Heraldo del Campo

apicultura

El ‘pastor’ de abejas que endulza Andorra y personaliza colmenas

Roberto González realiza la trashumancia con sus abejas para elaborar las mieles de Apicultura La Cerrada y ofrece a sus clientes personalizar colmenas.

Roberto González, el joven apicultor detrás de Apicultura La Cerrada, y algunas de sus abejas.
Roberto González, el joven apicultor detrás de Apicultura La Cerrada, y algunas de sus abejas.
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Dicen que cuando uno siente pasión por su oficio es como si no trabajara. Así define Roberto González, el joven apicultor andorrano detrás de Apicultura La Cerrada, su labor con las abejas y la producción de miel. Y no es porque este sea un empleo fácil, sino más bien todo lo contrario. Roberto trabaja diariamente de sol a sol para cuidar de sus abejas y sus colmenas, y practica la trashumancia con los pequeños insectos para así obtener ricas y muy diversas variedades de miel, según la floración de cada zona y época del año. Además, recientemente, el apicultor ha puesto en marcha el proyecto Ecolmena, con el que sus clientes pueden personalizar una de sus colmenas, obtener productos totalmente naturales y visitar el colmenar para conocer de cerca su evolución.

Su pasión por las abejas comenzó desde muy temprano, ya que su abuelo siempre había tenido colmenas. Pero, poco a poco, lo que nació como una afición se convirtió en su modo de vida y, hace dos años, decidió dejar su trabajo en una fábrica para dedicarse íntegra y profesionalmente a la apicultura, abriendo también una tienda en Andorra para vender sus productos y otras elaboraciones artesanales. "Cuando era pequeño iba con mi abuelo a las colmenas y cuando él ya no las pudo atender me las quedé. Las rehabilité y restauré, porque estaba todo abandonado. Al principio, comenzó como un hobby, pero llegó un momento en el que tenía tantas colmenas que tuve que marcharme del trabajo que tenía para poder atenderlas en condiciones. Entonces, empecé a vender la miel y decidí montar la tienda en Andorra", recuerda Roberto González, creador de Apicultura La Cerrada.

Ahora, Roberto cuenta con 700 colmenas propias y trabaja otras 300 de particulares, por lo que a sus espaldas lleva el trabajo de un millar de colmenas. Y teniendo en cuenta que cada colmena alberga entre 100.000 y 120.000 abejas, su labor no es nada fácil. "El trabajo es duro, mucha gente no se lo puede imaginar. Gente acostumbrada a trabajar 12 horas de albañil pasa dos días conmigo y ya no quiere venir más. Vamos muy tapados, hace mucho calor y hay que hacer mucho esfuerzo con la trashumancia. Es duro y, además, siempre te llevas algún picotazo. Además, tienes que aprender mucho antes de dedicarte a esto, sobre todo es importante saber el campo donde las tienes, por el tema de herbicidas y pesticidas, que a las abejas las matan al instante", reconoce el joven apicultor.

Trashumancia de abejas

La trashumancia es, precisamente, una de las claves de su labor como apicultor, ya que trasladando a las abejas de un lugar a otro, según la época del año y su floración, logra obtener entre 15 y 20 variedades de miel distintas. Ajedrea, lavanda, carrasca, roble, romero, tomillo, almendro o azahar son solo algunas de ellas. "Yo hago trashumancia con las abejas. En primavera las tengo en una zona de monte bajo, a unos 700 metros de altitud y, luego, las subo a la sierra, a unos 1.400 metros. Allí está empezando la primavera y el verano es un poco más fresco y pueden producir miel de verano", explica Roberto.

Algunas de las mieles de Apicultura La Cerrada.
Algunas de las mieles de Apicultura La Cerrada.
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Y si el hecho de hacer la trashumancia con las abejas puede resultar llamativo, todavía más sorprendentes son los datos relativos a la producción de miel. Cada abeja recorre 7.000 flores para recolectar 5 gramos de miel y son necesarias 200 abejas y 1.440.000 flores para producir un kilo de miel. "Tengo miles de trabajadores sin contrato", bromea Roberto, en alusión a sus pequeñas compañeras, las abejas.

Ecolmena

Además del cuidado de las abejas, de producir miel, propóleo, polen y jalea real (esta última solo por encargo, debido a la dificultad para extraerla), así como de atender su tienda, Roberto ha puesto en marcha este año otro proyecto que le está ayudando a dar a conocer sus productos y a fidelizar clientes. Se trata de Ecolmena, un servicio mediante el cual sus clientes pueden personalizar su propia colmena con el diseño que deseen. Roberto es el encargado de cuidarlas y supervisarlas, mientras que los usuarios reciben dos lotes de productos naturales al año (valorados en 42 euros cada uno) y un regalo sorpresa al acabar la temporada, así como fotos y vídeos periódicamente para ver la evolución de su colmena. Además, pueden realizar hasta dos visitas a la colmena con cata de mieles. Todo ello por 110 euros al año (iva incluido). "No estoy ganando dinero, pero te das a conocer y estás vendiendo tu producto. A un apicultor le cuesta producir y sacar a la venta un bote de miel 3,75 euros, ¿cómo vamos a venderlo a 2,5 euros en una cooperativa? Muchos de los productos que se venden en los supermercados vienen de China y son glucosas, que no tienen nada que ver con la miel", afirma Roberto.

El proyecto empezó en enero y esta temporada ha logrado atraer a cien "personalizadores". Muchos de ellos ya han realizado alguna visita a las colmenas y han salido "muy contentos y con cero picotazos, que es muy importante", comenta Roberto. El joven apicultor, además, ofrece charlas y cursos sobre la cría de abejas y la producción de miel, y ya está trabajando en su siguiente proyecto: un museo de la evolución de la apicultura que verá la luz en 2022 en Andorra y que tendrá entrada gratuita para los usuarios de Ecolmena.

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