economía

Luz, gasolina y aceite disparan la cesta de la compra, que cuesta un 3,2% más en un año

Las familias aragonesas deben hacer un mayor desembolso en algunos productos esenciales, pero la previsión es que este aumento se moderará en los primeros meses de 2022.

Una mujer llena el depósito de su vehículo poco antes de irse de vacaciones.
Una mujer llena el depósito de su vehículo poco antes de irse de vacaciones.
EP/Pérez Meca

El alza de la luz no se frena, como tampoco lo hace la de los carburantes. Estos productos, junto al aceite, han disparado en los últimos meses el precio de la cesta de la compra, que aumenta un 3,2% en comparación con el año pasado. Esta situación obliga a las familias a hacer un mayor desembolso, aunque la previsión es que el incremento se modere durante los primeros meses de 2022. "El IPC (Índice de Precios de Consumo) seguirá siendo alto durante todo este año y también en los dos o tres primeros meses del próximo", alerta Marcos Sanso, catedrático del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Zaragoza.

No obstante, recuerda que, a excepción de la electricidad, el resto de productos han incrementado su precio porque cayeron durante el 2020 a consecuencia de la pandemia. Al volver a sus importes habituales, seguramente "se moderará". Es la inflación que se produzca a partir de entonces –alerta– la que más "deberá preocuparnos", ya que tendrá "un componente autónomo" que habría que vigilar por si supera los objetivos establecidos por el Banco Central Europeo.

En el último año, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el precio de la electricidad, el gas y otros combustibles se ha disparado un 23,6%. Y no es el importe más elevado registrado durante este año. En mayo y junio creció en un 27,5% con respecto a 2020 y en abril el auge fue del 26,2%. Estas cuatro cifras suponen los mayores incrementos anuales registrados en el histórico de estos productos, que se remonta a 2002.

Sanso recuerda que el mecanismo de fijación del precio de la luz es de tipo marginal, por lo que lo marca "la fuente de generación más cara". "En los últimos meses esta fuente está siendo el gas, que está marcando precios muy altos y se espera que continúe así durante un tiempo", reconoce. En este sentido, alerta de que los conocedores del mercado no creen que baje hasta el primer trimestre del próximo año. "También los derechos de emisión de CO2 se están encareciendo, aunque no tienen tanta influencia como el gas", apunta.

En este aspecto, el catedrático se muestra "preocupado", puesto que afecta directamente a los costes de producción de las empresas y repercute "sin excepción" en todas las familias. "En este componente de los precios sí que puede hablarse de récord", sostiene.

No ocurre lo mismo con los combustibles, que crecen tras una "fuerte caída" durante el año de la pandemia. "Es lo que se conoce como ‘efecto base’ porque el punto de comparación es bajo", afirma. De hecho, recuerda que los precios de este año no son más altos que los de 2019, "por lo que este componente de la inflación es de esperar que sea temporal".

Los alimentos también suben

La luz no es el único producto de la cesta habitual de la compra que se ve afectado por esta recuperación tras los peores momentos de la pandemia. El coste del aceite, tan de primera necesidad como la electricidad, también aumenta un 21,8% en solo un año. Asimismo, es más caro adquirir bebidas no alcohólicas, como son el agua mineral, los refrescos o los zumos, que han incrementado su importe en un 8,6% desde el verano pasado. El precio del pescado, tanto fresco como congelado, crece en un 7,6%;mientras que el de la fruta fresca lo hace en un 4,6% y el del café, cacao e infusiones asciende un 4,1%. En la mayoría de estos casos, incide el economista, se repite el ‘efecto base’.

Lo mismo ocurre con los gastos asociados al transporte personal (suben un 9%) o a los servicios de alojamientos, un 8,1% más caros. Por el contrario, baja el coste de los equipos de telefonía y fax (-9,7%), paquetes turísticos (-6,1%) y azúcar (-5%). Todo ello, provoca que el precio de los productos utilizados por los aragoneses en su rutina aumente un 3,2% frente a lo que se pagaba por ellos en julio de 2020.

Un aumento que, además, viene acompañado de un menor auge de los salarios. Según los datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social, los convenios colectivos firmados hasta ahora en Aragón apenas registran incrementos salariales del 1,58%. "Sin duda –destaca Sanso– es una erosión del poder adquisitivo".

No obstante, no considera que exista un riesgo real de entrar en una "espiral inflacionistas" similar a la de otras épocas de nuestra historia, como ocurrió en "los años 70 o primeros del 80 del siglo pasado". En este sentido, recuerda que la inflación de 2020 terminó con un signo negativo, mientras que los sueldos aumentaron "en torno al 2%".

El mayor riesgo –recalca– se encontraría en que los problemas de la cadena de suministro originados por la pandemia se prolonguen durante mucho tiempo y "se traduzcan en incrementos permanentes de los costes".

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