Heraldo del Campo

horticultura

El chile picante y la okra también se cultivan en Aragón

Tienen su origen en África o en América, y aunque su presencia todavía es limitada en Aragón, cultivos como la okra o el chile comienzan a avanzar por las tierras de cultivo de la Comunidad.

El chile picante y la okra también se cultivan en Aragón.
El chile picante y la okra también se cultivan en Aragón.
HA

La huerta aragonesa nos tiene acostumbrados a disfrutar de tomates, lechugas, cardo o de la apreciada borraja. Son desde luego los cultivos predominantes. Pero no son los únicos. Hay hortalizas mucho menos conocidas pero que ya comienzan a dar su primeros frutos en Aragón, en iniciativas particulares, todavía de pequeña dimensión, pero que buscan la diferencia y esos nuevos mercados que están abriendo aquellos paladares llegados de otros países.

Hablamos de la okra (conocida también como ocra, quimbombó, quingombó, gombo o molondrón), una hortaliza originaria de África pero muy utilizada en la gastronomía asiática o americana, aunque aún por descubrir en las cocinas españolas. Similar a un pimiento, este vegetal, que según los expertos nutricionistas ayuda a combatir la diabetes, a controlar el peso, a luchar contra las úlceras de estómago, a proteger la mucosa digestiva y eliminar la fatiga, es un ingrediente multiusos, ya que puede comerse crudo, cocido, al vapor, frito o guisado, y contiene además una sustancia mucilaginosa que la hace idónea para espesas guisos, estofados y sopas.

Mucho más conocidos -aunque no por ello más consumidos- son los chiles picantes (en sus más diversas variedades), esos pimientos que incendian el paladar y que comienzan a abrirse paso en el mercado español no solo por las ventas entre la población procedente de México (y sus descendientes españoles), sino también por el rápido avance de la comida de ese país tanto a través de restaurantes especializados como abriéndose paso en los lineales de los supermercados.

Aunque tímidamente, el cultivo de la okra y el chile picante ha llegado a Aragón. Se trata todavía de producciones de pequeño volumen, cuyos impulsores optaron por tan exóticas hortalizas para abrirse hueco en un mercado en el que estaban convencidos de que no podrían competir con las grandes producciones de la horticultura mediterránea.

Es el caso de Okra Matarranya, impulsada por David Rovira en unas tierras de regadío situadas en Nonaspe, localidad zaragozana enclavada en la comarca del Bajo Aragón-Caspe, y Chile Picante España, una marca que ha echado a andar de la mano Javier Pérez, hortelano del barrio rural de Montañana (Zaragoza).

Se trata de iniciativas recientes, que están comenzando a dar los primeros pasos, primero para conquistar esos mercados a los que acuden ciudadanos asiáticos o americanos que utilizan esta verdura como ingrediente esencial de su dieta. Pero también con la confianza de que los consumidores españoles comiencen a descubrir y apreciar alimentos de otras tierras que, como señalan los expertos, cuentan con grandes cualidades nutricionales.

Y no solo eso. En el caso de la okra, su versatilidad es un grado, porque incluso tiene aplicaciones medicinales e incluso de la corteza de los tallos se puede extraer una fibra textil o utilizarse para la producción de papel.

Fruto de la okra.
Fruto de la okra.
Okra Matarranya

De África a Zaragoza

Hay dos hectáreas de tierra agrícola en Nonaspe (Zaragoza) en las que se ha hecho dueña una hortaliza africana, muy apreciada tanto entre la población de cultura musulmana, centroafricana, caribeña e indonesia, así como en diversos países del lejano oriente, donde constituye parte integrante de la dieta.

Se le conoce como okra, quingombó, quimbombó, gombo, molondrón, bamye y bhindi, pertenece a la familia malvaceas y es una especie anual de porte erguido, cuyo robusto tallo central puede alcanzar un altura de entre 1,75 y 3 metros, que luce hojas grandes y flores amarillas, parecidas a las del algodonero, cuya apertura coincide con las horas más cálidas del día.

El fruto es una cápsula polilocular de forma cónica que puede llegar a alcanzar los 30 cm de longitud y los 3,5 cm de diámetro en su base. Pueden ser asurcados o lisos. Un gramo de semillas contiene aproximadamente 150 unidades.

Como explica un informe publicado por el Ministerio de Agricultura, tanto por su origen geográfico como por su distribución actual por el mundo, el cultivo de la okra se puede considerar como tropical, aunque estas plantas, que son sensibles al frío, pueden vegetar en los mismos entornos climatológicos que el tomate o el pimiento, como lo demuestra en Aragón la plantación de Okra Matarranya puesta en marcha en 2017 por David Rovira.

Eso sí, esta hortaliza exige suelos bien drenados y con un buen nivel de materia orgánica en los que "hay que mantener una humedad suficiente tras la siembra para que se produzca una correcta nascencia, dar un riego abundante tras el trasplante para asegurar el arraigo de las plantas y evitar el estrés hídrico durante la floración y formación de frutos para obtener las máximas producciones", destaca el documento, que advierte que, sin embargo, es necesario evitar un exceso de agua o fluctuaciones importantes en su contenido en el suelo durante el periodo productivo porque puede producir malformaciones en los frutos y la aparición de enfermedades fúngicas.

Dice el informe, y lo sabe bien David Rovira, que cuando el fruto está listo para la recolección el trabajo se endurece, no solo porque la cosecha llega en pleno verano -el grueso de la recogida se hace en agosto-, sino porque para retirar el fruto (cuyo tamaño oscila entre los 4 y los 10 centímetros según el mercado al que vayan dirigidos) hay que usar guantes y llevar los brazos protegidos, puesto que tanto las hojas como los tallos están recubiertos de unos pelillos urticantes, de efectos similares a los de la ortiga, "que pueden hacer muy penoso el trabajo del recolector si no se toma esta precaución", advierte el documento del Ministerio.

Una planta de okra, una hortaliza africana que está echando raíces en dos hectáreas de regadíos de Nonaspe (Zaragoza).
Una planta de okra, una hortaliza africana que está echando raíces en dos hectáreas de regadíos de Nonaspe (Zaragoza).
Okra Matarranya

Multiusos

Como buena hortaliza que es, puede tomarse en crudo, asada, frita o cocida, además de utilizarse para espesar guisos y sopas, un uso muy habitual entre las poblaciones paquistaníes a las que, de momento, se dirige la producción de Okra Matarranya, cuyo propietario destaca además las saludables cualidades de esta verdura, muy baja en calorías, que contiene fibra y numerosos nutrientes, vitaminas y minerales, que la hacen apropiada para prevenir la diabetes y la arteriosclerosis, para reducir el colesterol y los triglicéridos o reducir peso.

Pero la okra (o el ocra, como señala la Real Academia de la Lengua Española) tiene también otros ‘curiosos’ usos. En distintos países africanos se aprovechan sus semillas ya maduras para pienso de aves e incluso si estas se muelen o se tuestan se pueden utilizar como sustituto del café o para mezclarlo con él e incluso se se emplean en la preparación de una bebida equivalente a la cerveza.

No solo el grano tiene utilidad. De la corteza de los tallos de esta planta se puede obtener una fibra textil que en países de Centro África se dedica, por ejemplo, a la fabricación de sedales y redes de pesca. En Estados Unidos estos tallos también se han utilizado como materia prima para fabricación de papel.

Todas estas cualidades son las que llevaron a Okra Matarranya ha decidirse por este cultivo, con apenas presencia no solo en Aragón sino en el conjunto de España. Prueba de ello es que la mayor parte de la okra que se consume en el país procede de la importación, principalmente de México y de la India.

El chile carolina reaper, considerado el más picante del mundo.
El chile carolina reaper, considerado el más picante del mundo.
HA

Chiles picantes

Mucho más acostumbrados estamos los consumidores (unos paladares más que otros) al chile -llamado también ají-, uno de los productos indispensables de la cocina mexicana, considerado como milenario porque hace ya más de 6.500 años las culturas mesoamericanas, como la azteca, ya lo incluían entre su consumo diario de alimentos.

Su nombre científico es Capsicum y pertenece a un género de plantas angiospermas, nativo de las regiones tropicales y subtropicales de América. Se trata de un cultivo que se adapta a un rango muy amplio de altitudes, y el rango de temperatura en el que se cultiva también es variable -entre los 18 y 30º- y es recomendable que crezcan en suelos liviados, de textura areno-arcillosos, con un buen drenaje y moderado contenido de materia orgánica.

A pesar de que su cultivo no resulta complicado, lo cierto es que no es habitual encontrar plantas de chile picante conviviendo con las tradicionales verduras de la huerta aragonesa. Pero las hay. La explotación se encuentra en el barrio rural zaragozano de Montañana. Ocupa todavía una extensión no demasiado grande, pero las previsiones de su propietario, impulsor de la firma Chile Picante España, apuntan a un crecimiento sostenido pero progresivo porque las posibilidades de los cultivos de otras tierras también están terreno en Aragón.

Una verdura tropical en el regadío de Nonaspe

David Rovira entre sus cultivos de okra en Nonaspe.
David Rovira entre sus cultivos de okra en Nonaspe.
D. Rovira

Cuando David Rovira decidió alquilar unas tierras de regadío en Nonaspe, en la comarca del Bajo Aragón Caspe, no pensó en hortalizas convencionales sino en un producto nuevo "que pudiera colocar en el mercado". Quería que fuera un cultivo anual. "En tierras de arriendo es complicado optar por almendros o ciruelos, así que pensé en algo que se siembra y se arranca en el año porque si no renovaba el contrato o no iba bien lo podía dejar", explica.

