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Del apuro de pedir las sobras en el restaurante a la obligación de ofrecerlas

Los restaurantes deberán, por ley, dar la posibilidad de llevarse envasada la comida que los clientes se dejen en el plato.

Un trabajador del restaurante La Bocca envasaba ayer los excedentes de una paella.
Un trabajador del restaurante La Bocca envasaba ayer los excedentes de una paella y una pata de pulpo.
José Miguel Marco

Hace unos años, no tantos, era impensable que el camarero envasara los alimentos que nos habíamos dejado en el plato al terminar de comer para que nos los llevásemos a casa. Pero también parecía una quimera que un gran volumen de negocios hosteleros, incluso los más pequeños, repartiesen sus productos a domicilio. Poco a poco, por el cambio de tendencias y a fuerza de pandemia, la situación se ha revertido y ya es tan común tanto una práctica como la otra.

Ahora casi todos los locales tienen envases desechables en el armario. Y pronto, en cuanto se apruebe la futura ley contra el desperdicio alimentario, habrá tarteras de usar y tirar en todos ellos. Porque el texto recoge la obligación de “ofrecer a sus clientes la posibilidad de que se lleven, sin coste adicional, lo que no han consumido”. Asimismo, tendrán que “informar de ello de forma visible, preferentemente en la carta o menú, y disponer de envases aptos reutilizables”.

Lo cierto es que en este caso la práctica por delante de la ley. “Antes había bastantes reparos en pedir que se preparara para llevar a casa lo que había sobrado en la mesa, pero ahora ya se ha convertido en algo habitual”, revela Enrique Júlvez, responsable del Grupo Tándem, que aglutina varios negocios hosteleros en la capital aragonesa. El empresario pone como ejemplo el restaurante La Bocca: “Hacemos muchos arroces, un plato en el que, en función de los comensales, pueden sobrar una o varias raciones. La gente ya no se ve apurada para pedir que las metamos en un túper”.

Para el hostelero, solo hay un aspecto de la nueva norma que chirría: “Que se obligue, como ocurre con todas las normativas, a poner una nueva indicación en el local o en la carta, es un verdadero incordio. Todo el mundo sabe que está prohibido fumar, pero pese a ello tienes que poner el cartel. Ensucias el local y la carta con señalética y eso rompe la estética que cada uno quiere conseguir en su negocio”.

No solo los locales de los cascos urbanos ofrecen la posibilidad de llevarse los excedentes a casa. También en restaurantes ubicados en carreteras o polígonos facilitan esta opción. “Se viene ofreciendo desde hace tiempo y ya se ha convertido en algo común que nos piden varios clientes diariamente”, razona Ricardo Arroyo, propietario del restaurante La Torre, ubicado junto a la N-330 a su paso por Villanueva de Gállego.

Arroyo, eso sí, lamenta el sobrecoste del envase y de la bolsa. “Nosotros los cobramos, y eso que hay algunos comensales que se quejan. Lo que hacemos es tratar de explicarles que es un servicio extra, envasar de nuevo la comida nos cuesta dinero y que deben abonar el coste igual que lo hacen de buena gana con las bolsas del supermercado”. “Una cosa es que te vengan directamente a por un plato para llevar, que se entiende desde el principio que van a necesitar la bolsa, y otra añadir un servicio sobre la marcha y asumir el coste”, añade.

El precio de un táper estándar y de una bolsa puede parecer bajo, pero la suma de todos los que emplea un negocio acaban convirtiéndolos en un gasto fijo relevante. Un túper de plástico reutilizable vale, en una superficie de venta al por mayor, 15 céntimos, mientras que la bolsa cuesta entre 5 y 10 céntimos. Las alternativas más ecológicas disparan el precio más del doble, tal y como indican los hosteleros.

Desde la Asociación Profesional de Empresarios de Hoteles y Restaurantes de Zaragoza (Horeca) prefieren esperar antes de hacer una valoración: "Queremos ver hacia dónde va el proyecto de ley y cómo nos puede acabar afectando antes de pronunciarnos en un sentido o en otro".

El vino abrió el camino

En el caso del vino, la práctica es añeja. “Hace muchos años, sonaba muy de película americana eso de que te ibas a llevar lo que quedaba de vino en la botella, pero el planteamiento cambió y ahora nadie deja la botella si solo ha bebido un poco”, cuenta Júlvez. El hábito ha ganado en los últimos tiempos un nuevo giro, según el hostelero: “Si te apetece probar un vino caro que no se sirve por copas, compras la botella entera y te llevas al irte del restante”.

Alimentos "feos"

La ley también contempla que los supermercados y demás superficies de más de 400 metros cuadrados promuevan la compra de productos considerados "feos, imperfectos o poco estéticos", siempre que estén en condiciones de ser consumidos. No quedan ahí sus deberes: tendrán que promover la venta de alimentos de temporada, de proximidad, ecológicos y ambientalmente sostenibles y a granel. Para ello, pondrán a la disposición de los clientes un lineal con estos productos.

En este sentido, la Asociación de Distribuidores de Autoservicio y Supermercados (Asedas) pide al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación dialogar para poner en común las acciones y soluciones que se llevarán a cabo para reducir el desperdicio alimentario. "El anteproyecto establece una serie de obligaciones para darle un destino correcto a los alimentos. No tenemos nada que decir, porque son los que empleamos", indican. La organización cree que puede haber "discrepancias, porque hay obligaciones que no son coherentes con determinados modelos de negocio" y espera "poder dialogar en la norma y encontrar medidas eficaces para luchar contra el desperdicio".

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