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El secuestrador de Montecanal monta un altercado en prisión y lo trasladan a Galicia

Julián Gracia tiró un televisor desde la celda al patio al ver en las noticias que lo habían condenado por una paliza. Uno más de los muchos incidentes que arrastra.

Condenado a tres años y medio por su última agresión en una pensión de Zaragoza. Julián David Gracia fue condenado el pasado julio por la paliza que propinó a su última novia en la pensión Laborra de Las Delicias.
Condenado a tres años y medio por su última agresión en una pensión de Zaragoza. Julián David Gracia fue condenado el pasado julio por la paliza que propinó a su última novia en la pensión Laborra de Las Delicias.
Heraldo

El último altercado protagonizado en prisión por el zaragozano Julián David Gracia Gracia, más conocido como el secuestrador de Montecanal por el rapto de dos mujeres en el año 2000, le ha costado su traslado desde el centro penitenciario de Zuera al de Teixeiro, en Galicia. El delincuente, que acaba de cumplir los 40 pero lleva entre rejas desde los 19, cumplirá allí su última condena: tres años y medio de prisión por la paliza que propinó a su última novia en la pensión Laborra del barrio de Las Delicias. Fue precisamente su violenta reacción al conocer la noticia por televisión la que llevó a la dirección de la cárcel a pedir su traslado, que se hizo efectivo hace solo unos días.

El suceso se produjo el pasado 17 de julio, cuando Julián David Gracia estaba viendo el informativo de AragónTV en el televisor de su compañero de celda. El delincuente quedó en libertad la pasada primavera, pero tras ser detenido por agredir a la mujer con la que llevaba saliendo unos días el juez ordenó su regreso a la cárcel de Zuera. Y allí se encontraba cuando se enteró por las noticias de la sentencia condenatoria. Según fuentes penitenciarias, en un ataque de ira, el interno arrancó la televisión y la arrojó al patio desde una ventana del módulo 10. No hubo que lamentar más daños que los materiales y ni siquiera el dueño del aparato se atrevió a quejarse, pero este enésimo incidente fue la gota que colmó el vaso.

La experiencia demuestra que el secuestrador de Montecanal recurre de forma instintiva a la violencia ante cualquier frustración. Ello le ha convertido en un individuo peligroso, capaz de atemorizar a los que le rodean. Durante el juicio por la paliza de la pensión Laborra, uno de los policías que acudió al establecimiento de la calle de Duquesa Villahermosa recordó que la víctima estaba aterrorizada. «Lloraba y nos decía que no quería denunciar por miedo a que hiciera algo a sus hijos. La mujer se orinó encima de lo asustada que estaba», declaró.

Agresiones y altercados

Julián David Gracia estuvo ligado de joven a la ultraderecha y es aficionado a las artes marciales. En concreto, al ‘full-contact’ o ‘kick boxing’. Según fuentes penitenciarias, practicando esta disciplina en el gimnasio de Zuera dejó malherido a otro preso. Lo que está claro es que se trata de un tipo peligroso. De ahí que durante el juicio por la paliza de la pensión Laborra estuviera engrilletado y fuera custodiado por cuatro policías, cuando lo habitual son dos por acusado.

Pero tampoco se lo puso fácil a los guardias que lo trasladaron el día de la vista oral desde Zuera a la Ciudad de la Justicia, ya que también la emprendió con otro interno que iba en el furgón de la conducción. La actitud de Julián David Gracia obligó a actuar a sus custodios, que tuvieron que colocarle dos esposas.

Tras el incidente del televisor, los responsables de la cárcel de Zuera solicitaron el traslado del delincuente zaragozano, y la Secretaría General de Instituciones Penitencias optó por poner kilómetros de por medio y enviarlo a Teixeiro, en La Coruña. Se da la circunstancia de que fue allí donde se trasladó también a Norbert Feher, alias Igor el Ruso, por el triple crimen de Andorra.

Cuando iban a subir al autobús, al secuestrador de Montecanal, volvió a montarla. «Echadme todos los guardias civiles que queráis. No tengo miedo de nada», gritó, en un intento desesperado de evitar su envío a Galicia. Al final, lograron tranquilizarlo.

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