solidaridad

50 años del Teléfono de la Esperanza

Fundado en 1971, en Sevilla, la sede aragonesa fue una de las primeras (1984) en ponerse al servicio "de aquellos que se encuentran en grave necesidad o a punto de perder la ilusión".

Procedente del mundo empresarial, Mayte Ballesteros atiende el Teléfono de Esperanza de Aragón como voluntaria, desde hace cuatro años
Procedente del mundo empresarial, Mayte Ballesteros atiende el Teléfono de Esperanza de Aragón como voluntaria, desde hace cuatro años
Francisco Jiménez

Arropada por la sociedad aragonesa, el pasado 28 de octubre, en un sencillo pero emotivo y sentido acto –todavía con el aforo reducido por la pandemia–, la familia del Teléfono de la Esperanza en Aragón (976 232 828), formada por 80 voluntarios y 500 socios, celebraba el 50 aniversario de la fundación de la segunda ONG más antigua de España, que nació en Sevilla, el 1 de octubre 1971, fruto de la "visión" de Serafín Madrid, fraile de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, con la firme vocación de "ayudar a aquellos se encuentran en grave necesidad o a punto de perder la ilusión".

Una de las primeras sedes en sumarse a aquella "visión" fue la aragonesa. En 1984, Ángel Sanz Garro, psicólogo y sacerdote claretiano –navarro de nacimiento y aragonés de adopción–, con el apoyo incondicional de un grupo de voluntarios "imprescindibles", puso en marcha este servicio de atención a personas en crisis y promoción de la salud emocional, pionero en la Comunidad aragonesa, un 25 de mayo de aquel año. Desde entonces, durante 24 horas, los 365 días del año, ha prestado 225.509 atenciones telefónicas; ha atendido 5.007 llamadas de contenido suicida; 40.052 personas han sido atendidas de forma presencial por profesionales del área psicosocial; otras 8.764 han recibido atención mediante abordaje grupal; se han impartido 555 cursos y talleres organizados; y ha formado a un total de 1.850 nuevos voluntarios. "Casi podríamos decir que uno de cada cinco aragoneses ha recibido, en un momento determinado de su vida, nuestro apoyo", matiza Carlos Pérez Ara, psicólogo y actual director técnico de la entidad, a cuyo frente estuvo como presidente desde 2001 hasta 2007, cuando tomo las riendas la psicóloga turiasonense Pilar Montijano.

Alberto Hernández (sentado), presidente del Teléfono de la Esperanza de Aragón, y Carlos Pérez Ara, director técnico, en la sede de la entidad en Zaragoza
Alberto Hernández (sentado), presidente del Teléfono de la Esperanza de Aragón, y Carlos Pérez Ara, director técnico, en la sede de la entidad en Zaragoza
Francisco Jiménez
"Casi podríamos decir que uno de cada cinco aragoneses ha recibido, en un momento determinado de su vida, nuestro apoyo"

"La labor del Teléfono de la Esperanza se ha revelado fundamental por la angustia y la incertidumbre generada por el covid-19", añade Alberto Hernández Díaz, presidente de la ONG desde 2017. Psicólogo y trabajador social, Hernández Díaz desgrana los apabullantes datos de 2020, durante lo peor de la pandemia, cuando "el teléfono no dejaba de sonar". "Atendimos 7. 762 llamadas, en las que la depresión, la soledad, la ansiedad, el miedo, el duelo y la ideación suicida fueron protagonistas destacadas", afirma. "Había auténtico pánico –matiza Pérez Ara–, miedo ante el contagio. Fue algo impresionante, sobre todo, la primera ola". "Y hemos sido capaces –continúa Hernández– de no dejar ni una sola llamada sin respuesta. Nos facilitó mucho el trabajo disponer de una centralita virtual, que nos permitió atender durante el confinamiento y desde el domicilio particular de los propios voluntarios, a todas aquellas personas que necesitaban atención, fundamentalmente, de psicólogos y trabajadores sociales".

Como explica Hernández, para poder cumplir con "nuestra misión de apoyo a cualquier persona que se encuentra atravesando por un mal momento, ponemos al alcance de los aragoneses un servicio cualificado, gratuito y anónimo, tanto de atención individualizada como grupal –que durante la pandemia se ha desarrollado ‘online’–, en la prevención de la soledad, del suicidio y la promoción de la salud emocional, atendido por profesionales del ámbito psicosocial –psicología, orientación familiar, trabajo social, asistencia jurídica e inserción laboral–".

