Agresiones homófobas: lacras de otra época que se duplican en pleno siglo XXI

La asociación Somos LGTB+ asegura que los delitos homófobos se han disparado, aunque muchos no llegan a denunciarse y no aparecen en las estadísticas de Interior.

Concentración celebrada el pasado lunes en la plaza de España de la capital aragonesa
Concentración celebrada el pasado lunes en la plaza de España de la capital aragonesa
Guillermo Mestre

Cada cual puede vivir a su manera. Y a hacer gala de su orientación sexual, si a sí lo desea, sin que nadie pueda reprocharle nada. O al menos eso dice la ley, que más veces de lo deseable choca con una realidad menos amable. Porque todavía, en pleno siglo XXI, hay quien no tolera la libertad de cada individuo a mostrarse como es, sin disfraces. Es este un problema, el de la homofobia, que lejos de extinguirse se expande. "Y que, sobre todo, se esconde muchas veces por miedo a denunciar, porque eso implica salir del armario cuando uno puede no estar del todo preparado", cuenta Alejandro Sierra, técnico de atención social y a las discriminaciones de la asociación Somos LGTB+ Aragón, que el pasado lunes convocó una multitudinaria concentración en la plaza de España de Zaragoza en repulsa al asesinato de un joven en La Coruña, homicidio que se investiga como presunto ataque homófobo.

La oenegé ha recabado en lo que va de año un total de once supuestos delitos de odio contra la orientación o identidad sexual. "Habitualmente, otros años atendemos unos 8 o 9 casos de enero a diciembre. Por ello, estamos hablando de un fuerte incremento", lamenta el activista, quien hace dos semanas sufrió un ataque por el mero hecho de pasear de la mano con su pareja: "Nos gritaron ‘bujarras’ desde un coche solo por ir dos chicos juntos. Es algo que no se denuncia, pero que incomoda, que duele y molesta mucho", explica.

Cada edad, apunta Sierra, sufre los ataques homófobos "de una manera distinta". Por ejemplo, en los centros de educación Primaria y Secundaria, una persona que no es heterosexual "sigue teniéndolo complicado" y enfrentándose a agresiones, incluso físicas. Si después pasa a la Universidad, "cambia de amigos, de entorno, y busca a gente que se amolde más a su forma de ser. Por eso la experiencia suele ser mejor", razona el portavoz de Somos. Por desgracia, los problemas reaparecen en algunos entornos laborales. "Un estudio de la Universidad Complutense demuestra que 7 de cada 10 LGTBI esconden su identidad en sus puestos de trabajo. Se invisibilizan. Pero eso es algo que ocurre desde el colegio: nos hablan de las muchas mujeres de un rey o un emperador, pero no de la abierta homosexualidad de un personaje histórico".

Otro de los vectores que ha multiplicado los mensajes de odio ha sido el impulso de la ley trans. "Y eso que no hace más que reconocer que las personas trans no están enfermas. Que solo quieren caminar hacia la igualdad frente a las administraciones públicas", aduce Sierra.

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