covid-19

"Los barrios más pobres tienen más brotes de coronavirus, más grandes y que duran más"

El trabajo de fin de grado de Medicina de la zaragozana Alma Antoñanzas evidencia la influencia de la posición social de la población en el riesgo de contagio por covid.

Alma Antoñanzas, autora del trabajo de fin de grado de Medicina.
Alma Antoñanzas, autora del trabajo de fin de grado de Medicina.
Toni Galán

El barrio de Las Delicias de Zaragoza fue, el pasado verano, el ejemplo más claro. El distrito más populoso de la capital aragonesa fue gasolina para la mecha del coronavirus. Entonces, los profesionales sanitarios y sociales de este distrito señalaron la clara influencia que tuvieron las condiciones socioeconómicas de la población para que el brote prendiera con tanta fuerza.

La zaragozana Alma Antoñanzas ha analizado este fenómeno en un trabajo de fin de grado de Medicina valorado con un 10 por el tribunal. Lo ha hecho diseccionando hasta 15 estudios internacionales que han tratado el asunto en países como España, Estados Unidos, Brasil, Alemania, China o India. “Al final en todos se encuentra que hay diferencias estadísticamente significativas en la incidencia de la covid-19 según sean los determinantes sociales de la población”, concluye.

Según ha podido concluir en su trabajo -del que ha sido tutor el doctor Luis Gimeno Feliú-, “en las zonas más deprimidas, en los barrios más pobres, había más incidencia del virus, con más brotes, brotes más grandes o que duraban más”. Al tratarse de un virus de naturaleza respiratoria, “la densidad poblacional y el hacinamiento” son factores determinantes, como se pudo ver en el citado brote del barrio de Las Delicias.

El nivel socioeconómico se convierte en “un círculo vicioso de vulnerabilidad” que, al final, conlleva un mayor riesgo de contraer el virus: “La pobreza suele ir aparejada a un tipo de vivienda, pero también a un empleo más expuesto, a una manera de desplazarte más peligrosa...”, explica la ya doctora Antoñanzas. Estos factores provocan que haya un riesgo mayor de contraer la covid, pero también de sufrir otras enfermedades como “hipertensión, diabetes o enfermedades crónicas”, según se ha confirmado en otros estudios.

En Estados Unidos se ha estudiado que las personas de etnia negra han sufrido con mayor crudeza la pandemia, precisamente por su menor nivel socioeconómico y sus peores empleos. El sexo también es un factor a tener en cuenta, ya que hay estudios en España que hablan de que en algunas olas las mujeres han copado más del 60% de los casos. “Las mujeres sufren una vulnerabilidad especial por el rol de cuidadoras de niños y mayores y por su mayor presencia en el sistema sanitario”, sostiene Antoñanzas.

También el nivel más bajo de educación, no solo por el tipo de trabajo al que da acceso, sino por una posible tendencia a “seguir de forma más errática las recomendaciones, por no entenderlas o por no poder cumplirlas”, señala esta joven zaragozana.

Antoñanzas cree que estos fenómenos son “perfectamente extrapolables a Aragón”. Y cita un trabajo realizado con datos del centro de salud Delicias Sur, en el que se vio -por ejemplo-, que “la población extranjera había sufrido el coronavirus en un porcentaje más alto que el que marca su peso poblacional en el distrito”. A su juicio, el otro claro ejemplo es “el brote que hubo entre los temporeros”, debido en parte a las malas condiciones de habitabilidad que en ocasiones sufren algunos de ellos.

Estas conclusiones, a juicio de Antoñanzas, deberían servir para “localizar los lugares en los que, por razones socioeconómicas, hay más riesgo de que surjan brotes importantes”. Y podría incluso determinar la vacunación, como de hecho ya ha sucedido con los temporeros, cuya inmunización se priorizó en Aragón para evitar los brotes del año pasado. “Se podría priorizar la vacunación por el determinante social, por ejemplo con los pisos pequeños en los que vive mucha gente”, señala.

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