Antonio Buatas y Mayte Ballesteros, voluntarios del Teléfono de la Esperanza
Antonio Buatas y Mayte Ballesteros, voluntarios del Teléfono de la Esperanza
Francisco Jiménez
"Durante el confinamiento, ni una sola llamada quedó sin respuesta" 

La soledad no deseada, denominador común

Soledad, ansiedad, depresión, trastornos mentales, duelo –sobre todo en tiempos de coronavirus–, problemas familiares, existenciales, crisis en el proyecto vital... Aunque, sin duda, "la soledad no deseada –agravada por la covid– suma el mayor porcentaje de las llamadas al Teléfono de la Esperanza en Aragón, más de 1.200, en 2020", puntualiza Hernández. Una soledad, denominador común de tantas y tantas llamadas desesperadas, que Pérez Ara define como "soledad incomprendida". "Personas que tienen capacidad para pensar y que se sienten huérfanas de referentes por la gran pérdida de valores sociales que estamos viviendo".

"Soledad, en el más amplio sentido de la palabra", interviene Mayte Ballesteros, voluntaria del Teléfono de la Esperanza de Aragón, desde hace cuatro años y procedente del mundo empresarial, "porque esa manida frase de que todos nos sentimos solos, estando acompañados, es cierta". "La soledad se da cuando no eres escuchado por tu marido, tus hijos, tu entorno, tus amigos..., muchas veces nos sentimos solos porque no podemos compartir un problema, una preocupación, una ilusión, un proyecto; y no lo podemos compartir porque nos sentimos juzgados. Me encuentro con muchas llamadas de personas que quieren hablar, ser escuchadas, sencillamente, sin que al otro lado tengan una voz que les está juzgando". "No te piden consejo, solo quieren que las escuches". Y en el anonimato de esas llamadas, esas personas encuentran "libertad para expresarse", encuentran a una persona –un voluntario u orientador–, "que no las va a catalogar ni a estigmatizar. Porque nadie les va a decir: ‘¿Pero qué te ha pasado? ¿Cómo puedes pensar eso?’".

Ángel Sanz, con el micrófono, fundador de El Teléfono de la Esperanza en Aragón, en la inauguración de la sede actual en Zaragoza, en 1995
Ángel Sanz, con el micrófono, fundador de El Teléfono de la Esperanza en Aragón, en la inauguración de la sede actual en Zaragoza, en 1995
Teléfono de la Esperanza
"Muchas personas quieren hablar, ser escuchadas, sencillamente, sin que al otro lado tengan una voz que les está juzgando"

"La soledad del que vive solo y la del que está solo en compañía", de la que habla Antonio Buatas, médico anestesista, que lleva 20 años en la ONG y está al frente de la formación de los nuevos voluntarios. "La soledad está creciendo mucho en nuestro mundo. Un 30% de los suecos, se mueren solos; y de ese porcentaje, del 50% nadie se entera de que se han muerto". "A veces, recibimos llamadas de personas, que llevan dos o tres días sin hablar con nadie", asegura.

Una de las principales ‘obsesiones’ de la ONG es la formación de los voluntarios; el compromiso que adquieren de adiestrarse en habilidades que, además de actuar como "coraza emocional", les permitan entender las diversas formas con las que las personas expresan sus inquietudes, angustias y problemas, para poder darles respuesta desde la escucha activa, la empatía y el más profundo respeto en la firme creencia en las posibilidades y recursos que atesora el ser humano. Una formación, que reciben durante un año, a través de diferentes cursos "sobre conocimiento personal, para ver por qué somos como somos" y "para aprender a ayudar a los demás". "También se trabajan una serie de llamadas tipo: la soledad en la persona mayor, la depresión, las personas que llaman con trastornos mentales, la llamada suicida...; y luego pasamos a la coescucha: estás con un orientador (voluntario) en la cabina, recibiendo llamadas, hasta que te vas soltando y empiezas a atender a los llamantes, supervisado. Después de cada llamada, hacemos una pequeña reflexión", explica el experto en formación, que insiste en que "a cada llamante le damos lo que nos pide. Hay llamadas por pérdidas de la pareja, de un padre, de una madre, incluso de un hijo; pérdidas del trabajo, que generan auténtica angustia...". "Y gracias a la palabra –asegura–, ordenamos, controlamos y dominamos lo que pensamos y lo que sentimos". Explica que, cuando una persona tiene una gran tensión emocional, los sentimientos predominan sobre los pensamientos y, entonces, no tiene capacidad para pensar. Pero, conforme va verbalizando, "si tú le ayudas a verbalizar –que es el arte del orientador, con preguntas abiertas–, la persona va bajando esa tensión emocional y va aumentando la razón; con lo que tiene más autonomía, más consciencia y puede afrontar de una manera más racional la situación dramática que está viviendo". "Nosotros –continúa– no tenemos una bola de cristal para resolver problemas, pero tenemos una formación para ayudar a reorientar, a reestructurar los problemas cuando tienen arreglo. Y, cuando no lo tienen, pues también estamos un poquito para ofrecer consuelo, para acompañar, algo que solo un ser humano puede ofrecer a otro".   

