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Diez años de ababoles con mucho sabor

Mermeladas El Ababol, obrador en Foz Calanda, es el proyecto personal de Manuela Lisbona, quien, con ilusión, trabajo y cariño ha llevado sus 70 sabores a 10 provincias.

Manuela Lisbona, creadora de Mermeladas El Ababol, en un campo de las flores que dan nombre a su obrador.
Manuela Lisbona, creadora de Mermeladas El Ababol, en un campo de las flores que dan nombre a su obrador.
M. L.

Muchísima ilusión, pero siempre con los pies en la tierra, todo el cariño en lo que hace y productos de la máxima calidad. Esos, además de fruta y azúcar, son los ingredientes con los que Manuela Lisbona, la creadora de El Ababol, elabora desde hace una década cada una de sus mermeladas en su obrador de la localidad turolense de Foz Calanda.

"Cuando empecé hace diez años, de manera casi casual, vendiendo lo que elaboraba en casa en un festival de circo que se celebraba en el pueblo, no sabía dónde iba a llegar, pero le puse muchísima ilusión y aquí estoy", evoca Lisbona, quien reconoce que llevar adelante su proyecto no ha sido nada fácil: "Cada vez hay más emprendedores en este sector, pero dar un pelotazo es relativamente sencillo. Lo complicado es mantenerse", asegura Manuela, que dio a su obrador el nombre de su flor favorita.

Si en condiciones normales llevar un proyecto empresarial adelante es difícil, la situación de pandemia lo hace aún más arduo. La creadora de El Ababol reconoce que estos dos últimos años "han sido los más difíciles", principalmente por la incertidumbre de esta situación, ante la que prefiere mostrarse "cauta", aunque la cosa "parece que está mejorando".

También el hecho de que algunos de sus clientes, siempre pequeñas tiendas, hayan tenido que cerrar supone una dificultad añadida, "no solo por lo que se refiere al tema del negocio, sino también porque he logrado establecer una relación casi personal. No solo te hacían los pedidos, sino que, como el trato es personalizado y yo los mimo a todos igual, acabamos charrando un rato sobre otras cosas. Por eso, cuando algunos me han dicho que no continúan, lo he sentido muchísimo", explica.

Son precisamente este tipo de clientes, y el carácter cauto de su creadora, otros de esos tallos que sujetan El Ababol a la tierra. "He tenido ofertas de grandes superficies, pero yo sé hasta dónde puedo abarcar. Y, además, tengo muy claro que nunca haría marcas blancas porque mi apuesta es por la calidad", incide. "En primer lugar, la calidad; en segundo, la calidad y, en tercero, la calidad, que se obtiene partiendo de una buena materia prima", recalca Lisbona cuando se le pregunta por la clave para, pese a todas las complicaciones, sacar adelante durante una década un proyecto como El Ababol.

Mermeladas, salsas para acompañar otros platos… El catálogo de El Ababol ha ido creciendo durante estos diez años para alcanzar una oferta de hasta 70 sabores que se pueden encontrar en pequeñas tiendas de hasta diez provincias españolas. Una década después y mirando hacia el futuro, el objetivo de Manuela Lisbona es "mantener lo que tengo" porque, sencillamente, es "feliz".

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