entrevista

Laura Gómez-Lacueva: "Mentía a mi padre para poder hacer teatro"

Zaragoza, 1975. Actriz. Se formó en Zaragoza, Madrid y París. Desde 1998 interviene en la creación de diferentes proyectos teatrales. ‘Oregón Televisión’, de Aragón TV, le ha concedido una gran popularidad. ‘Historias lamentables’ (Javier Fesser, 2020) la convirtió en una de las sensaciones del cine español.

La actriz, en una imagen de 1981.
La actriz, en una imagen de 1981.
Heraldo

¿Recuerda su infancia como una época feliz?

Fui una niña feliz rodeada de personas que me querían.

¿Qué le hizo reír por primera vez?

Casi seguro que fue mi hermano. Me hacía reír mucho y a mí me gustaba imitarle. Después repetía sus trucos y siempre funcionaban.

¿Qué le hizo llorar?

Seguramente mi hermano también.

¿Qué era en el patio del colegio?

Comencé siendo una líder, pero después me ganó la timidez.

¿Se sentía rara, especial, diferente?

Sí, más rara que especial.

¿Qué es lo que más le gustaba hacer cuando no estudiaba?

Jugar con mi prima Begoña y mis vecinas a hacer teatro o el ‘playback’ de alguna canción.

¿Cuál fue la calle de su infancia?

Fue el patio de mi casa en el que jugaba todos los días con mis vecinitas.

¿Qué es lo que más y lo que menos le gustaba de Zaragoza?

Lo que más, que todo lo que conocía y quería estaba allí. A una niña francesa que vino de intercambio le sorprendió mucho lo sucia que estaba la ciudad. Eso pasó a ser lo que menos me gustaba.

¿Cuál es el episodio de su infancia o adolescencia que con más frecuencia vuelve a su memoria?

Cuando iba con mis tíos y primos a Agüero, como nosotros no teníamos pueblo, para mí era todo un acontecimiento.

¿Echa de menos haber hecho algo en su infancia?

Me hubiera gustado conocer a mi abuela Laura y haber tenido más relación con mi abuela Susana.

¿Tenía mucha conciencia política?

Tenía mucha conciencia social y eso implica conciencia política.

¿Qué imagen tenía de Felipe González?

Yo tenía 9 o 10 años cuando fue elegido. Me parecía un hombre que hablaba muy bien.

¿Era religiosa?

Cuando era pequeña iba a misa todos los domingos. Al principio, con mucha devoción y convicción, pero conforme fui creciendo empezó a gustarme menos. Fui a misa regularmente hasta el día de mi Confirmación, que la hice por no disgustar a mi padre.

¿De qué modo le hizo sufrir el sentido del pecado, la sensación de mala conciencia?

Mucho. Yo era, en general, una chica bastante buena. Pero siempre tenía que confesarme los domingos por los pecados cometidos, que eran tonterías de niña y eso era un gran peso para mí. Por eso después de confesarme me sentía ligera. Liberarme de la sensación de estar siempre pecando fue maravilloso.

¿Qué obsesión, fobia o filia forjó claramente en esos años?

Hubo una época que procuraba no entrar en las iglesias si lo podía evitar. Después se me pasó.

¿Vivió algún episodio que retrate el clima moral de la época?

Cuando salió la publicidad de ‘sí da... no da’, que mostraba cómo se podía transmitir el sida, un familiar me dijo: «¿Sabes que los condones están prohibidos por la Iglesia, verdad?». Yo tenía unos 13 años. El mensaje estaba claro: no había que tener relaciones sexuales antes del matrimonio.

¿Hasta qué punto influía en su conducta el peso del ‘qué dirán’?

Influyó mucho. Es un peso que aún noto. Tengo que recordarme muchas veces que casi siempre da igual lo que piensen los demás.

¿Cuál fue su primer contacto con la muerte? ¿Pensaba a menudo en ella? ¿Le angustiaba o le provocaba algún tipo de tormento?

La primera muerte cercana que viví fue la de mi abuelo Joaquín, yo tenía 15 años. En general no pensaba mucho en ella. Pero, ahora, cuanto más mayor me hago, más pienso en ella.

¿Cómo ganó su primer dinero?

Mis primeras pesetas las gané haciendo con una vecinita una función para sus padres y otra para los míos. En la adolescencia, mi primer dinero lo gané repartiendo publicidad.

¿Hizo alguna locura o disparate que le guste recordar?

Mentí a mi padre para poder hacer teatro una tarde a la semana. Como no me dejaba ir, le decía que me iba a estudiar a la biblioteca.

¿Cuál fue la primera estrella de cine que le fascinó?

Yo creo que fue Marilyn Monroe, porque mi padre se guardaba todo lo que salía sobre ella en la prensa y también tenía muchas de sus películas.

¿Cuál fue la primera canción que memorizó?

Cuando era pequeña en clase de francés: ‘Frère Jacques’.

¿Qué libros o qué películas le deslumbraron?

‘Colmillo Blanco’, de Jack London, me impresionó mucho. Y ‘ET, el extraterrestre’, de Steven Spielberg, me deslumbró.

¿Había alguna persona que conociera –que no fuera de su familia– a la que admirara de un modo especial?

Admiraba mucho a una amiguita que era bailarina y faltaba mucho a clase porque tenía que ir a ballet. Yo le cogía los apuntes y se los pasaba. Era la maravillosa bailarina Amaya Iglesias. Aún mantenemos una bonita amistad.

¿Quiénes fueron sus grandes amigos o amigas? ¿Cuál es el recuerdo más poderoso que le ha quedado de ellos?

En mi adolescencia íbamos un grupo de amigas casi siempre juntas: Ana Gloria, María, Marta, Helena y yo. Recuerdo muchas de mis primeras veces junto a ellas. Nos seguimos viendo de vez en cuando.

De todo lo que le enseñaron sus padres, ¿qué es lo que caló en usted con más fuerza?

La discreción y el respeto. E intentar siempre ser justa.

¿En qué momento pensó a qué dedicar su vida?

Siempre jugué a hacer teatro, pero cuando iba a COU decidí que quería dedicarme a ello.

¿Por qué estudió interpretación?

No sé por qué, pero algo me atraía hacia la interpretación desde mis juegos infantiles. Sentía que era lo que más deseaba del mundo. Hoy no me imagino haciendo otra cosa.

¿Cuál fue su gran alegría? ¿Y la gran tristeza?

Mi gran alegría fue cuando nació mi sobrino Joaquín y cuando mis padres aceptaron que iba a estudiar teatro. Mi gran tristeza, cuando murió mi padre.

Si pudiera viajar en el tiempo y regresar a sus primeros años durante un día, ¿a qué día volvería?

A un día de campo con mis padres y con mi hermano.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión