Negocios en pandemia

Hotel Guadalope, en Alcañiz: “Hemos perdido dinero pero los sanitarios tenían que dormir en algún sitio”

José Calvo y Manuela Capsi fundaron este céntrico establecimiento alcañizano hace 53 años. Su hija y nietos están ahora al frente y, aunque pudieron cerrar con la pandemia, trabajaron como servicio esencial.

El Hotel Guadalope, en la plaza de España de Alcañiz, se abrió en 1968
El Hotel Guadalope, en la plaza de España de Alcañiz, se abrió en 1968
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Situado en plena plaza de España de Alcañiz, el Hotel Guadalope es uno de los establecimientos de más fama de la localidad. El matrimonio formado por José Calvo y Manuela Capsi abrió sus puertas en 1968, hace ya 53 años. Se inauguró el mismo día que el Parador, con la presencia del por aquel entonces ministro de Turismo Manuel Fraga. Actualmente, al frente del negocio están Vicenta Calvo Capsi, hija de los fundadores, y los dos nietos de estos, Inma y Juanma Crespo. Junto con las 25 habitaciones, tienen restaurante y una cafetería, y la plantilla total la forman alrededor de 15 empleados.

En todo este tiempo, el hotel se ha sometido a varias reformas, una de ellas, integral, en el año 96, y su concepto se ha ido adaptando a las nuevas tendencias. El Guadalope también se ha visto afectado por varias crisis pero Inma no duda cuando dice que esta es la peor época que han pasado. “No tiene nada que ver con ninguna otra etapa, ni con nada que nos haya pasado a nivel personal”, confiesa.

La incertidumbre de poner a unos empleados en ERTE sin saber cuándo será posible volver a incorporarlos, no poder trabajar en condiciones normales o ir recibiendo la información sobre las nuevas restricciones de un día para otro no han puesto las cosas fáciles. “Ha sido todo muy alocado y de malas maneras”, asegura.

Aunque pudieron haberlo hecho durante los tres primeros meses de la pandemia, las puertas del Hotel Guadalope nunca se han cerrado en este último año y medio. Cuando se decretó el estado de alarma, se les dio la opción de mantener su establecimiento abierto como servicio esencial y así lo hicieron. “Aquí se aloja de forma recurrente personal sanitario y de ambulancias que tenían que dormir en algún sitio, sobre todo por lo mal comunicado que está Alcañiz”, explica Inma.

Fotos en el interior del Hotel Guadalope de Alcañiz
Fotos en el interior del Hotel Guadalope de Alcañiz
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Sin embargo, esta labor social ha tenido un coste económico en el negocio. “No es que hayamos dejado de ganar dinero, sino que lo hemos perdido”, asegura. En cualquier caso, a la familia Crespo le ha podido más prestar un servicio cuando más se necesitaba que los números. “Son clientes habituales que en tiempos de pandemia tienen todavía más necesidad”, dice.

Así, durante los primeros meses del confinamiento, Inma y su hermano Juanma trabajaron bajo mínimos para ahorrar costes y poder seguir dando alojamiento tanto al personal sanitario como a otros profesionales de empresas eléctricas, entre otras, que prestaban servicio en la zona. Toda la plantilla se fue al ERTE y, a día de hoy, todavía no se ha podido recuperar al completo.

Además de hotel, el Guadalope tiene un restaurante, que se cerró en marzo de 2020 y aún no se ha vuelto a abrir, y una cafetería con terraza, que sí está en funcionamiento desde que se permitió en junio del año pasado. En este último caso, han pasado épocas malas, como los meses de invierno que solo se podía servir en el exterior. Pero, con frío o calor, los hermanos Crespo, quienes se ocupan más del bar, han seguido trabajando en todo momento como han podido.

Como tantos otros establecimientos, durante las primeras semanas, en las que no se podía salir de casa, empezaron a repartir pedidos a domicilio. Sus hamburguesas especiales de ciervo o de wagyu, así como las pizzas o los bocadillos fueron una opción de cena de fin de semana para muchas familias confinadas. Incluso se llegó a preparar judías y macarrones con tomate para seis bloques de viviendas en raciones separadas por familia. “Fue para el día de San Jorge del año pasado. Aquí en Alcañiz se celebra mucho y los vecinos de esta comunidad quisieron hacer algo diferente. Decoraron sus balcones y comieron juntos, pero cada uno en su casa”, recuerda Inma con cariño.

Conforme la normalidad se ha ido recuperando, los clientes también han ido volviendo a la cafetería, donde los encargos para recoger no han parado en todo este tiempo. Era un servicio que ya se prestaba antes de la pandemia pero que ahora se ha potenciado. En cuanto al restaurante, todavía no se tiene fecha prevista de reapertura y no solo por la falta de demanda. “Nos cuesta mucho encontrar gente en condiciones para trabajar”, asegura Inma.

Vuelven los eventos y los turistas

Al nuevo ritmo que ha tomado el trabajo en la cafetería se suma que en el hotel cada vez hay más ocupación gracias a varios factores. Además de la clientela de trabajadores, ya sean sanitarios o de empresas, que se hospedan entre semana, los fines de semana se van recuperando gracias al turismo y a los eventos. “Cuando se organiza algo importante en el circuito de Motorland, en el hotel lo notamos mucho”, explica.

Por otro lado, el Guadalope es escogido para pernoctar por muchos turistas que están haciendo una ruta en bici por la vía verde, así como por otros que quieren conocer la zona, llegados desde Barcelona, Madrid o País Vasco, entre otros lugares de España.

Quince meses después de que estallara la pandemia, el Hotel Guadalope trata de cerrar uno de los episodios más negros de su historia para poder seguir adelante como lo han hecho durante tantos años. Este recorrido, el de un negocio familiar que presta su servicio con esmero, se puede ver a través de una serie de fotografías colgadas en la pared de la cafetería. Una colección en la que, por el momento, no hay sitio para la covid.

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