La industria clama contra la falta de materias primas y la subida desbocada de los precios

Los empresarios ven la situación insostenible y piden a la UE tomar medidas

Una de las dos cortadoras láser de Enganches Aragón en la que se ve cómo se introduce una plancha de acero en la máquina.
Una de las dos cortadoras láser de Enganches Aragón en la que se ve cómo se introduce una plancha de acero en la máquina.
S. E.

La escasez de materias primas esenciales y la escalada de precios está poniendo en jaque a la industria aragonesa. «Es un sentir generalizado», reconoce Ricardo Mur, presidente de CEOE Aragón. «Empresas del sector Metal y de la Construcción están sufriendo incrementos muy altos tanto por el precio de la materia prima en origen como por el de los fletes marítimos para traerlas». Un impacto severo, dice, que Europa padecerá si no «apuesta por una verdadera estrategia de reindustrialización que evite la gran dependencia de países asiáticos».

«El acero ha duplicado su precio, la madera también y al final tienes que repercutirlo», reconoce María Domínguez, gerente de la empresa Equimodal, que fabrica contenedores desde Malpica. «Casi todas las materias primas, incluso pinturas especiales con pigmentos que solo se hacen en China, están en máximos». Lo achaca a los desequilibrios en el mercado que ha generado la pandemia. Durante el confinamiento, los altos hornos y las minas pararon la extracción y a partir de junio de 2020 cuando la industria a nivel global empezó a reactivarse no dieron abasto. Si a eso se suma el crecimiento de la economía en China, que absorbe mucha materia prima, y los estímulos a la recuperación en la UE, se genera una falta de capacidad de aprovisionamiento, explica.

«En Europa, en lugar de productores hemos pasado a ser importadores de acero, de hierro, etc. Los países asiáticos tienen de todo y marcan la política: se suministran ellos primero con mejores precios y luego atienden el mercado exterior», indica Luis Arruga, director de operaciones de planta de Linamar, antigua Alumalsa, proveedora de piezas de aluminio a la automoción. « En un intento de protegerse frente a subidas y bajadas, esta compañía tiene indexado el precio del aluminio de acuerdo a la bolsa de Londres», apunta. Así, hacen revisiones trimestrales, y «lo que pierdes luego lo recuperas, pero nunca habíamos visto un precio tan alto como en junio y julio». Si normalmente la tonelada está entre 1.500 y 1.600 euros, su precio ahora es de 2.100. «Es inusual que la subida se prolongue tanto», añade Arruga: «Es una cuestión especulativa que juega con las limitaciones de producción en el mundo».

«Hay un estrangulamiento en la generación de la materia prima», reflexiona Juan Carlos Bandrés, presidente de la Confederación de Empresarios de la Construcción de Aragón y director general del grupo Lobe. «Están detrás monopolios a nivel mundial que con este incremento tratan de compensar las no ganancias de 2020. Saben que solo se le puede comprar a ellos y especulan», afirma. «Esta escalada de precios es una prueba de fuego para un sector que empezaba a repuntar», señala. Si el hierro o la ferralla, básica en la estructura de los edificios; o los perfiles de chapa en los tabiques de pladur o el PVC en los desagües aumentan de precio habrá que subir también el de la vivienda. El tiempo dirá si puede soportar ese incremento», advierte.

Alfonso Biel, director general de Sphere España, fabricante de bolsas biodegradables y compostables, considera una «vergüenza» lo que está ocurriendo. De pagar la tonelada de plástico a 1.000 euros ha pasado a 2.000. «Bueno, en junio se ha ajustado algo y se ha quedado en 1.800 al quejarse el sector de automoción. No sé cómo con estos precios nos mantenemos en pie», confiesa. Y pide a políticos de la UE que busquen soluciones: «Tienen que defender la estructura productiva europea».

«Esta subida está resultando «dramática», asegura Carlos Oliván, director general de Jotul España y presidente de la Asociación española de fabricantes de estufas y chimeneas Aefecc. En veinte años en el sector, afirma no haber visto un incremento así en el precio del acero y tampoco en el la chatarra, que de 450 o 600 euros la tonelada ha subido a 900 o 1.000 euros: «Lo hemos notado en todo: plásticos, acero, hierro, madera y cristales cerámicos que nos llegan de Japón. Muchos fabricantes están aguantando porque tienen materia prima comprada, pero se está alargando demasiado».

