¿Sabías que hay un pueblo en Aragón que celebra su particular versión de San Fermín?

Los vecinos de esta localidad cincovillesa disfrutan tradicionalmente, en el marco de sus fiestas mayores (suspendidas este año, de nuevo, por la pandemia) de una parodia de los encierros, con un toque original.

Sos del Rey Católico
Sos del Rey Católico
N.Barceló

Si la pandemia no hubiera aparecido en nuestras vidas, este miércoles, 7 de julio, hubieran comenzado los Sanfermines. Por segundo año consecutivo, pamploneses y visitantes echarán de menos el ambiente festivo de las calles de la capital navarra y, sobre todo, los famosos encierros, que cada año atraen a miles de turistas de todo el mundo.

En Aragón, donde las fiestas patronales están suspendidas al menos hasta finales de agosto, hay una localidad que cuenta con su propia réplica de los encierros, en este caso rebautizados bajo el nombre de 'San Cojón'. Se trata de Sos del Rey Católico, donde desde hace varias décadas sus vecinos corren en esta parodia de los Sanfermines, con un toque original, donde nadie sale herido y todo el mundo disfruta. El recorrido se inicia a las 8.00 con el cántico a 'San Cojón' en el Portal de Maya hasta la plaza de la Villa. Varios toros de cartón son empujados durante este peculiar encierro, que tiene lugar durante las Fiestas Mayores, celebradas durante la semana del penúltimo jueves del mes de agosto.

Fiestas de agosto de 2014 de Sos del Rey Católico.
Imagen de archivo de las fiestas de agosto de Sos del Rey Católico.
N.Barceló

Pero este no es el único festejo original que tradicionalmente acogen los pueblos de Aragón, como el curioso ‘encierro del bus’ en Torralba de Ribota, un acto que simula una suelta de vaquillas en la que el autobús de línea de la zona hace las veces de animal; o ‘la Calzoncillada’ en Caspe, una particular carrera urbana en la que, como su propio nombre indica, los participantes hacen el recorrido en ropa interior. Uno de los más populares, el Cipotegato de Tarazona, tradición tiene lugar el 27 de agosto en el marco de las fiestas de San Atilano, en la que un joven disfrazado de arlequín irrumpe en la plaza de la localidad y es perseguido por la muchedumbre que le lanza tomates hasta llegar a la escultura erigida en su honor. 

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