"Cuando una persona tiene una gran tensión emocional, los sentimientos predominan sobre los pensamientos y, entonces, no tiene capacidad para pensar"

El perfil mayoritario del Teléfono de la Esperanza en Aragón (un 72%) tiene nombre de mujer. Mujeres que, a pesar de estar "felizmente casadas y con hijos, se sienten víctimas de la soledad emocional», afirma el director técnico, Carlos Pérez, que destaca que el Teléfono de la Esperanza aporta, principalmente, "un interlocutor emocional válido, a pesar de ser un desconocido. Precisamente, el anonimato ha supuesto que haya personas que han confiado en nosotros, incluso en los momentos más delicados de su vida".

Jornadas celebradas en Zaragoza para abordar el grave problema del desempleo
Jornadas celebradas en Zaragoza para abordar el grave problema del desempleo
Teléfono de la Esperanza

"Es cierto que las estadísticas muestran que los hombres llaman menos, y que les cuesta algo más entrar en el fondo de la llamada, de su crisis, sin embargo, en mi opinión, también se encuentran mas ‘rotos’. Y estoy hablando de hombres jóvenes, muy jóvenes. Parecen los grandes olvidados", añade la voluntaria Mayte Ballesteros.

"No tenemos una bola de cristal para resolver problemas, pero tenemos una formación para ayudar a reorientar, a reestructurar los problemas"

Todos coinciden: el uso de las redes sociales por parte de la ONG ha incrementado las llamadas de los jóvenes, sobre todo en los rigores de la pandemia. "En sus llamadas manifiestan que no nos conocían y que nos han encontrado en las redes, porque alguien había ‘subido’ su experiencia positiva", afirma Ballesteros. "Tenemos unos mayores con una capacidad de resiliencia total, que han vivido ya de todo, pero la gente joven –continúa– está como dolida, se siente perdida; la pandemia les ha golpeado en toda la línea de flotación". "También se han incrementado bastante las situaciones de conflicto en las familias con hijos adolescentes", asevera Buatas.

"El anonimato ha supuesto que haya personas que han confiado en nosotros, incluso en los momentos más delicados de su vida"

Además de destacar su carácter pionero y vanguardista –muchas oenegés y asociaciones aragonesa nacieron bajo sus alas–, Carlos Pérez compara el Teléfono de la Esperanza con un auténtico "barómetro social", que ha detectado esa brecha en el mundo de los más jóvenes, generada por las nuevas tecnologías –"cuando yo empecé, en los 90, teníamos grupos de centenares de jóvenes en nuestra sede, participando en encuentros"–, pero que se mantiene casi inalterable en problemas como las crisis de ansiedad o los trastornos o depresivos. "Aunque hay un factor que nos llama mucho la atención: las crisis del sentido vital. Es decir, ¿qué sentido le encuentro a mi vida?; y la pérdida de ese sentido –constata– es muy importante".

También, desde sus orígenes, la entidad ha mostrado especial implicación en la prevención del suicidio, para "romper el silencio sobre este tema y facilitar que la persona que se encuentra en riesgo y las que están a su alrededor, dispongan de herramientas para detectarlo y acceder de forma inmediata a la línea telefónica de atención en crisis y a los recursos preventivos", concluye el presidente del Teléfono de la Esperanza, Alberto Hernández, que confía en que la colaboración establecida este año con el Departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón, en materia de prevención del suicidio, "fructifique en una relación fluida con la Administración autonómica y las locales, ya que, a lo largo de toda nuestra trayectoria, no hemos recibido apoyo alguno, formalizado por los responsables institucionales de ninguna Administración, ni en el área de salud ni en la de acción social".           

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión