La jardinería y la horticultura brotan como terapia en Aragón

Algunos centros de mayores y residencias han apostado por este tipo de actividades que ofrecen una conexión directa con la naturaleza y con los recuerdos de algunos usuarios.

Eva Creus Gibert en una de las sesiones de jardinería y horticultura como terapia.
Eva Creus Gibert en una de las sesiones de jardinería y horticultura como terapia.
E. C. G.

Esa maceta que tenía la abuela en el porche de la casa del pueblo o el ramo que cada año llegaba el día del cumpleaños. En los recuerdos de las personas, las plantas tienen cierta relevancia, ya sea por la apariencia, el aroma o la textura. “He conseguido que personas con demencia, que no se acordaban de nada, se unieran con su juventud a través de una planta. ¡Es una pasada!”. Son las palabras de Eva Creus Gibert, cofundadora de la Asociación Española de Horticultura y Jardinería Social y Terapéutica, que todavía recuerda cómo una flor ayudó a una señora de avanzada edad a conectar con su madre.

“La horticultura y jardinería social y terapéutica es una disciplina de la rama sociosanitaria”, explica Creus Gibert, que la resume como “el uso del huerto y del jardín, de las plantas y de sus actividades para mejorar la salud y el bienestar de las personas”. Eva celebra que entrara en la red del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) con envejecimiento activo, por lo que ha trabajado en varios hogares de mayores, y este año se incorpora en los servicios que ofrece el Ayuntamiento de Zaragoza.

Las sesiones de hora y media forman ya parte del día a día de residencias y centros de día. “Comenzamos con ‘mindfulness’ y después aprendemos alguna noción, por ejemplo, leemos sobre plantas y aprendemos sus familias. El siguiente paso es la puesta en práctica, ya sea un taller, la poda, jugar con las texturas… es un mundo que no termina”, expone Eva, quien indica que se trabaja en base a una serie de objetivos terapéuticos que se marcan en función de los usuarios.

"A mí me gusta el tratamiento con las personas mayores, que en los últimos tiempos lo han pasado tan mal"

“A mí me gusta el tratamiento con las personas mayores, que en los últimos tiempos lo han pasado tan mal”, incide Creu Gilbert. El vínculo de su padre con el huerto y el de su madre con las plantas es el que le ha impulsado a Eva a poner en práctica esta disciplina. “Si mis padres, que se están haciendo mayores, algún día tienen que ir a una residencia geriátrica quiero que se les ofrezcan actividades con plantas, que no solo tengan que hacer manualidades y jugar a pasar la pelota”, apunta la catalana que es el germen de la iniciativa ‘Plantas para la vida’.

No obstante, las personas mayores no son las únicas destinatarias, también puede ser un recurso para trabajar con personas con síndrome de down, reclusos, personas con problemas de salud mental o de diversidad funcional, entre otros. El terapéutico solo es uno de los enfoques que ofrece, pero también puede ser un vehículo de diversión para niños.

Nada importa que las personas no hayan tenido contacto antes con las plantas. “¿Por qué nos sentimos tan bien en entornos naturales? La razón es que venimos de la naturaleza, que por suerte, la pandemia ha revalorizado”. Eva Creus Gibert considera que aquellas personas que durante el estricto confinamiento de la primavera de 2020 tuvieron acceso a algo natural, aunque fuera una terraza con plantas, experimentaron menos problemas de ansiedad y de depresión.

¿Por qué ha aumentado el interés por este tipo de prácticas? “Nos movemos físicamente y recordamos a través de los sentidos. Precisamente lo bonito de una planta es que no te cansas: con la hoja se puede analizar multitud de formas, colores, aromas, texturas… igual que con las flores o los árboles, e incluso plantar aromáticas si hay huerto”, sostiene Eva, veterinaria de formación y que en la actualidad se está formando ‘online’ sobre la materia en Reino Unido.

Hasta el momento, se trata de una práctica que es poco conocida en España, pero que se cultiva más en el Reino Unido, Alemania, Francia o Italia y en países Latinoamérica, donde “hay mucho movimiento”. Pone como ejemplo también Estados Unidos, donde es habitual en algunos hospitales, por ejemplo para la rehabilitación de ictus.

Desde la asociación que preside Creus aplauden que el pasado mes de julio pudieran celebrar un curso de verano de la Universidad de Zaragoza en Jaca, lo que se califica como “un gran paso para superar el desconocimiento total”.

La semilla de este tipo de terapia

El cuidado de plantas como disciplina terapéutica se remonta a siglos atrás. Creus Gibert defiende que el hombre ha vivido rodeado de plantas: “En el Antiguo Egipto, los médicos recomendaban a las personas de la realeza con problemas de salud mental que pasearan por los jardines o, en la Edad Media, era frecuente también en los monasterios, donde también iba gente del estrato social más bajo con patologías mentales”.

De hecho, como tal es una disciplina que nació en Estados Unidos, donde los mutilados de guerra se beneficiaron de actividades en los huertos y jardines y surgió esta disciplina. “Con las guerras mundiales se evidenció todavía más el uso de los psiquiátricos, donde había jardineras, y después evolucionó en terapias físicas”, añade Eva, veterinaria de profesión.

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