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El revolucionario utensilio que ya usaban los etruscos

Una empresa aragonesa ha rescatado de la historia un utensilio de higiene personal inspirado en la forma en que etruscos, griegos y romanos limpiaban su piel durante más de mil años. El producto, ya en el mercado, ha contado con investigadores de la Universidad de Zaragoza y dos dermatólogos.

El emprendedor Carmelo Heras, con el Eutori.
El emprendedor Carmelo Heras, con el Eutori.
C. H.

Fue inventando por los etruscos alrededor del siglo VI antes de Cristo. Lo adoptaron los griegos y más tarde los romanos, que lo utilizaron a diario y durante un millar de años. Y aunque se perdió en el transcurrir de la historia, con la caída del Imperio Romano y la llegada de la Edad Media, ahora está al alcance de aquellos que quieren limpiar (sin necesidad de usar gel) y secar su cuerpo a la vez, mientras cuidan su piel, activan la circulación y tonifican sus músculos.

Lo hace posible una iniciativa aragonesa, impulsada por el emprendedor Carmelo Heras, que ha "redescubierto" este utensilio de cuidado personal que supone también un mimo para el medio ambiente, ya que reduce el uso de jabones y de agua.

Apasionado de la historia, Heras conocía la existencia del estrigil (como lo llamaba los romanos), del que hay varios ejemplares en museos -incluidos los de Aragón- y numerosas referencias escritas, dibujos en cerámicas, grabados e incluso estatuas, pero siempre pensó que era algo agresivo con la piel, "una especie de exfoliante exótico para gladiadores y atletas".

Cambió de opinión este emprendedor cuando hace dos años, leyendo un artículo sobre la vida cotidiana en la antigua Roma, se encontró con una mención al estrigil como un utensilio que usaban a diario tanto hombres como mujeres. "Eso no encajaba en la función de rascador que yo tenía en la cabeza", dice.

Y ahí comenzó todo. Primero le pareció divertido probar "un chisme de esos" y consiguió en ese gran bazar que es internet dos reproducciones de museo. Una de ellas la vendían en Inglaterra como material para estudiantes y aunque le costó meses conseguirla, cuando la tuvo en las manos descubrió por qué etruscos, griegos y romanos cuidaban su higiene personal con este pequeño aparato. Animado por la curiosidad e incluso las aportaciones de mejora que le sugirió su familia, se lanzó a la posibilidad de resucitar el estrigil, adaptarlo al siglo XXI e incluso comercializarlo.

Así nació Eutori, nombre que suma el prefijo griego Eu (bueno) con el vocablo japonés tori (pájaro), por lo que "Eutori viene a ser el pájaro bueno o el pájaro que te cuida. Es también un nombre que une dos culturas -la grecolatina y la japonesa- que han aportado mucho al cuidado personal", explica su impulsor.

Su lanzamiento al mercado no ha sido copiar y ya. Detrás de él hay un gran trabajo de investigación. Fue desarrollado en colaboración con el departamento de Ingeniería de diseño y fabricación de la escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza, que, partiendo de algunas de las copias de museo que aún existen y de la ayuda de dos dermatólogos, fueron diseñando prototipos que posteriormente se imprimían en 3D para comprobar su funcionamiento. "Finalmente se optó por un modelo que no solo cumplía con los requisitos de cuidado de la piel y ergonomía, sino que también era estéticamente más atractivo", detalla Heras, cuyo proyecto ha sido admitido en el programa piloto ‘50+Emprendiendo. Acelera tu proyecto’ que el CEEI de Aragón lleva a cabo en el marco del proyecto europeo Liaise.

Eutori, un utensilio de cuidado personal que supone también un mimo para el medio ambiente.
Eutori, un utensilio de cuidado personal que supone también un mimo para el medio ambiente.
C. H.

También para su fabricación se estudiaron diversas opciones, pero resultaron inviables la estampación en frío y el fresado, así que la técnica utilizada es la fundición. "Eutori está hecho de una aleación de metales fundidos que se vierte en un molde. Después se le realiza un recubrimiento con barniz templado al fuego, para evitar la oxidación, y, por último se realiza el marcado al láser", señala Heras. Un proceso productivo, que incluye además el diseño e impresión del estuche, y que se desarrolla en su totalidad en empresas aragonesas. "Así es como más de mil años después volvemos a fabricar una pieza que se usó en nuestra tierra durante muchos siglos y podemos darnos el capricho de limpiarnos el cuerpo como lo hacían los romanos hace más de mil años", explica.

Este utensilio, que ya está a la venta en la página ‘online’ del producto y que también comercializa la farmacia Artal de Zaragoza, no solo es bueno para la piel. Cuida también el medio ambiente, ya que, dado que no es necesario utilizar jabones y geles, dejan de verterse por el desagüe fosfatos, tensoactivos y otras sustancias perjudiciales para la flora y fauna acuáticas. Además, dado que elimina aproximadamente un 95% del agua que queda en la piel después de ducharnos, reduce el uso de la toalla y el consecuente gasto de agua y detergente para su lavado. "La valoración económica del ahorro es de unos 100 euros al año, pero lo importante es que con su uso se ahorran al año y por persona entre 8.000 y 12.000 litros de agua, de 5 a 10 kilos de jabones y detergentes, 1 o 2 kg de plástico y entre 150 kWh y 200 kWh de electricidad", apunta Heras.

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