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Investigadores en Aragón: "Es difícil plantearte un futuro o independizarte por la precariedad"

Las mejoras de los últimos meses, incluida la prórroga de sus contratos, no son suficientes para los jóvenes. Creen que ni la pandemia de covid ha conseguido que en España se valore la investigación.

Andrea Castillo, David Navarrete e Isabel Ezquerra, investigadores predoctorales aragoneses, en Zaragoza.
Andrea Castillo, David Navarrete e Isabel Ezquerra, investigadores predoctorales aragoneses, en Zaragoza.
José Miguel Marco

Han estudiando distintas carreras pero han coincidido en su vocación de profundizar en su formación.  Andrea Castillo, David Navarrete e Isabel Ezquerra pertenecen al colectivo de personal investigador en formación (PIF), jóvenes que dentro de sus estudios universitarios de doctorado participan en proyectos de investigación.

Este mes han lanzado un SOS porque sus contratos con sus universidades o el Ministerio finalizaban y no sabían si se iban a renovar. Han tenido un final feliz, con la confirmación de que ya se ha puesto en marcha el proceso administrativo para que continúen más allá de agosto, pero siguen denunciando la precariedad y falta de reconocimiento a su trabajo. 

"Faltaba solo un mes para que terminara el contrato y no sabíamos si se renovaba", explica David, sobre la llamada de socorro hecha por el colectivo estos días. Cree que "ha habido falta de comunicación" entre la Universidad de Zaragoza y la DGA, de quienes dependen los contratos. CC. OO. Enseñanza Aragón fue otra de las organizaciones que solicitó estos días a la consejería de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento que agilizara la prórroga. Recordaba la situación actual de "incertidumbre profesional y vital" que vivían los jóvenes, más de una treintena, con respecto a la conclusión de sus tesis doctorales y el desarrollo de su carrera investigadora debido a la covid-19.

La dirección general de Investigación e Innovación les ha asegurado que desde el primer momento estaba previsto que sus contratos se iban a renovar. Solo quedaba un último trámite administrativo. "Los centros ya tienen las instrucciones para prorrogar", han asegurado desde la consejería.

Estancias en el extranjero

David, turolense de 28 años, es enfermero de profesión. Lleva cinco años investigando cómo se asocia la condición física de las personas mayores de 65 años con diversos parámetros de salud como la mortalidad, movilidad, fragilidad y el consumo de medicamentos. "Hice mi trabajo de fin de master con un grupo de investigación y quise seguir con el mismo tema", cuenta sobre sus inicios. Cursó el máster en iniciación en ciencias de la Enfermería. Empezó con un proyecto de investigación nacional y ha terminado participando en uno que le ha llevado hasta Dinamarca.

Para tener el doctorado internacional necesita llevar a cabo una estancia mínima de tres meses fuera de España, para la que pide que haya ayudas específicas en Aragón. Ha necesitado el apoyo económico de sus padres para salir fuera. "Con tu sueldo tampoco puedes ahorrar porque te da justo para vivir", confiesa. Cobra unos 900 euros al mes, al igual que las otras dos investigadoras.

En Dinamarca ha vivido en primera persona las diferencias entre las condiciones de trabajo de sus colegas europeos. "Había varios técnicos en un laboratorio, un trabajo que acabamos haciéndolo aquí nosotros", relata sobre las labores que les quitan tiempo de su investigación. Eso en lo que se refiere al día a día, porque en cuanto al sueldo "cobran tres veces más que yo", afirma, consciente de que "el nivel de vida de allí es más alto". Recalca que pese a las desigualdades, "los resultados a nivel científico son iguales".

La mejor situación laboral y más estable cree que influye en que "ellos ya tenían familia e hijos y aquí ni nos lo planteamos". Algo similar ocurre cuando se compara con sus compañeros de carrera que no siguieron en el campo de la investigación. "Todos tienen hipoteca, coche, familia y yo no puedo ni vivir solo, tengo que estar con compañeros de piso", lamenta.  

"Hay gente que no se estabiliza hasta los 40 años"

El colectivo pertenece al nutrido grupo de jóvenes españoles que cerca de la treintena, todavía no pueden emanciparse. Los tres ya sabían que el de la investigación era un camino complicado, que conlleva sacrificios personales y profesionales. "Te da miedo porque es muy difícil plantearte un futuro por la precariedad. Es tan inestable que hay gente que no se estabiliza hasta los 40 años", lamenta Andrea, de 27 años, que ve lejos poder independizarse sola con sus ingresos actuales. Se lo plantea cuando termine la tesis el año que viene, pero con su pareja, para poder compartir gastos. La búsqueda de destinos con contratos laborales remunerados para seguir investigando hace que sea más difícil establecerse porque no saben dónde terminarán viviendo.

