'Goya siempre', a los 150 años de su muerte

HERALDO rinde homenaje en este aniversario "a la figura más extraordinaria que naciera en Aragón". Lo hace con un suplemento y también con el especial del Pilar.

Portada del suplemento del 16 de abril de 1978 y el especial del 12 de octubre, ambos protagonizados por Goya
Portada del suplemento del 16 de abril de 1978 y el especial del 12 de octubre, ambos protagonizados por Goya
Heraldo de Aragón

El domingo 16 de abril de 1978 un suplemento extraordinario con el título genérico ‘Goya siempre’ conmemoraba el CL aniversario de la muerte del pintor aragonés. Una vez más, HERALDO DE ARAGÓN se sumaba desde sus páginas a las celebraciones del aniversario goyesco.

La primera página del suplemento, bajo el lema de ‘Goya siempre’, estaba ocupada enteramente por el autorretrato del sombrero, el que encabeza la serie de ‘Los Caprichos’, incluida la leyenda ‘Francisco Goya y Lucientes, pintor’, y un pequeño texto en el que se justificaba aquel número extraordinario: "Hoy se cumple el ciento cincuenta aniversario de la muerte de don Francisco de Goya y Lucientes. Este es el motivo de que rindamos un conmovido homenaje a la figura más extraordinaria que naciera en Aragón. Hemos querido recordar al genial pintor de tantos y magníficos cuadros, al que con energía típicamente aragonesa, lejos de figurar en aprovechado coro de conformistas y aduladores, supo flagelar, lo mismo con sus pinceles que con el buril de aguafuertista, los pecados, vicios y caídas de la humanidad de su tiempo, que es la eterna Humanidad incapaz de remontarse de sus lacras". Y continuaba el texto: "A través de estas páginas aparece en toda su grandeza la obra y la figura del insigne sordo, y también los rasgos esenciales de una vida que fue prodigio de fecundidad en el trabajo, en el sentimiento y en la aventura".

Las firmas

Se iniciaba el número con un artículo de Federico Torralba Soriano sobre las pinturas de Goya en la Cartuja de Aula Dei, en el que ya expresaba la conocida hipótesis mantenida por el catedrático zaragozano sobre la realización de esta obra: "El conjunto de las pinturas de Aula Dei... no se parece a lo restante de la producción juvenil de Goya en Aragón que conocemos, incluido el Coreto. Por todo ello parece lógico pensar y deducir que esa fue una obra ejecutada en varios tiempos, a lo largo de años posiblemente, en ocasiones varias, con interrupciones". A su lado, José Camón Aznar escribía sobre ‘El retrato en Goya’ –ilustrado con el de Tiburcio Pérez–, en el que destaca el rasgo de la individualidad en la manera retratística del pintor, sin que lo que rodea al retratado tenga importancia. "En esos retratos afloran: acción y pensamiento, su curso vital, su presente y hasta un anticipo de su futuro que radica en esos rasgos modelados por una personalidad unívoca...". Y más adelante señala: "En estos cuadros se superponen las psicologías del modelo y del artista en una tan entrañable efusión que en todos sus retratos, no sólo en las fisonomías, sino en su garbo total, hay algo del propio Goya"’.

Calpe (seudónimo de Andrés Ruiz Castillo en sus habituales ‘Punto y aparte’) repasaba la vida de Goya en lo que ha tenido de ‘Invención y realidad’, y Albero (seudónimo como cronista taurino de Ricardo Vázquez-Prada) glosaba una corrida goyesca de hacía cincuenta años, la del centenario de la muerte de Goya, en la que actuaron Marcial Lalanda, Nicanor Villalta, Niño de la Palma y Armillita Chico, con toros de Albaserrada. También de toros, ‘Don Francisco el de los toros’, escribía Ángel Azpeitia, aunque el crítico de arte de HERALDO se refirió a la obra del pintor relacionada con el mundo taurino, sus grabados tauromáquicos por supuesto.

Antonio Beltrán se detenía en los aspectos del Goya zaragozano, de su devoción a la ciudad pese a los disgustos que aquí tuvo con el Cabildo, y Luis J. García Bandrés recorría los goyas que se guardan en Zaragoza: Museo Provincial, Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, Basílica del Pilar, Palacio Arzobispal, Aula Dei, Palacio Villahermosa de Pedrola, Muel y Remolinos. También escribía sobre el perdido cráneo de Goya, sobre el que tantas cosas se han dicho.

El pintor, grabador y restaurador Carlos Barboza se detenía en las técnicas del grabado empleadas por Goya, y Ana María Navales iba al encuentro de Goya en Fuendetodos, "aunque enfrentarse con Goya es como atreverse con un misterio inabarcable, un universo demasiado complejo, donde caben distintos mundos que se atraen con fuerzas incógnitas, que se unen por las aristas de la contradicción".

José Pérez Gállego, siempre atento al acontecer madrileño, escribía de un tema por él muy querido, ‘Goya en y desde Madrid’, sobre la diversa e intensa presencia del pintor en la capital española, y Antonio Bruned Mompeón, el director del periódico, expresaba su admiración goyesca en un breve pero intenso artículo, de expresivo título, ‘Luciente mirada’, en que afirmaba que Goya "nunca enterró sus pinceles ni doblegó su carácter recio, y así, tras demostrar, como Picasso, que domina el ruedo de la perfección pictórica a la usanza, dejó volar a sus brujas personales, a los ángeles alicortados, y denunció, como Quevedo lo hiciera con la pluma, los males nuestros, que fueron tantos".

Francisco Oliván Bayle se ocupó de las mujeres en la vida artística del pintor, y Juan Domínguez Lasierra realizó un repaso por la serie de los autorretratos goyescos, tema sobre el que daría una charla en un ciclo de conferencias organizado por la Diputación General de Aragón.

Memorisa de su hijo

Una nota biográfica de Goya escrita por su hijo Francisco Javier, y la presencia de aquel en la filatelia, de Salvador Amada Sanz, completaron este suplemento conmemorativo. Su hijo escribe: "Siempre fijo su atención en los cuadros que tenía en su casa, como hechos con toda libertad que da la propiedad, y de aquí nació el hacer algunos con el cuchillo de la paleta en lugar del pincel: a los que siempre miró con mucha distinción, teniendo en particular gusto de verlos todos los días". También escribe: "Tuvo bastante facilidad a los retratos, y los mejores fueron los de aquellos amigos que no empleó más que en una sesión". Y cita entre sus cuadros sobresalientes "los tres que hizo para la Capilla en el monte Torrero, en Zaragoza".

El número extraordinario del Pilar de este 1978 también se uniría a la conmemoración goyesca, con una portada de Lalinde dedicada al pintor, con el caballete en la mano, ante el Pilar, y artículos de Ana María Navales sobre ‘Goya en la poesía’ y Antonio Beltrán sobre ‘Goya y la Virgen del Pilar’.

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