El director y el consejo escolar del instituto Pilar Lorengar de Zaragoza dimiten por problemas de financiación

El retraso en el pago por parte de la DGA de los gastos ordinarios y el banco de libros afecta también a otros centros. Las familias denuncian también los informes eléctricos negativos del polideportivo y los barracones y la masificación.

Aulas prefabricadas en el instituto Pilar Lorengar de Zaragoza, ayer.
Aulas prefabricadas en el instituto Pilar Lorengar de Zaragoza en una imagen de archivo.
Guillermo Mestre

El director y el consejo escolar del instituto público Pilar Lorengar de Zaragoza han dimitido ante los "muchos despropósitos" que viene sufriendo este centro del barrio de La Jota. Entre ellos está que la DGA nos les ha abonado el presupuesto de los dos últimos cursos asignado para atender sus gastos corrientes, que necesita para funcionar, ni tampoco la partida correspondiente a la financiación del banco de libros. De hecho, ayer mismo Hacienda les pagó la cuantía del banco del curso 2019-2020, pero sigue quedando pendiente la del 2020-2021.

La Asociación de Aadres de Alumnos del centro (apa) ha denunciado esta situación públicamente a través de una carta dirigida a las familias que ha colgado en su blog. En la misiva, la apa asegura que la falta de ingreso de la partida del banco de libros supone un problema si en el futuro hay que renovar algunos de los volúmenes.

Estos retrasos en los pagos por parte del Gobierno aragonés afectan a un buen puñado de centros de enseñanza públicos. Aunque Educación les comunica, normalmente en diciembre, las cantidades que van a percibir, los libramientos por parte de Hacienda no llegan si tienen sus cuentas lo suficientemente saneadas para hacer frente a los gastos de funcionamiento.

"Cuando con los fondos con que cuentan los centros ya no pueden asumir los gastos corrientes, la práctica es enviar un mensaje a Educación para que se haga un ingreso de dinero", señaló Eva Bajén, presidenta de la Asociación de Directores y Directoras de Institutos de Educación Secundaria de Aragón (Adiaragón). Este colectivo ha mostrado en más de una ocasión su malestar por las "consecuencias negativas" de esta medida, que "impide" que los centros puedan planificar "mejoras de infraestructuras o acometer otro tipo de proyectos ya que nunca se sabe el dinero que se va a disponer", aseguró Bajén.

La Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de la Escuela Pública de Aragón (Fapar) también mostró este lunes su "preocupación" por la demora en la liquidación de las partidas de los bancos de libros. Insistieron en que el Ejecutivo autonómico tiene que "asumir su compromiso" de financiación para cuatro años con este "programa esencial" que está funcionando con "un nivel de satisfacción muy elevado" por parte de las familias. Reconocieron que esta tardanza genera "tensión".

Polideportivo y barracones

La protesta del IES Pilar Lorengar va más allá del capítulo económico. Desde la apa explicaron que otro grave déficit es la inspección eléctrica negativa tanto del pabellón como de los dos barracones que utilizan para desdobles y asignaturas optativas los estudiantes de bachillerato.

"Este informe impide que el polideportivo, que una vez terminadas las clases se abre al barrio, se use por las tardes cuando se va la luz natural", señaló un portavoz de la apa. En los módulos prefabricados se siguen impartiendo clases "ya que no es de forma continuada y acceden grupos reducidos de alumnos". Respecto a este aspecto, la consejería de Educación está informada, pero el proyecto parece que va para largo. Las familias denuncian también que desde hace una década el instituto está masificado, con unos 1.200 alumnos cuando el edificio está diseñado para poco más de 800.

El desencadenante de la decisión de dimitir fue la no aprobación del horario del centro por Educación, que en un principio fue ratificado por el consejo y admitido por inspección, ya que se adecuaba a la normativa covid además de ser el mismo que el curso anterior también pandémico.Desde la asociación de padres concretaron que en este horario, que finalmente fue rechazado por el Departamento, no se contemplaban los cinco minutos de descanso entre clase y clase para minimizar el riesgo de que los chavales salieran a los pasillos y rompieran los grupos burbujas. Un tiempo que sí se fijaba en el caso de que los estudiantes tuvieron que cambiar de aula.

Por su parte, desde Educación se limitaron a apuntar que el servicio provincial ha mantenido diversas reuniones con la dirección del centro y que, una vez se hayan estudiado las cuestiones planteadas, se dará respuesta al escrito que han remitido con la relación de todos estas carencias.

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