Y se decantó por la okra. "Es un cultivo muy utilizado en la gastronomía pakistaní y en esta comarca hay bastante población de esa nacionalidad", detalla. Le animó descubrir que en Cataluña, de donde es natural, existe una importante población de este país. "En Barcelona está mi familia, así que hago viajes a menudo por lo que pensé en las posibilidades de esta hortaliza", explica Rovira, a quien terminó por decidirle su pareja, que había realizado un curso de emprendimiento en el que se habló de esta verdura.

Aunque se trata de un cultivo tropical, se adapta bien a las condiciones climáticas del Bajo Aragón. Pero, asegura Rovira, "no es fácil de cultivar", señala este bombero, que compatibiliza su trabajo con la agricultura. Primero porque, como explica, se recoge en el pleno y tórrido verano: un 15% en julio, en agosto el 50% y el otro 35% en septiembre. "La recolección hay que hacerla en los meses de mayor calor, aunque yo procuro trabajar solo en las primeras horas de la mañana. Hay que recogerla cada día, agachado, de forma manual y bien protegido porque la planta es urticaria y produce picor", matiza. En campaña emplea a cinco trabajadores.

Comenzó con su proyecto (Okra Matarranya) en 2017, año en el que se dedicó a preparar la semilla. Su primera producción, que ocupa unas dos hectáreas alcanzó los 3.000 kilos y esta campaña prevé recoger 8.000 kilos, el doble de lo conseguido en la cosecha de 2020.

Rovira comercializa la okra recolectada en julio en los establecimientos de comercio paquistaní de la comarca bajoaragonesa, pero reconoce que cada vez es más complicado porque "hay mucha economía sumergida y no se consigue el precio adecuado". El resto, es decir la mayor parte, lo vende a través de Mercabarna. "Ahora he abierto un poco el mercado en Tarragona, pero ya veremos como me va", reconoce. Confía en que el cultivo vaya calando en la gastronomía española, aunque está convencido de que el empujón llegará cuando "un cocinero famoso lo utilice y lo diga por la tele". Mientras tanto, Rovira llevará este año su hortaliza africana a "algún bar" para que lo sirva como tapa "a ver si gusta y cuaja su consumo".

Puro picor mexicano en la huerta de Montañana

Javier Pérez en las tierras en las que cultiva chiles picantes.
Javier Pérez en las tierras en las que cultiva chiles picantes.
J. Pérez

Javier Pérez ya tenía experiencia como hortelano. Lo fue durante diez años, pero siempre como un entretenimiento y solo para autoconsumo. Asegura que llevaba un tiempo deseando dar el salto a la profesionalidad, es decir, dedicarse a producir para el mercado y convertir su pasatiempo en un negocio. Buscaba, eso sí, algo distinto a los tomates, las lechugas o las acelgas, porque era consciente, dice, de que "con eso no tendría mucha salida ya que significaba tener que competir con los grandes".

Fue un amigo cocinero el que le encaminó hacia otras alternativas. "Le expliqué mi inquietud y me dijo que por qué no lo intentaba con los chiles picantes", detalla Pérez. Reconoce que no conocía bien esta hortaliza porque ni siquiera era consumidor de estos pimientos, seña de identidad de la gastronomía mexicana, pero se lanzó a la compra de semillas porque lo que quería era diferenciarse "de lo que ya hay en la agricultura", detalla.

Los cultiva desde la primavera del pasado año sobre una superficie de unos 2.000 metros cuadrados en el barrio zaragozano de Montañana, tanto en exterior como en invernadero. Y no le resulta complicado porque aunque esta producción procede de otras latitudes, "se produce como cualquier otro pimiento, no tiene requerimientos ni riegos especiales ni hay que tratar la tierra de forma diferente", detalla. Y aunque no tiene el certificado de ecológico, Pérez trata su huerta como si lo fuera, "sin tratamientos preventivos y utilizando solo las herramientas necesarias cuando surgen plagas".

En sus tierras crecen variedades como el jalapeño o el poblano, a las que este año han añadido el carolina reaper, considerado desde 2013 el pimiento más picante del mundo, white pot, bellrubi y habanero.

"La idea era comenzar por los conocidos pero hemos avanzando con otro tipo de hortalizas exóticas", explica Pérez. Por eso y aunque su empresa lleva por nombre Chile Picante España, ha hecho hueco entre sus cultivos como la okra y la berenjena etíope, conocida también como djakato.

Este hortelano produce alrededor de 300 kilos de chiles y 500 kilos de okra, que vende a restaurantes, a tiendas expecializadas en productos africano o árabes y desde este año cuenta con un puesto en el mercado agroalimentario de Parque Venecia.

Su deseo es ir aumentando la producción, pero Javier Pérez quiere hacerlo con paso firme, sin acelerarse y adaptándose al mercado. Su intención, avanza, es ir incrementando la superficie cultivada alrededor del 5% cada año.

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