pero ahora mismo la afección más importante corresponde al cereal de invierno. Es una riada muy virulenta en cuanto a la velocidad del agua y cuando se vaya dejará daños importantes, ribazos y lindes destrozadas, caminos que han desaparecido, riegos... Y esas infraestructuras no las cubren los seguros, pero es pronto".

La ocupante de la casa más próxima al río en la calle Baja tuvo que dejarla el domingo por precaución pero no fue necesario evacuar al otro vecino, informó Noeli Barceló.

En Pradilla la sensación fue de alivio. Las motas aguantaron, por lo que no fue necesaria una evacuación que ya estaba lista. Muchos vecinos pasaron la noche en vela, junto a la mota y el fuego, preparados para el posible desalojo. "Desde el sábado no hemos visto la cama. Aquí no ha dormido nadie", contaban a pie de mota Luis Carlos Vicente, Luis Mariano Moncín y José Luis Lafuente. El alcalde, Raúl Moncín, señalaba que estuvieron "a punto de evacuar", después de ver "cómo estaba la cosa por Novillas". Lo que no se pudo evitar son los daños, ya que se han anegado "todos los campos de cultivo", unas 250 hectáreas, así como el parque y las instalaciones deportivas. A juicio del alcalde, se ha notado el rebaje de dos metros que hizo la CHE en el parque ‘de los abuelos’, que ha permitido que entrara agua y, por tanto, no subiera tanto el nivel del cauce. Pese a todo, reclamó la limpieza del Ebro.

Una bomba achica agua en la potabilizadora de Boquiñeni.
Una bomba achica agua en la potabilizadora de Boquiñeni.
Francisco Jiménez

El alcalde de Boquiñeni, Juan Manuel Sanz, confesó a mediodía que respiraba "con tranquilidad" tras pasar la misma noche en vilo, aunque quedaban "horas con el río muy subido". Como agricultor confesaba que el hecho de que se hayan anegado 350 hectáreas en el término municipal pasaba "a un cuarto plano cuando el temor era a un posible evacuación".

A media tarde, Sanz indicó que casi rebosaba por el alcantarillado y el agua afectaba a algunas casas por filtración. "Hemos sacrificado los campos para defender el casco urbano", dijo sin dejar de exigir la limpieza del Ebro.

Los operarios de MLN reforzaron dos de las defensas del municipio tras haber hecho lo propio la noche previa en el dique central de Novillas. El encargado, Juan Antonio Bermejo, explicó que se habían desplegado 50 camiones bañera, dos retroexcavadoras y una niveladora para acudir allí donde se les necesitara. "Y otro retén ha acudido a Pina por si hace falta intervenir", añadió.

Uno de los puntos críticos resultó ser la mota exterior de Boquiñeni que protege la estación de agua potable. "Las hemos recrecido unos 50 centímetros, pero por el freático también entra en los campos", explicó uno de los operarios de MLN, Javier, enseñando su huerta cubierta de agua.

Dos empleados municipales instalaron cinco bombas para achicar agua en las instalaciones, pero se conformaban con mantener a raya la inundación a la altura de las rodillas. "Tras la riada de 2015 se subieron los equipos y los cuadros eléctricos, pero es imposible evitar que llegue el agua cuando está más alto el río", aseveró uno de ellos, Jesús Sanz.

Una retroexcavadora refuerza una mota en Alcalá de Ebro.
Una retroexcavadora refuerza una mota en Alcalá de Ebro.
Francisco Jiménez

Con la misma expectación miraban la zona ganada por el río junto a la defensa de Alcalá de Ebro Ana Cuairán, Carmen González y Raúl Faubell. "La crecida es mayor que la de 2015, pero se han notado los aliviaderos que hizo la CHE, porque la altura del río es menor. Aún debería intervenir más", apuntaron los vecinos.

Cerca de ellos, un vehículo del batallón de Unidad Militar de Emergencias (UME) desplazado desde Madrid achicaba agua del alcantarillado, que casi llegaba a los registros, como en Boquiñeni. Y a unos pocos metros, una retroexcavadora recrecía la defensa 60 centímetros. "Soy del pueblo y llevo desde el sábado en estas labores", apuntaba Jesús Manuel, dueño de Excavaciones Jiménez.

La lámina de agua amenazaba la A-126 en el tramo de desvío hacia Remolinos desde Alagón. En los ojos donde pasaba el agua bajo la carretera lo hacía con especial fuerza.

Para evitar el embalsamiento de agua en la huerta baja de Remolinos, los militares de la UME tuvieron que romper la mota. El alcalde, Alfredo Zaldivar, apuntó anoche que pese a esta actuación seguía subiendo el nivel porque, aventuró, "se había roto alguna defensa aguas abajo de Boquiñeni". Aunque seguían "temerosos", no había sido necesario cortar la A-126 como se preveía por la mañana, lo que hubiera obligado a los vecinos a dar un rodeo por Gallur.

Aguas abajo, en Cabañas de Ebro impresionaba el casco urbano rodeado de agua, protegido por un dique sobre el que trabajaban con un ordenador dos técnicos de la CHE con modelizaciones del comportamiento del río. "Hemos recorrido las defensas y el resguardo es superior al de 2015 pese a llevar ahora más caudal", explicaron.

El alcalde de Cabañas de Ebro, Pedro Sanz, indicó que la punta se alcanzó por la tarde y destacó el acierto de abrir un cauce de alivio, que pasa por detrás del pueblo, a raíz de la crecida de 2015. "También se hicieron nuevas defensas y han actuado bien, pero tendremos unas 150 hectáreas de cereal y alfalfa afectadas. Todos los campos que se tienen que inundar, lo están", dijo.

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