Fernando Galdámez: "La recaudación del rastrillo Ozanam se destinará a sanear las cuentas"

El presidente de la Fundación Federico Ozanam habla del regreso del tradicional rastrillo de esta organización a la sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza del 22 de octubre al 1 de noviembre.

Fernando Galdámez Pérez junto a uno de los característicos delantales rojos que se identifican con el rastrillo
Fernando Galdámez Pérez junto a uno de los característicos delantales rojos que se identifican con el rastrillo
Oliver Duch

El Rastrillo Ozanam vuelve a abrir la puerta a la solidaridad en la sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza, ¿tenían ya ganas?

El año pasado, por primera vez desde 1987, no se pudo celebrar y teníamos muchas ganas de volver por varios motivos. Muchísimos de los voluntarios necesitan reencontrarse con sus amigos y socializar. En 2020 tuvimos unas pérdidas económicas importantes por la pérdida de estos ingresos. Además, el rastrillo es nuestro altavoz para decir con sinceridad que estamos perdiendo dinero y necesitamos más ayuda que nunca.

¿Puede poner cifras a esta situación económica?

El año pasado perdimos alrededor de 875.000 euros. Esto a pesar de que se recaudaron 78.000 euros en donaciones cuando lanzamos una campaña porque estábamos muy preocupados. A pesar de que este 2021 esperamos una mejoría, las previsiones nos llevan a calcular que volveremos a tener números rojos de en torno a 300.000 euros.

¿Con qué expectativas abrirán el próximo 22 de octubre?

Nadie puede obviar que el virus sigue ahí y las autoridades sanitarias, con buen criterio, han aplicado una serie de restricciones. Vamos a tener más espacio para que la gente circule y menos puestos, además de que tampoco contaremos con bar ni restaurante. Partimos de unas expectativas de ingresos muy inferiores a lo habitual. Si superamos los 150.000 euros estaríamos muy satisfechos.

Una previsión muy modesta si tenemos en cuenta que venían recaudando más de 600.000 euros. ¿A qué se destinarán?

Es un cálculo sobre todo realista. Todo irá al saneamiento y reequilibrio de las cuentas de la Fundación.

Más allá de sanear las cuentas, ¿qué proyectos acaricia la Fundación?

Antes de la pandemia teníamos una lista de espera en las residencias de ancianos muy importante y queríamos ampliar alguna para ofrecer más plazas. Ahora, los proyectos y sueños que suponen una inversión los hemos dejado aparcados temporalmente. Para cubrir el déficit tuvimos que endeudarnos y no somos temerarios para poner en riesgo la viabilidad económica de la Fundación. Es la primera vez que lo hemos hecho para hacer frente al gasto corriente. La situación de las residencias y el cierre de los centros de día nos llevó a un colapso tremendo. Además, por nuestra filosofía e idiosincrasia organizativa mantuvimos todos los puestos de trabajo.

¿Va a ser necesario reservar entrada para el rastrillo?

El rastrillo será de libre acceso hasta completar el aforo, que se ha fijado en 900 personas más los voluntarios que estén atendiendo. Lo que sí habrá a la entrada será un control.

¿Qué serían la Fundación y el rastrillo sin sus voluntarios?

No se podrían acometer muchos proyectos y el rastrillo no podría organizarse sin ellos. Hemos hecho un sondeo y vamos a contar con más de 600 voluntarias, porque casi todas son mujeres, aunque cada vez se suman más hombres y esperamos que los jóvenes se animen. Hay personas que por su edad o patologías prefieren no acudir todavía, pero la buena atención está garantizada.

¿Qué le llevó a ponerse el delantal rojo?

Aquí todos estamos por convicciones personales. Hace diez años me propusieron entrar en el patronato y hace cinco asumir la presidencia. ¿Hasta cuándo? Mientras el cuerpo aguante y me sienta útil para la Fundación.

¿Lo más gratificante durante este tiempo?

Cuando un chico de etnia gitana vino a agradecernos lo que habíamos hecho por él y su familia con su título de ingeniero industrial en la mano. Me emocioné.

La crisis sanitaria pasará, ¿la social y económica?

Los últimos datos de desempleo son buenos, pero la cifra de parados tiene que bajar del millón de personas. Aún estamos por encima de los tres, así que queda tajo.

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