entrevista

Luis Carramiñana: "Un soriano en Aragón está como en casa"

Luis Carramiñana (Soria, 1942) pertenece al Centro Soriano de Zaragoza desde hace 30 años y el pasado mes de mayo asumió la presidencia.

Luis Carramiñana, presidente del Centro Soriano de Zaragoza, con el mapa y el escudo de Soria a sus espaldas, en la sede del centro.
Luis Carramiñana, presidente del Centro Soriano de Zaragoza, con el mapa y el escudo de Soria a sus espaldas, en la sede del centro.
Francisco Jiménez

¿Qué siente un soriano cuando llega la semana de San Juan, fiestas de su ciudad?

Mucha emoción. Este año he logrado estar en el Día de la Compra y lo compensé un poco. Vi a la familia, fui a San Saturio y me tomé unas cañas en la plaza de Herradores. Cumplí esos tres requisitos. Que no haya fiestas de San Juan ha pasado muy pocas veces, siendo tan historiadas y tan sentidas por mis paisanos.

Dígame un plan que no podía fallar en su agenda sanjuanera.

El Domingo de Calderas, el día principal de las fiestas, creo que me lo he perdido solo una vez. Aquí, en el Centro Soriano, llevamos 10 años organizando las jornadas sanjuaneras.

¿En qué consisten?

Una semana antes de San Juan hacemos lo más equivalente a las fiestas: un pregón, nombramos un jurado, una representación musical, degustación gastronómica y celebramos una comida imitando al Domingo de Calderas. Siempre era una semana antes para poder ir a las de verdad.

'Soria, ni te la imaginas', dice el lema de la Diputación de Soria. ¿Cómo la tengo que imaginar?

Soria es un museo al aire libre. Tiene monumentos, románico, el Camino del Cid, la Laguna Negra, los pinares... La naturaleza de Soria quizá le dé vida con el tiempo.

¿Dice dar vida porque la despoblación ha hecho mucha mella?

En Soria no ha habido alicientes empresariales, sino que se ha vivido con malas comunicaciones: hay carreteras sin hacer y el tren a Madrid tarda tres horas.

¿A qué me diría que huele, suena y sabe su tierra?

A buena gente, estar allí es estar casi en el paraíso. La gente que ha podido quedarse a vivir y a trabajar tiene una gran suerte. Muchos de los que estamos aquí les envidiamos, nos tuvimos que venir porque no había trabajo.

¿Los aragoneses conocen su provincia?

Bastante, aunque se podría conocer más. Es por lo cerca que estamos y a la vez tan lejos. Antes Soria dependía mucho de Aragón porque no estaban las autonomías, pero ahora estamos en una esquina de Castilla y León, es la olvidada. Quizá nos habría ido mejor con Aragón y La Rioja. Los aragoneses nos aprecian.

Si no es indiscreción… ¿por qué terminó en Zaragoza?

Aprobé la reválida y el ingreso de Magisterio antes de los 14 años, pero no me pude matricular. Mi padre se enteró de unas becas en la Universidad Laboral de Córdoba y allí estudié peritaje industrial.

¿Y de Córdoba a Zaragoza?

Antes de irme a la mili ya vine porque estaba un hermano más pequeño.

¿Qué le ha dado esta tierra?

Un soriano en Aragón está como en casa. No tengo ninguna queja ni en el trabajo ni el plano personal, al contrario. Me casé con una aragonesa de las Cinco Villas, que es la que aguanta el cargo. Pero Soria le gusta. Cuando hacemos el Camino de Santiago yo hablo más de Uncastillo que de Soria y ella más de Soria que de Uncastillo.

El Centro Soriano de Zaragoza nació en 1956. Tiene edad de jubilación, ¿pero sigue joven?

Sí, tenemos el espíritu trabajador. No me puedo olvidar de Fernando García Terrel, el anterior presidente, y de todos los que le precedieron y que nos han traído hasta aquí. Ahora estamos trabajando en las nuevas generaciones, en los hijos o nietos de sorianos.

Se prevén algunos actos para las Fiestas del Pilar, ¿participarían en la Ofrenda de Frutos?

Tenemos muchas ganas de salir a la calle con el banderín del centro y los sorianos detrás. El año pasado hicimos una recogida de alimentos y pasamos de los 8.000 kilos habituales a 12.000 kilos. Eso demuestra que no se participa por exhibir los trajes regionales, sino por un sentimiento de ayuda.

¿También vive esas fiestas como sanjuanes?

Claro, además otros años estaba la feria gastronómica de la plaza de Aragón, donde nuestros torreznos eran un referente.

Qué rico el torrezno...

Estás invitado.

¡Y luego les llaman roñosos!

Siempre digo que varios sorianos hemos pagado tantas rondas en las barras de los bares para quitarnos ese sambenito que tendríamos algún piso más. Es que no es lo mismo ser de Soria que ser soriano.

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