Adiós a la chupitería El Foro, 30 años después, víctima de la pandemia

El emblemático establecimiento abrió sus puertas el 10 de julio de 1991. En tan solo unos días habría cumplido tres décadas.

Pablo Domínguez, ante la chupiteria El Foro ya cerrada
Pablo Domínguez, ante la chupiteria El Foro ya cerrada
Camino Ivars

Son muchos los zaragozanos que han pasado alguna vez por la chupitería El Foro, ubicado en el 22 de la calle Antonio Agustín, paralela a la calle Heroísmo, hasta hace un par de días. Sin lugar a dudas llegó a convertirse en uno de los lugares míticos de la noche zaragozana en la década de los años 90. Hoy, a punto de cumplir 30 años de su inauguración, el local se ha visto obligado a cerrar sus puertas definitivamente, víctima de la pandemia.  

Así lo cuenta un apenado Pablo Domínguez quien, con tan solo 18 años y junto a Juan -su hermano mellizo- decidió abrir las puertas de este establecimiento un 10 de julio allá por el año 1991. "Habíamos cumplido la mayoría de edad seis días antes. Éramos dos jóvenes emprendedores con ganas de hacer algo distinto en la noche zaragozana. Nuestro padre nos ayudó porque tenía claro que quería que fuéramos nuestros propios jefes", rememora.

Y vaya si lo hicieron. Con sus tablas de chupitos -de 10, 20, 30 y 40 vasos- y oferta de litros, los cuales llevaban el nombre de jugadores del Real Zaragoza -como Esnáider o Ander Herrera, pronto se convirtieron en lugar de reunión y de inicio de la noche de los jóvenes de la capital aragonesa.

"Éramos dos jóvenes emprendedores con ganas de hacer algo distinto en la noche zaragozana. Nuestro padre nos ayudó porque tenía claro que quería que fuéramos nuestros propios jefes"

Lo llamaron Foro en honor a su padre, madrileño de nacimiento -o "gato, gato"; como dice Pablo (apodo con el que se distingue a las personas nacidas en Madrid, de padres y abuelos también madrileños)- y debido a la pasión que ambos sentían por el fútbol. Especialmente por el equipo zaragozano. De hecho, en sus paredes había más de 200 bufandas pertenecientes a equipos de fútbol de todo el mundo, así como fotografías y recuerdos que ahora descansan en un trastero.

Pero, ¿cómo nace una de las primeras chupiterias de Aragón? "Fue gracias a Manolo, de El Chiringuito -local que se ubicaba a escasos metros-. Él tenía este servicio, los proveedores y personal especializado. Se lo quitó y nos dio la idea de crear un bar especializado", afirma Pablo. Y aunque reconoce que ninguno de los bares de la zona les daba más de seis meses de vida, al final, lo lograron: "Hemos visto cerrar muchos establecimientos, cuando empezamos esta era una zona de mucho ambiente, pero la crisis de 2008 acabó con todo".

Una crisis, que, asegura, se seguía arrastrando hasta nuestros días. "La pandemia ha acabado por terminar con nosotros, como con muchos otros compañeros dedicados a la noche. Mi hermano y yo jamás habíamos hecho otra cosa que servir copas y, de verdad, pensábamos jubilarnos aquí, juntos", admite el hostelero de 47 años. Su futuro, explica, ahora mismo es una página en blanco.

"Una pandemia mundial, ha podido con nosotros: las restricciones horarias, de aforo y las escasas ayudas económicas han podido con nosotros"

Frente a la puerta del establecimiento, ya cerrado, se emociona recordando los momentos tan felices que les ha dado. "Por aquí han pasado varias generaciones por nuestro local, primero los padres, y más tarde los propios hijos de esos, nuestros primeros clientes. Hoy, 31 de mayo y con casi 30 años de vida, os decimos adiós. Una pandemia mundial, ha podido con nosotros: las restricciones horarias, de aforo y las escasas ayudas económicas han podido con nosotros. Os tenemos que decir adiós con muchísimo dolor de corazón", explicaban en una publicación en sus redes sociales, que ha ocasionado un aluvión de mensajes de apoyo y ánimo.

"Llegó un momento en el que no se podía estirar más de la manta. Han sido muchos meses de incertidumbre, tirando de ahorros y con unas ayudas muy reducidas. Nos hemos sentido muy solos. No pedíamos hacernos ricos, solo poder respirar un poco", admite el zaragozano, que recuerda que su pequeño local, de tan solo 30 metros cuadrados, tan solo tenía un aforo permitido de 6 personas aplicando la limitación del 30%. "La situación era insostenible", señala.

Y eso que, a pesar del mal trago, admite que el apoyo y los cientos de mensajes de apoyo recibidos en los últimos días les han hecho muy felices. "No tenemos palabras para agradecer tanto cariño. Han logrado hacernos llorar, y eso no es fácil", reconoce. Y, a pesar del cierre, Pablo se mantiene esperanzado: "Espero y deseo que la gente vuelva a tomar los bares y a vivir la noche como antaño. El sector de la hostelería les necesita como nunca. Ojalá eso no haya acabado".

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