«Cada día al llegar a la fábrica, pregunto qué nos falta?», confiesa Fernando Benito, director general de Enganches Aragón. «Estamos teniendo problemas con el plástico, el acero, los semiconductores. Es un problema a nivel global: la carestía y los precios». En su caso, ha empezado a repercutirle algo al cliente, pero no todo. «Me quedaría fuera de mercado».

«El 70% del precio de nuestras piezas es la materia prima, pero si se repercutiera en el precio de venta del coche, dejaríamos de ser competitivos», advierte Juan Carlos Dueñas, jefe de la planta del proveedor Linde Wiemann en Pedrola. «El acero ha duplicado su precio. A la vuelta del verano, nos reuniremos con los constructores de coches para ver qué hacemos. Hay mucha incertidumbre», dice.

«El impacto está siendo terrible. El aluminio es la base de nuestro producto», señala por su parte Eduardo Sanz, de Airtex, fabricante de bombas de agua y combustible para la automoción, que no cree en teorías conspiratorias pero desconfía de lo que está pasando: «No se si es una guerra económica, pero se parece», apunta. 

Una crisis de suministro que no solo afecta a los microchips

Aunque son las fábricas de coches como la de Stellantis (Opel PSA en Figueruelas) las que más se están viendo obligadas a parar por falta de microchips, hay otras como las de electrodomésticos que están también sufriendo escasez y no solo de este componente. Desde BSH España indican que desde finales de 2020 vienen teniendo incrementos de precio importantes en plásticos, acero y otros metales que usan. «Por ejemplo, el cobre ha duplicado prácticamente su precio en lo que va de año: la repercusión es mayor en frigoríficos y lavadoras que en productos de cocción, hornos o placas de inducción». Y aunque aseguran «estar haciendo lo posible para reducir el impacto sobre el consumidor», advierten de que si la situación persiste en el tiempo, tendrán que evaluarlo. 

«Aumentar la oferta disponible con más capacidad de producción en acerías o invertir en nuevas líneas de semiconductores» son parte de la solución para BSH, que pide «revisar la política arancelaria que los gobiernos establecen a la importación de ciertas materias primas desde otros mercados y que limitan fuertemente la competencia».

«Fletar un contenedor costaba 2.000 dólares y ahora 12.000»

El año 2021 «está siendo una locura en lo que es la cadena de suministro a nivel global», advierte Eduardo Corella, presidente del clúster aragonés de la logística ALIA y socio director de Operinter Zaragoza. «Nos encontramos con una situación de fletes de importación desde China totalmente incomprensible», subraya. «Es muy complicado entender cómo un flete ha pasado de 2.000 dólares a 12.000. ¿Y eso porqué?» se pregunta: ¿Cómo lo va a repercutir o absorber el mercado? ¿Acabará trasladándose al precio final del producto y si se traduce en inflación, como vamos a ser capaces de asumirlo?». Son cuestiones que este profesional del comercio internacional se plantea ante un entorno muy cambiante y volátil para las empresas.

«Los precios de los contenedores están disparados», corrobora el directivo Eduardo Sanz. de Airtex, que necesita unos 300 contenedores al año para nutrir sus líneas de producción. «Además, lo que antes tardaba en llegar seis semanas, puede convertirse ahora en ocho. Es un desastre», dice.

«Un contenedor de 40 pies que antes te costaba entre 1.500 y 2.000 dólares ahora está por los 14.000 o 15.000 y además no encuentras hueco en los barcos», corrobora Alfonso Biel, de Sphere, que ve detrás de estos sobrecostes en el transporte marítimo y las materias primas intereses especulativos. «Algunas petroleras están parando producciones con lo que hay menos oferta en el mercado».

Muchos desajustes son los que ha traído la pandemia y que tardarán en corregirse. Como puntilla, Luis Arruga, de Linamar, menciona el precio de la energía. «Si un megavatio hace cinco meses nos costaba cincuenta céntimos de euro, ahora es el doble. Nosotros que somos intensivistas en consumos de energía, tanto de gas como de luz, vemos insostenible pagar estos precios. Nos hace perder competitividad», advierte. «Como las multinacionales de las que hay fuerte dependencia en España empiecen a tener costes demasiado altos pueden irse», anticipa, y si se prolonga esta subida, avisa, «la siguiente fase puede ser la destrucción de tejido productivo». 

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