sociedad

Con el cachirulo y el vaso de Fluvi, a pie de playa

La Pilarica, el Maño o, incluso, La Romareda son algunos nombres de los bares de la Costa Dorada. Muchos los regentan aragoneses emigrados, ofrecen los partidos del Real Zaragoza y no perdonan la partida de guiñote en la sobremesa.

Las contraventanas de Can El Maño, en el corazón de la Barceloneta.
Las contraventanas de Can El Maño, en el corazón de la Barceloneta.
C. P. B.

Basta con dar una vuelta por el paseo marítimo o, incluso, con echar un ojo en TripAdvisor. En localidades costeras como Torredembarra, Cambrils o Calafell, donde abundan las segundas residencias de aragoneses, es frecuente hallar toponimia de la Comunidad en muchos negocios. La mayoría son bares, chiringuitos y restaurantes, aunque también hay numerosos hoteles y bloques residenciales consagrados a Aragón, Zaragoza, la Jota o el río Ebro. 

Ni qué decir tiene que los negocios están profusamente decorados con imágenes de la Ofrenda de Flores, de unos baturros bien avenidos o, con una estética más moderna, de la Torre del Agua iluminada con fuegos artificiales en una noche veraniega de 2008. En Comarruga no falta el restaurante La Pilarica, mientras que en Salou es todo un clásico el bar La Romareda.

“Este bar se llama así desde hace más de 60 años. Los propietarios originales eran una pareja: él era maño y ella, catalana, y se conoce que la mujer quiso saber cuál era el campo de fútbol del equipo de su marido y el nombre le gustó. Nosotros lo cogimos hace 32 años y ya no lo hemos cambiado”, explica Mari Carmen Hernández, que reconoce que muchos de sus clientes llegan de orillas del Ebro. Aunque los actuales regentes son de ascendencia andaluza, el nombre de La Romareda les parece elegante y rotundo por lo que decidieron dejarlo. “Antaño, en la época de Canal+, sí se echaban los partidos de fútbol, pero hace tiempo que dejamos de hacerlo”, dice Hernández, que cuenta que tienen en el salón principal una Virgen de Covadonga, pero si alguien quiere llevarles una del Pilar  será bienvenida y seguro “se harán compañía”. 

El antiguo restaurante Zaragoza de Comarruga, con un mapa de Aragón a sus puertas.
El antiguo restaurante Zaragoza de Comarruga, con un mapa de Aragón a sus puertas.
Heraldo

En Reus también hay un bar La Romareda (lo saben por los repartidores), pero lo más habitual en la cosa es encontrar nombres relacionados con la toponimia. El restaurante Aragón de Salou lleva fama como tenía también el antiguo Zaragoza de Comarruga, que hace escasos meses cambió de nombre y pasó a llamarse Riuet. “Lo dejó Rafa, ‘el maño’, y nosotros nos hemos dedicado más a la cocina mediterránea, de ahí también el cambio de nombre”, explican los nuevos gestores.

Al margen de cachirulos o banderas que asoman, también es fácil intuir donde se esconden aragoneses por otro puñado de pistas: algún Fluvi-vaso de plástico para guardar las propinas, medidas de la Virgen junto a las máquinas de café o carteles en los que se explicita que se emitirán los partidos del Real Zaragoza. Jugar al guiñote y cantar las 40 es un clásico de las sobremesas del restaurante Pa i Oli (Pan y Aceite), en la calle Mayor de Salou, que fue adquirido en 1978 por empresarios aragoneses. Antonio Sánchez, natural de Los Fayos, lleva trabajando más de 40 años en un establecimiento, que presume de tener colgado el escudo zaragocista y una camiseta con las firmas de los jugadores. Sánchez lleva una mascarilla blanquiazul y la Virgen del Pilar no falta sobre la máquina de tabaco.

Antonio Sánchez, con su mascarilla zaragocista, al frente del Pa i Oli.
Antonio Sánchez, con su mascarilla zaragocista, al frente del Pa i Oli.
Van der Muelen

Son más de 15.000 los aragoneses que tienen una segunda residencia en la Costa Dorada y a estos hay que sumar los que pasan ahí el verano ya sea en cámpines, hoteles o apartamentos de alquiler. En el área de Turismo calculan que un 7% de los visitantes nacionales del litoral catalán proceden de Aragón y se les tiene muy en cuenta por su alto grado de fidelización: el 97% de los que llegan repiten al cabo de unos meses. 

La presencia de aragoneses en estos destinos playeros (La Pineda, Altafuya, Montroig, el Creixel…) se remonta a la década de los 60 del pasado siglo “pero ha perdurado en el tiempo, sobre todo, por las facilidades de transporte y la proximidad”, explican. Según las estadísticas de los patronatos de turismo, la tipología mayoritaria del turista aragonés es la de parejas de más de 36 años, que valoran “sentirse como en casa”, a lo que contribuyen también los comercios en los que puede encontrar prensa local aragonesa o viandas propias de la Comunidad. En la carta de muchos de los restaurantes citados se ofertan migas, borraja, ternasco o jamón de Teruel, junto a arroces y pescados que -esta vez no- no parecen propios del Ebro.

Además de varias ‘Pilaricas’, otros nombre frecuente es ‘Mañico’, que puede rastrearse incluso en bares de Granada, del madrileño barrio de Chamberí o en un hotel en Peñíscola, donde -como es natural- ganan por la mano todas las referencias al Papa Luna, que era natural de Illueca. En la Barceloneta es un clásico el Can Maño, cuyos antiguos propietarios eran de Zaragoza, “pero dejaron el negocio a principios de los ochenta”, cuentan en el barrio.

Aunque aún hay mucho nombre aragonés por explorar en Salou, Cambrils o Comarruga (es raro que no haya bares consagrados a Héroes del Silencio o Agustina de Aragón), lo cierto es que la competencia directa en lo que a ‘naming’ se refiere tampoco se ha roto mucho la cabeza pues lo más habitual es que los chiringuitos a pie de playa se llamen Mediterráneo (gana por goleada), Tramontana u otros nombres random como Bora Bora, Calafate, La Caña o Casa Paco. Este último no puede faltar en ninguna localidad española ya sea de interior o de costa.

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