Tímido pero seguro arranque pese a la covid-19 del Espacio Gastronómico Entreviñedos, en Cariñena

Yolanda Gimeno y Francisco Arazuri abrieron su restaurante y escuela de hostelería en octubre de 2019. Cinco meses después llegó la pandemia para ponerlo todo patas arriba.

Yolanda Gimeno y Francisco Arazuri abrieron el Espacio Gastronómico Entreviñedos en octubre de 2019.
Yolanda Gimeno y Francisco Arazuri abrieron el Espacio Gastronómico Entreviñedos en octubre de 2019.
Heraldo.es

Yolanda Gimeno y Francisco Arazuri abrieron el Espacio Gastronómico Entreviñedos en octubre de 2019 con el objetivo de dar un cambio a su vida. El matrimonio, natural de Cariñena, tenía hasta entonces un taller de chapa, nada que ver con el nuevo proyecto que se traían entre manos.

Con el sector de actividad en el que se estaban metiendo tenían cierta vinculación familiar, ya que la hermana de Francisco tenía un restaurante. Además, ambos se han criado en el mundo del vino y, como dice el nombre de su restaurante, entre viñedos. Así, decidieron acondicionar una antigua bodega familiar situada en el centro de Cariñena para su espacio gastronómico donde, además de restauración también se ha creado una escuela de hostelería.

“Vimos que en Cariñena había un vacío de formación en este sector y que muchos jóvenes no sabían hacia donde continuar al terminar los estudios”, explica Yolanda. Pero su idea inicial de crear escuela en la localidad se vio truncada por la covid-19. Los primeros cursos, tanto de sala como de cocina, arrancaban con 15 alumnos en febrero de 2020, como taller de empleo del Inaem. Pero apenas un mes después se tuvieron que paralizar. Además, la actividad lectiva llevaba consigo la futura contratación de alumnos, algo que con el establecimiento cerrado por la pandemia era inviable.

Mientras la escuela todavía no se ha podido recuperar por el momento, el restaurante sigue en marcha desde que se pudo volver a abrir la hostelería en junio del año pasado. Con una andadura inicial muy corta, el arranque tras el confinamiento total fue tímido pero seguro. “Comenzamos de nuevo en junio y el verano fue bastante bueno. Este es un lugar de paso del norte de España hacia el Levante y la gente respondió”, asegura. Al mismo tiempo, se fue corriendo la voz de la existencia de este nuevo espacio en Cariñena entre los vecinos de alrededor y los de Zaragoza.

Con un total de plazas de alrededor de 200, el complejo cuenta con un amplio salón, donde también se realizan eventos (cuando se permite), así como una pequeña cafetería y una terraza, que es actualmente el espacio más demandado. En cuanto a la oferta culinaria, en sus elaboraciones siempre tratan de incluir productos de cercanía y de temporada. Entre sus propuestas está el timbal de alcachofa con jamón de Encinacorba, el ternasco de Aragón, un pollo de corral de la abuela de un productor local, risotto con seta de temporada o las carrilleras de cerdo con garnacha D. O. Campo de Cariñena.

Como no podía ser de otra manera, el vino está muy presente en todas sus creaciones. “Nos hemos criado en este mundo y conocemos todo el proceso de elaboración porque lo hemos visto en primera persona”, explica Yolanda. Por eso, en Entreviñedos también se hacen catas y presentaciones de vinos, así como maridajes de sus platos. “Tanto la gastronomía como el resto de experiencias que ofrecemos giran en torno al vino”, añade.

Lleno todos los fines de semana desde febrero

Aunque los comienzos fueron un tanto inciertos, la actividad de los últimos meses en el Espacio Gastronómico Entreviñedos va en aumento. De hecho, desde febrero, todos los fines de semana el restaurante se ha llenado. “Hemos notado la apertura de la movilidad entre comunidades y han aumentado los clientes entre semana con respecto al invierno”, comenta Yolanda. Una dinámica que conforme se ha ido acercando el verano y flexibilizando las restricciones de movilidad ha cambiado. “Ahora la gente de la zona aprovecha el fin de semana para ir a la playa o hacer un viaje”, asegura.

Unos se van pero otros llegan. Así se espera que este verano sea tan bueno como el anterior, cuando muchos españoles optaron por el turismo nacional, repercutiendo de forma muy positiva en el Entreviñedos. Gracias a eso y a la buena acogida que está teniendo en la zona, aunque no consideran que su negocio haya despegado todavía, Yolanda y Francisco se muestran optimistas. “Está siendo un comienzo intermitente pero, dentro de lo malo, la cosa va bien”, resumen. 

Y eso que la inversión inicial fue importante ya que tuvieron que adquirir la mitad del local a la otra parte propietaria y reformarlo para su nuevo uso. A pesar de ello, no se arrepienten para nada de la decisión que tomaron. “La pandemia también ha afectado a la movilidad por carretera, por lo que en el anterior negocio también hubiéramos sufrido las consecuencias”, asegura Yolanda. 

Además, en su objetivo de ganar en calidad de vida ya se sienten satisfechos. “Trabajamos las mismas horas, incluso alguna menos, esto es más limpio, menos perjudicial para la salud y la hostelería es muy gratificante”, confiesa. En este breve tiempo han observado cómo quienes entran por la puerta de su espacio gastronómico llegan con ganas de pasar un buen rato y son agradecidos. Lo mismo sucede con los pocos alumnos que pudieron disfrutar de la corta actividad lectiva. “Eran jóvenes que no sabían muy bien por dónde tirar y aquí encontraron su sitio. Incluso ahora siguen llamando para preguntar cuándo retomamos las clases”, comenta Yolanda.

Animados por estos últimos meses de actividad al alza y conscientes de que, en lo personal, ya han ganado, Yolanda y Fransciso siguen adelante con su proyecto. Les acompaña una plantilla compuesta por dos personas, que están en cocina, y otra para la limpieza. El fin de semana, por el volumen de trabajo, siempre se necesita personal externo. Algo que, en los tiempos que corren, es sin duda una buenísima señal.

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