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Los geriatras alertan del riesgo de caídas de los mayores tras la pandemia

El aumento de la fragilidad por su inactividad y aislamiento durante meses es una secuela más en los ancianos.

Sesión de actividades físicas junta al Centro Cívico Delicias de Zaragoza.
Sesión de actividades físicas junta al Centro Cívico Delicias de Zaragoza.
Francisco Jiménez

Una tercera parte de los mayores de 65 años y la mitad de los que tienen 80 años sufren una caída al año. Un 1% terminan en roturas. Como consecuencia de la covid-19, la Asociación Aragonesa de Geriatría y Gerontología alerta de que en los próximos meses puede producirse un incremento de estos accidentes y de los ingresos hospitalarios por fracturas de cadera, una de las operaciones más frecuentes a partir de los 85 años.

"La fragilidad puede ser una secuela más de la pandemia, tanto por efecto directo de los que han padecido la infección como por consecuencia del confinamiento, la inactividad y el aislamiento social", asegura la presidenta de la asociación, Paloma González. Su prevalencia media en la Comunidad es del 12%, aunque en el caso de los ancianos institucionalizados en residencias se eleva al 45%.

La fragilidad se asocia a una lentitud de movimientos y una pérdida de fuerza importante, pero sus consecuencias van más allá. Son personas que se encuentran en "un riesgo de pérdida funcional", asegura González, y en una situación de vulnerabilidad que le predispone a "eventos adversos de salud". La presidenta del colectivo de geriatras pone un ejemplo muy claro: "Mientras una persona de 80 años robusta superaría sin complicaciones un proceso gripal, recuperando su situación basal en una semana, un paciente frágil de la misma edad tardaría más del doble de tiempo, y el mismo proceso le dejaría una secuela en forma de deterioro funcional con aumento de la dependencia".

¿Han aumentado las intervenciones de cadera durante la crisis sanitaria?. En el servicio de geriatría del Hospital Nuestra Señora de Gracia de la capital aragonesa las cifras de 2019 y 2020 son similares, entre 160 y 180 cada año, responde su responsable, María Pilar Mesa.

No es fácil detectar si las caídas han ido a más en los últimos meses, ya que "hay muchos ancianos a los que les pasa, pero tanto ellos como sus familiares no lo consideran patológico, sino normal para su edad, por lo que no lo comentan si no hay lesiones". Apunta que este tipo de incidentes sí se han convertido en una «presentación atípica» del coronavirus. "Llegaban a urgencias con la fractura, daban positivo a covid en la prueba que se les realizaba y la única manifestación que tenían de haberse contagiado era la caída", señala.

Mesa subraya que junto al incremento de la fragilidad física, también han aumentado la sarcopenia (pérdida de masa muscular), la osteoporosis y las alteraciones cognitivas y afectivas. En sus consultas son habituales los cuadros de mayores con trastornos conductuales que se han acelerado, "lo que afecta mucho a la familia, al bienestar en el hogar y acaban pidiendo auxilio". "Fragilidad es un todo", concluye.

Revisión del modelo de cuidado

La pérdida de peso, la lentitud de la marcha, la debilidad y la poca energía e inactividad física son los criterios clínicos objetivos de la fragilidad. La revisión del modelo de cuidados de este colectivo se ha convertido en uno de los retos surgidos tras la pandemia. En esta línea, la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial aprobó un documento que recoge recomendaciones para su abordaje y en el que han participado dos aragonesas, Olivia Ladrero y Ana Clavería.

La propuesta de intervención que plantea implica llevar a cabo el cribado de fragilidad en personas mayores de 70 años, no solo aquellas que llegan a la consulta de Atención Primaria, sino también con el apoyo de otros recursos de la comunidad en coordinación con el sistema sanitario.

En los mayores frágiles, según este informe, se debe hacer una valoración integral, preferentemente en Atención Primaria con derivación a la especializada si es necesario. Además, contempla la importancia de elaborar un plan de cuidados basado en ejercicio físico multicomponente, nutrición, un seguimiento de sus enfermedades crónicas y la medicación que toma y el bienestar emocional. Además, este documento subraya que en todas las personas mayores se debe evaluar el riesgo de caídas para facilitar la detección precoz de la fragilidad, lo que permitirá prevenirla y revertirla.

Levantarse de la silla con los brazos cruzados y caminar en línea recta

Levantarse de una silla con los brazos cruzados, atreverse con algún ejercicio a la pata coja manteniendo un punto de apoyo, caminar en línea recta o cambiar la dirección de la marcha. Estos son algunos de los ejercicios que hacen en grupos de seis las personas mayores que participan en el programa de recuperación postcovid puesto en marcha por el Ayuntamiento de Zaragoza en colaboración con la Facultad de Ciencias de la Salud y el Deporte de la Universidad de Zaragoza.

Estos talleres se iniciaron en mayo y cuentan con 102 grupos activos y 589 participantes que seguirán practicando ejercicio en los parques hasta finales de junio. La edad media de los asistentes es de 83 años y los talleres los imparten 16 monitores que han recibido una formación específica.

La tabla que llevan a cabo combina "los ejercicio de fuerza de piernas, que es más relevante que la de brazos para ellos", con los de "equilibrio estático y dinámico" para "prevenir caídas que pueden tener efectos catastróficos", explica Ángel Fernández, del grupo de investigación Genud (Growth, Exercise, Nutrition and Development) de la Universidad de Zaragoza.

El objetivo es que mejoren su coordinación, habilidades y agilidad para desenvolverse en su tareas cotidianas. Las sesiones empiezan con una calentamiento y una primera parte dedicada a la movilidad articular y de activación cardiorrespiratoria. "Es importante que se plantee como un juego lúdico en el que se sientan a gusto y, al mismo tiempo, perciban los beneficios", señala Fernández.

El Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) también puso en marcha a finales de marzo pasado un plan piloto en ocho de sus 31 centros para mayores con actividades físicas y cognitivas en las que participan hasta finales de junio 336 personas.

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