hostelería

Hotel Valdevécar, en Albarracín: del cierre total a uno de los mejores veranos 

Alberto Debón es hijo y sobrino de los fundadores. Trabajaba como arquitecto en Valencia y, tras el confinamiento, regresó a su pueblo natal para coger las riendas del negocio.

Alberto Debón es hijo y sobrino de los fundadores del hotel Valdevécar de Albarracín.
Alberto Debón es hijo y sobrino de los fundadores del hotel Valdevécar de Albarracín.
Heraldo

La historia más reciente del hotel Valdevécar, en Albarracín, es la de una oportunidad que surge de la crisis. Una crisis en este caso sanitaria, la de la covid-19, que ha llevado de vuelta a su pueblo natal a Alberto Debón. Es la segunda generación de un negocio familiar que abrió sus puertas en 2005. Su padre y su tío fundaron este hotel a las afueras de la localidad para diversificar su actividad. Entonces (y todavía ahora) tenían una serrería que les funcionaba muy bien y, lejos de acomodarse, decidieron invertir en un establecimiento hotelero.

Cuando abrieron, hace ya 16 años, jamás pensaron que una pandemia obligaría a cerrar sus puertas durante tres meses, de un día para otro. Pero, tras una primavera muy difícil, llegó el verano para ser uno de los mejores de la historia en cuanto a ocupación.

En aquellos comienzos, los hermanos Debón no sabían nada del sector ni tenían experiencia previa pero, poco a poco y con ayuda de la familia, fueron sacando adelante el negocio en una época en la que el turismo en Albarracín estaba al alza. Entre los implicados siempre estuvo Alberto quien desde los comienzos, cuando contaba con 15 años, ayudaba en lo que fuera necesario.

Aunque, al tratarse de algo familiar, su vinculación con el hotel siempre ha estado ahí, Alberto emprendió su carrera profesional en Valencia, donde trabajaba como arquitecto. Pero llegó la pandemia y, como sucede a veces, un momento a simple vista de dificultad fue para él la oportunidad de dar un giro a su vida. “Esos tres meses que estuvimos encerrados en casa lo vi todo con otra perspectiva, desde fuera y con calma. Entonces pensé en coger las riendas del hotel, volverme a Albarracín y compaginarlo con la actividad de arquitectura a distancia”, explica.

No era la primera vez que esta idea le rondaba la cabeza y, en el fondo, sabía que algún día daría este paso. “La pandemia me ha impulsado a lanzarme. Además, mi tío está a punto de jubilarse y es un buen momento”, asegura Alberto, que ahora tiene 31 años.

En la aventura le acompaña su pareja que, gracias a las facilidades del teletrabajo, puede seguir con su labor profesional desde Albarracín. Del mismo modo, Alberto no ha dejado de lado su pasión, la arquitectura. Tanto con los proyectos en los que sigue trabajando a distancia como aplicando sus conocimientos para mejorar el rendimiento del hotel.

“Ver de nuevo a clientes es una alegría”

Tras los primeros meses de confinamiento durante los que el hotel tuvo que cerrar de la noche a la mañana, la apertura fue, para el Valdevécar casi una nueva inauguración. Con la llegada de Alberto se quiso dar un nuevo aire al establecimiento y aprovecharon ese tiempo para pintar, cambiar la iluminación o la decoración. “En lugar de estar parados, aprovechamos que no teníamos huéspedes para hacer mejoras, siempre con la cabeza pensando en cómo darle una vuelta a todo”, explica.

Sus esfuerzos tuvieron recompensa y, aunque recuperarse de tres meses de cierre total no es fácil, el verano contrarrestó parte de lo perdido en primavera. “La actividad fue incluso mejor que la de otros años y nos ayudó a no decaer más. Por lo menos nos aguantamos”, asegura. Tanto ellos como el resto de los negocios de hostelería y restauración de Albarracín han sufrido las consecuencias de la crisis sanitaria. “Volver a abrir y ver de nuevo a clientes por el hotel es una alegría. Se echaba de menos a los turistas ya que somos muchas las familias que vivimos del turismo”, sostiene Alberto.

La primavera de 2020 ha sido la única etapa en los 16 años de vida del Valdevécar que el hotel ha estado cerrado por completo. Fue la primera vez, pero no la única de estos últimos 15 meses durante la que las puertas de este hotel se han tenido que cerrar. El 24 de octubre salieron los últimos huéspedes y con la movilidad reducida a las provincias no les salía a cuentas tener el establecimiento abierto. “El turismo de Teruel provincia es poco y, por distancia, la mayoría no necesita quedarse a dormir si viene a visitar Albarracín”, comenta Alberto. Después, el confinamiento perimetral se amplió a toda la comunidad de Aragón y los visitantes de Huesca y Zaragoza empezaron a llegar al Valdevécar.

Que el cien por cien de los huéspedes fueran aragoneses también era algo fuera de lo común, ya que la mayoría de clientes del hotel provienen de Valencia, Alicante y toda la costa levantina, así como de Zaragoza, Barcelona y Madrid. La estancia media es de dos o tres días y las reservas predominan claramente en fin de semana, puentes y verano. El mes de agosto, como suele ser habitual, es el mejor del año y, al igual que sucedió el pasado, para este se espera al menos un 90% de ocupación.

Pero hacer este tipo de previsiones es cada vez más complicado ya que, con la covid-19, ha llegado un cambio de tendencia a la hora de realizar las reservas. “Ahora se hacen a última hora y muchas veces nos pregunta por la cancelación y qué pasaría si no pudieran venir, algo que antes nunca se cuestionaba”, asegura Alberto. En este sentido, las condiciones se han flexibilizado para dar mayores facilidades al cliente.

El hotel Valdevécar tiene 16 habitaciones y ofrece servicio de alojamiento y desayuno. Se puede reservar en las plataformas online habituales y también por teléfono. La plantilla habitual la forman cuatro personas que han estado en ERTE durante las etapas de cierre y según la demanda. En un año normal, en verano siempre es necesario contratar a más gente, dado el volumen de trabajo, pero 2020 fue de todo menos normal, por lo que no se pudo incorporar a nadie. “Aunque no hemos llegado a tener pérdidas, sí hemos sufrido una fuerte bajada de ingresos, mientras los recibos siguen llegando y siempre hay ciertos costes para seguir en funcionamiento”, explica.

Pero, afortunadamente, todo parece indicar que esta tendencia es cosa del pasado, mientras todo el sector de la hostelería va recuperando poco a poco la normalidad. “Hay buena previsión de reservas y parece que no vamos a tener grandes restricciones de aquí en adelante”, dice Alberto. “En España hay mucha cultura de salir, de visitar lugares sin necesidad de planificar el viaje con mucha antelación o de coger un avión”, asegura. Lugares como Albarracín, un destino casual al que acudir siempre que se quiera desconectar.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión