En los bares de carretera: "Desde octubre nuestro único cliente han sido los transportistas"

Los camioneros valoran como "muy preocupante" la situación de estos establecimientos, que desde el levantamiento del estado de alarma también reciben a turistas.

Fachada del restaurante Sierra de Javalambre, uno de los bares de carretera de Aragón.
Fachada del restaurante Sierra de Javalambre, uno de los bares de carretera de Aragón.
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"Ruina total". Con esas palabras definía Santiago Sánchez la situación de los bares de carretera desde el inicio de la pandemia. Este hostelero gestiona dos establecimientos de estas características, ambos en la provincia de Teruel. Más optimista se muestra Carmen Ondiviela, propietaria de La Chimenea en el kilómetro 0,88 de la A-121 km. "No me puedo quejar con la que está cayendo", confiesa Ondiviela. A pesar de ello, esta hostelera señala que "lo perdido no se va a recuperar. Ya no miro las agendas de otros años porque al principio se desmoralizaba". Han notado que los fines de semana no tienen comidas familiares ni banquetes, ya que antes también daban servicios en bodas, bautizos y comuniones.

"Nos hubiera salido mejor no haber estado abiertos, puesto que hemos perdido. No había trabajo, pero teníamos que estar de servicio. Hemos reducido la facturación un 70%, pero tengo un 70% de la plantilla trabajando y el 30% de ERTE. Si hubiera estado cerrado hubiera perdido 10.000 euros, de esta forma han sido 30.000 euros", lamenta Sánchez desde el restaurante Valle del Jiloca en el kilómetro 160 de la Autovía Mudéjar A-23.

El tipo de usuarios se ha especializado: "Desde octubre nuestro único cliente han sido los transportistas", coinciden. "En el día a día, son trabajadores de la zona o de paso", detalla Ondiviela, que abrió tras el confinamiento hace un año y a raíz de la pandemia ha cambiado el horario, ahora es 7.00 a 19.00.

El primer fin de semana sin estado de alarma notaron más afluencia que en los últimos meses. "El fin de semana que se abrieron las comunidades autónomas, también turistas, pero fue el primero", explica Teresa Vaquer, gerente de El Español – en el kilómetro 390 de la carretera Nacional II. "De un 70% a un 90% más de caja que en relación a días anteriores", apoya Sánchez, quien también regenta el Restaurante Sierra de Javalambre, en el kilómetro 92 de la misma vía. En cualquier caso, coinciden que en las ganancias no son "para nada las mismas que antes". "Vamos poquito a poquito", añaden desde El Español, abierto desde hace unas cuatro décadas.

"Ahora, por ejemplo, se cogen más bocadillos para comérselos fuera, ya sea en la calle, en el coche o en la cabina de su camión", cuenta Santiago. Vaquer determina que en su caso se han dado más comidas y menos cenas. "Nos hemos apañado como buenamente hemos podido, con 'tuppers' de casa… Además, es que tampoco sabes si vas a llegar hasta el sitio que sea y va a estar cerrado. La vida en la carretera es muy dura y más ahora", indica José Antonio Moliner, presidente de la Asociación Empresarial de Transportes Discrecionales de Mercancías por Carretera (Tradime).

La terraza también ha sido una vía de escape para estos negocios. "La gente tiene miedo a estar en el interior, muchos van con prudencia", apunta Sánchez. No obstante, apostilla que esto es ahora y recuerda que están en Teruel, donde las condiciones meteorológicas no son las más idóneas para tomar algo en el exterior: "Entonces era imposible".

En el caso de El Español cuentan con dos terrazas, una a cada lado del restaurante. Este establecimiento es loado por muchos transportistas, ya que durante los meses del estricto confinamiento sirvió desayunos gratuitos a estos conductores.

"La situación de estos bares es muy preocupante porque casi son nuestra segunda casa"

Moliner recuerda esos días "muy malos": "Estaba todo cerrado". "Los asociados de Tradime me transmitieron muchas quejas porque estábamos trabajando en situaciones rocambolescas. En Aragón hemos tenido mucha suerte porque ampliaron horarios, no como en otros puntos del país. Claro, nosotros nos recorremos varias comunidades. La situación de estos bares es muy preocupante porque casi son nuestra segunda casa", añade Moliner.

El futuro

"Cada día hay menos bares de estas características", considera el presidente de Tradime. "El transporte está pasando por unos momentos difíciles y va de la mano de los restaurantes. La competencia desleal ha hecho que tengamos que ajustar más los precios por lo que hayamos dejado de ir a bares y restaurantes", añade Moliner.

Desde la asociación plantean que, en la actualidad, con la liberación de la AP-2 podrían favorecer a estos negocios que llevan años trabajando. "Podrían hacer salidas en condiciones o algún tipo de ventaja para que se trasladen a estas otras vías", explica Moliner. "Nos favorecería que a raíz de la liberación nos dieran ventajas", agradecería Teresa Vaquer. 

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