Tercer Milenio

En colaboración con ITA

UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA

Los investigadores zaragozanos que se codean con un Premio Nobel

El italiano Giorgio Parisi, que acaba de recibir el galardón en Física de la Academia Sueca, colabora habitualmente con el BIFI. Llegó a donar 180.000 euros para los superordenadores con los que trabajan los investigadores del Campus Río Ebro.

Jorge Monforte, Andrés Cruz, Sergio Pérez-Gaviro (al fondo, de blanco), Alfonso Tarancón, Sergio Jiménez, Denis Navarro y David Íñiguez, junto al gran ordenador que financió Parisi.
Jorge Monforte, Andrés Cruz, Sergio Pérez-Gaviro (al fondo, de blanco), Alfonso Tarancón, Sergio Jiménez, Denis Navarro y David Íñiguez, junto al gran ordenador que financió Parisi.
Oliver Duch

Si aún se recuerda aquella visita de 1923 en la que Einstein celebró su cumpleaños en el Casino Mercantil de Zaragoza, quizá dentro de unos años se hable de cómo el también Premio Nobel Giorgio Parisi compartía conocimientos con sus colegas del Campus Río Ebro de la capital aragonesa a comienzos del siglo XXI. El físico italiano acaba de recibir el reconocimiento de la Academia Sueca y ayer sus compañeros de la Universidad de Zaragoza recordaban que “no hace ni dos meses que hemos publicado el último artículo conjunto”.

“Es un genio absoluto, pero que le den el Nobel no ha dejado de ser una sorpresa. Su nombre sonó y se barajó en los años 90, pero parecía que ya se habían olvidado de él”, comenta Alfonso Tarancón, catedrático de Física Teórica de la Universidad de Zaragoza, que lo conoce en profundidad dado que tuvo a Parisi como director de su postdoctorado durante dos años en Roma.

“Todos los que hemos trabajado con él sabemos que es un talento. Ya desde muy joven despuntaba, a los treinta y pocos años era uno de los físicos más brillantes del mundo, pero había algunas cosas que no acaban de cuadrar para que fuera distinguido con el Nobel. Por un lado, es la antítesis de lo que suele premiarse porque Parisi nunca se ha promocionado ni ha hecho política como científico, pues responde más bien al perfil del típico sabio despistado, dejado y hasta desaliñado. Por otro, no ha tenido un descubrimiento ‘pico’, un hallazgo cumbre, que es lo que muchas veces llama al Nobel. Lo suyo era una contribución sostenida y mucho más amplia para diversos campos”, cuenta Tarancón. 

Aunque resulta complicado hacer divulgación con un tema tan obtuso como los patrones ocultos de los sistemas magnéticos desordenados, lo descubierto con sus ideas puede aplicarse posteriormente a disciplinas tan esenciales como la biología o a la optimización en informática. Explican sus compañeros que en los años 80 del pasado siglo Parisi ya era un experto de la física de partículas elementales. Comenzó entonces a analizar los materiales magnéticos y eso, por ejemplo, ha servido después para estudiar las redes neuronales actuales y las bases que se usa para la inteligencia artificial.

Algunos colegas aragoneses, en el comedor de la Complutense, con Parisi.
Algunos colegas aragoneses, en el comedor de la Complutense, con Parisi.
Heraldo

Desde el Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI) han enviado algunos mensajes de felicitación al científico italiano, pero de momento, abrumado como debe estar el genio de 73 años aún en activo en la Universidad de la Sapienza, aún no han tenido respuesta. Los investigadores tampoco han podido celebrar este Nobel tan cercano como se merece, pero no dudan que brindarán por su éxito en el mismo edificio donde se encuentra uno de los ordenadores más grandes de Europa y que Parisi ayudó a financiar.

De hecho, en las crónicas periodísticas de medio planeta se citaba este martes la vinculación de Parisi con la Universidad Complutense de Madrid, la de Extremadura -donde es doctor honoris causa- y la de Zaragoza, donde se encuentra el ordenador Janus, que también merece un trocito del galardón.

El físico Giorgio Parisi ayer en la Universidad La Sapienza de Roma tras conocerse el galardón.
El físico Giorgio Parisi ayer en la Universidad La Sapienza de Roma tras conocerse el galardón.
ANSA/MASSIMO PERCOSSI

“El científico colaboró activamente en el proyecto hispanoitaliano Janus, para el diseño de superordenadores que han contribuido decisivamente al estudio de los vidrios de espín (‘spin glasses’), materia objeto de la concesión del Nobel”, explican en el Campus Río Ebro. De hecho, su determinación fue tal que el enorme computador, capaz de hacer 90 billones de actuaciones en un solo segundo, pudo hacerse realidad gracias a la inversión de fondos Feder de la DGA, de la colaboración de Ibercaja y de 180.000 euros que aportó el propio Parisi. “Fue cuando se le concedió el premio Microsoft Europa y él decidió donarlo a la construcción del Janus”, recuerdan en el BIFI.

Un genio y unos mejillones

Aunque el Nobel de Física (dotado con 986.000 euros, pero que Parisi comparte con los científicos Syukuro Manabe y Klaus Hasselmann) pudiera hacer caer en la tentación de sacralizar al científico, los compañeros que lo conocen dicen que es seguro que el genio no cambiará un ápice y será igual de accesible que siempre. “Visitó Zaragoza en algún congreso, pero también es verdad que no le gusta nada viajar. De hecho, era una costumbre que le invitaran a conferencias y citas, pero luego no acudiera. ¡Seguro que a Estocolmo sí va!”, bromean quienes lo conocen.

“Cada vez que hablo con Giorgio media hora estoy 30 días pensando lo que me ha dicho”

Tarancón, para quien Parisi fue uno de sus mayores maestros junto a Nícola Cabibbo cuando profundizaba en Roma sus conocimientos de computación, tiene innumerables anécdotas que humanizan al personaje. Acaso la más inconfesable es la que cuenta de cuando se despidió de la capital italiana antes de regresar a Zaragoza. “Cuando volví a España hice una fiesta de despedida. En Italia no hay muchas latas de conservas, de mejillones ni berberechos en escabeche, y a él le encantaban. Yo llevé un montón de latas y Giorgio cogió un mejillón y, ¡plash!, la mancha directa a su corbata. Después tenía una charla pero insistió en el ‘non fare niente’ y se fue a la conferencia con la mancha en la corbata”. “Era una persona que se hace querer. Sin ejercer él de líder, siempre los demás lo hemos reconocido como tal. Él trabaja con nosotros como uno más y la relación es muy afable”, cuenta el investigador del BIFI.

Placa que se preparó al profesor Parisi con motivo de su 70 cumpleaños. Se muestran los nombres de los colaboradores a lo largo de su vida: el tamaño de la letra va en función del número de artículos en coautoría.
Placa que se preparó al profesor Parisi con motivo de su 70 cumpleaños. Se muestran los nombres de los colaboradores a lo largo de su vida: el tamaño de la letra va en función del número de artículos en coautoría.
Heraldo

Tarancón recuerda a un compañero que decía: “Cada vez que hablo con Giorgio media hora estoy 30 días pensando lo que me ha dicho”, y eso da la talla de un genio, cuyas primeras palabras tras la consecución del Nobel ya fueron de humildad. “Parafraseó lo de que completó su trayectoria ‘subido a hombros de gigantes’ porque la escuela de Física de la Sapienza es muy buena y porque siempre reconoce a sus colegas”. Parisi también aprovechó su breve intervención para animar a los países a “gastar más en ciencia porque el futuro se hace con la investigación científica”, aseguró.

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