Ella estudió Derecho y empezó en 2018 su tesis sobre servicios de pago y protección del usuario, para ver cómo se garantizan los derechos de quienes tienen una cuenta bancaria, una tarjeta o pagan con criptomonedas, por ejemplo. "Hice el master en Abogacía, pero me di cuenta de que me gustaba más el mundo académico"

Subida de salario y trienios

Recalan que "no somos becarios" sino contratados de las Universidades en las que desarrollan su trabajo. Firman un contrato predoctoral o de personal investigador en formación. De ahí que hayan ido pidiendo mejoras en sus condiciones laborales para equipararlas a las de otros contratados. El Gobierno de Aragón les ha concedido este año trienios y ha elevado su sueldo en los dos primeros años un 25%, cuando es más bajo, para la convocatoria de plazas de este año (2021-2025).

La partida está dotada con 5,8 millones de euros para financiar "la incorporación en universidades y centros y organismos de Aragón de jóvenes investigadores que dentro de sus estudios de doctorado participen en proyectos de investigación específicos y novedosos", según la convocatoria. Así, el sueldo de los nuevos pasará de 20.736 euros anuales a 25.920. En el tercer año, el aumento será del 16%, ya que a partir de ahora se cobrará 25.920 euros frente a los 22.217 actuales. Y en el cuarto año, el sueldo se mantiene en 27.771 euros.

El camino es más largo. "Pasan unos 10 años para la estabilización", calcula Isabel, de 31 años, graduada en Arquitectura y especializada en paisajismo y proyecto urbano. Su investigación se centra en la calidad del espacio público de la periferia residencial de las ciudades, de los llamados "polígonos de vivienda" y  la "periferia ordinaria" formada por calles y manzanas, para ayudar a hacer un diagnóstico de la situación de zonas como las barriadas de viviendas de los años 50 al 70 que necesitan "una urgente regeneración urbana", afirma. "Me gustaban los análisis, aunque Arquitectura muchas veces está más enfocada a un proyecto", relata sobre su elección. Su contrato depende del Ministerio de Universidades.

La dedicación que necesitan sus proyectos no les permite pluriemplearse para conseguir otra fuente de ingresos. "Estoy más de ocho horas al día", afirma. En su caso, se acaba de independizar, después de hacer muchas cuentas. "Estoy casada con la hipoteca. Era  mejor opción que pagar el alquiler sola", asegura, ya que paga 200 euros al mes, frente a un alquiler en el mercado libre que puede rondar los 700 euros, y pese a ser un compromiso mayor. 

"Hay personas que realizan su tesis doctoral y no tienen cómo seguir. Muchas acaban yéndose fuera de España"

Confían en que la futura Ley de Ciencia, a nivel nacional, mejore las condiciones, pero de momento, el borrador que se ha filtrado no contemplaba algunas como la indemnización por final de contrato a la que ahora no tienen derecho

"El problema es que no hay una continuidad en nuestra carrera investigadora", lamenta David, que asegura que "es vocacional", si no ya lo habrían dejado. Y la situación no mejora para los que obtienen el doctorado. "Hay personas que realizan su tesis doctoral y no tienen cómo seguir. Muchas acaban yéndose fuera de España o a la empresa privada", lamenta Isabel. En este sentido, Andrea alerta sobre el coste de la fuga de talento. Destaca que la inversión pública que se hace en cada universitario e investigador "se acaba perdiendo" si al final termina marchándose. "Mucha gente ya no vuelve", añade.  

La pandemia de covid-19 ha trastocado también sus planes. Casi el 80% de los investigadores de la Universidad de Zaragoza vieron afectado su trabajo por el cierre de archivos, laboratorios o bibliotecas debido a las restricciones sanitarias, según un estudio del propio colectivo de PIF. Además, resulta más difícil moverse entre países y algunos han retrasado sus estancias en el extranjero. Isabel tenía prevista la suya el pasado enero en Portugal. Siguió adelante pero al poco de llegar le cogió un confinamiento decretado en el país. "Acabé haciendo la estancia de forma telemática como si hubiese estado aquí", lamenta.

"En España no ayuda tener un doctorado para buscar trabajo"

Lo que creen que no ha conseguido la pandemia ha sido poner en valor la investigación, pese a que ha sido la protagonista de la crisis sanitaria. Incluso entre sus propios compañeros. Andrea, que termina el año que viene la tesis, se plantea buscar trabajo en el sector privado si no consigue quedarse en la universidad. "Creo que siendo una persona joven, no se valora el doctorado", teme. Este tendría más peso si ya fuera un profesional con experiencia.  

Isabel lo tiene igual de claro: "Yo voy ahora a un despacho de arquitectura con el doctorado y me dirían que he perdido seis años de mi vida", dice, con cierta resignación. David es tajante: "En España no ayuda tener un doctorado para buscar trabajo". Lo único que les compensa es su vocación, que siguen poniendo a prueba en cada obstáculo que encuentran.

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