covid-19

El difícil reto de perseguir el coronavirus por las tuberías de Aragón

El CITA ha analizado el agua de decenas de depuradoras como método de control de la pandemia. Los resultados no permiten una detección precoz, pero sí dan una imagen a trazo grueso de la situación.

De izquierda a derecha, los investigadores Jorge Hugo Calvo, Carlos Calvete y Pilar Muñoz.
De izquierda a derecha, los investigadores Jorge Hugo Calvo, Carlos Calvete y Pilar Muñoz.
Francisco Jiménez

Las aguas residuales que salen de los hogares y llegan hasta las depuradoras dicen mucho de nosotros y de nuestra salud. Su análisis permite detectar enfermedades, consumo de fármacos, restos de drogas… También es posible detectar la presencia del coronavirus e incluso de sus distintas variantes, con lo que el estudio de estas aguas se ha situado como una herramienta de control y detección de la enfermedad.

En Aragón se hace un seguimiento de muchas estaciones, como las de La Cartuja y La Almozara en Zaragoza, pero también se han analizado las aguas de otras mucho más pequeñas, que dan servicio a núcleos muy reducidos de población. Los responsables de estos estudios consideran que este mecanismo de seguimiento de la pandemia aún tiene carencias, pero lo ven como un apoyo importante para otros indicadores de vigilancia epidemiológica, como las pruebas de detección de la covid que salen de los hospitales y centros de salud.

Uno de los estudios más completos los ha hecho el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (CITA), en colaboración con la consejería de Sanidad. Lo hicieron en dos fases, una con depuradoras que dan servicio a municipios de más de 10.000 habitantes y otra para pueblos más pequeños y con pocos casos. En ambos casos, la técnica era la misma. Los trabajadores del Instituto Aragonés del Agua recogían las muestras el mismo día de la semana y en las mismas condiciones, conforme al protocolo establecido por el Ministerio.

“Con un litro de agua, vamos concentrándolo cada vez más hasta obtener una muestra del ARN del virus. Luego, se amplifican y se observan dos regiones del mismo, la N1 y la N2, para ver qué cantidad de residuo de ARN hay”, explica Pilar Muñoz, investigadora del CITA. Así, se pude ver el número de copias del virus que hay en el agua y, por tanto, la incidencia que está teniendo la pandemia en esa localidad. Ejea de los Caballeros, por ejemplo, batió el récord de incidencia de los análisis con su pico de diciembre, al detectarse hasta 25 millones de copias genómicas del virus.

El sistema, no obstante, tiene sus limitaciones. Una de sus posibles aportaciones era la de dar una detección precoz del virus. Es decir, la de alertar de que el SARS-CoV-2 empieza a extenderse en lugares en los que no se habían detectado casos, con el objetivo de tomar lo antes posible las medidas oportunas, como confinamientos o preparación de los hospitales. “Para dar una alerta temprana no es un sistema muy fino, es más precisa la vigilancia epidemiológica con pruebas a la población”, admite Carlos Calvete, investigador del CITA. 

Por la experiencia que han acumulado en el proyecto, el análisis de las aguas residuales “sirve de apoyo” para la toma de decisiones ya que “coge bien las tendencias”, pero “si quieres ser más fino, aún es algo impreciso”, dice Calvete. Jorge Hugo Calvo, investigador Araid que también ha participado en el proyecto, admite que “hay margen de mejora”, y todos destacan que la pandemia ha servido para explorar las posibilidades de estos estudios.

Toma de muestras en los depósitos de Zaragoza.
Toma de muestras en los depósitos de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Los resultados que salían del CITA acababan en el departamento de Salud Pública, que en ocasiones los usó para respaldar o no algunas de sus decisiones. “Por supuesto que nos sirven”, señala Antonio Español, jefe del servicio de Seguridad Ambiental, quien recalca que el análisis de las aguas “ayuda a tomar decisiones de flexibilización, relajación o endurecimiento de las medidas en las poblaciones, aunque siempre unido al estudio de los casos y diagnósticos”.

Español cree que esta técnica tiene “grandes posibilidades”, aunque “aún está por terminar de desarrollar”. De momento, “tiene que haber un número de casos importante para que la probabilidad de afinar sea alta”, señala Español. “Si hay más de cien casos activos en la población a la que da servicio esa depuradora, la seguridad de detectar está en el 95%. Pero luego ese porcentaje va descendiendo conforme hay menos casos”, recalca.

El análisis de las aguas también puede permitir detectar las distintas variantes del virus que están circulando. En este caso, el jefe del servicio de Seguridad Ambiental del Gobierno de Aragón señala que también en este caso los datos han ido refrendando los análisis que se estaban haciendo en paralelo: “La variante británica es claramente la que más se está trasmitiendo”. De momento, no se han detectado otras cepas como la india, que empiezan a tener una alta incidencia en países como el Reino Unido y que ya ha sido detectada en otras regiones españolas.

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