Los aragoneses vuelven a Salou: "Vivimos muy a gusto en Zaragoza, pero teníamos ansia de ver el mar"

Los propietarios de una segunda residencia en el municipio catalán han aprovechado el fin del estado de alarma para "dar vuelta" a sus apartamentos, a los que no habían podido ir desde el puente del Pilar.

Teresa Franco y José María Monteagudo, aragoneses con segunda vivienda en Salou.
Teresa Franco y José María Monteagudo, aragoneses con segunda vivienda en Salou.
Francisco Jiménez

El fin del estado de alarma ha supuesto el pistoletazo de salida para la vuelta de los aragoneses a sus segundas residencias en la playa. Había ganas de salir de la comunidad. "El domingo pasado a las 11.15 de la mañana ya estábamos aquí", recuerda José María Monteagudo, profesor jubilado que vive en Zaragoza, aunque nacido en Ciudad Real. Sentado este sábado en la terraza del apartamento familiar en Salou, mira desde la segunda línea de edificios la playa de los Capellanes. Su mujer, Teresa Franco, originaria de Andorra, también maestra retirada, asegura que "vivimos muy a gusto en Zaragoza, pero teníamos ansia de ver el mar".

El confinamiento por la pandemia de covid-19 y las restricciones de movilidad para evitar contagios han impedido los desplazamientos fuera de la comunidad desde octubre y hasta el pasado domingo, día 9. Este fin de semana ha sido el primero completo para poder disfrutar fuera de las fronteras aragonesas y muchos no se lo han pensado. José María y Teresa llevan 35 años "escapándose" al municipio tarraconense, al apartamento que compraron los padres de ella, turolenses a los que les gustaba el mar, y que en esa época les costó unos 2,5 millones de pesetas (15.000 euros), recuerdan.

Viajeros, solos y con el Imserso, siempre vuelven a Salou porque aquí disfrutan de "las vacaciones de playa, de familia", confiesan. Antes del coronavirus, tíos, hijos y sobrinos se juntaban unos días al año, en julio, y luego se iban turnando el apartamento. Una tía de Teresa es propietaria de otro en el mismo edificio. En el municipio de la Costa Dorada se calcula que tienen su segunda residencia unos 4.000 aragoneses.

Algunas tiendas y bares cerrados

Han encontrado un Salou a medio gas por las restricciones, todavía con algunas tiendas y bares cerrados, pero también "hemos visto mucho movimiento de muchos locales que se están preparando para abrir, se han pintado los bancos y están peatonalizando la calle Carles Buigas, muy comercial, lo que es un acierto muy grande", afirma Teresa. 

No se cansan de la zona porque explican que hay un Salou poco conocido, como el que se puede ver desde el Camino de Ronda que recorre la costa entre calas y formaciones rocosas como la peña Tallada. Ese es el que enseñan a sus amigos cuando van a visitarles, no solo el de sol, playa y fiesta. El Ayuntamiento busca recuperar el turismo de naturaleza para ampliar la oferta y huir de la etiqueta de "turismo de borrachera" que ha rodeado a la localidad en los últimos años. El alcalde, Pere Granados, ha asegurado que este año no se consentirán "actitudes incívicas".

Otros "veteranos" pisan la arena por primera vez en este sábado con sol y una brisa fresca que invita a pasear por la playa. Solo los más valientes se atreven a mojarse más allá del tobillo porque la temperatura del agua no tiene nada que ver con la de los meses de verano. "La última vez que vinimos fue en octubre", recuerda Luis Jiménez, otro zaragozano jubilado que recoge las hamacas en la playa Larga, junto a su mujer, para ir a comer. Sus ganas por volver se debían no solo a las que tenían de ver el mar, sino a la preocupación porque en Navidad entraron a robar en su apartamento, pero no se enteraron hasta meses después. "Se llevaron la televisión y algunas otras cosas", apunta.  Ahora, todo estaba en orden cuando han vuelto. Llevan más de 40 años veraneando en Salou.

Lo que han echado en falta al regresar a Salou es que hubiera más tiendas y bares abiertos.  Este fin de semana ven más restaurantes, pero el pasado jueves cuando llegaron de Zaragoza "estaba todo cerrado". Sí que hay oferta suficiente de supermercados y tiendas de alimentación. Destacan que los paseos están todos muy limpios y en cuanto a las obras de mejora, no tienen claro si la peatonalización de calle Carles Buigas quedará bien. 

Luis Jiménez, zaragozano con una segunda vivienda en Salou.
Luis Jiménez, zaragozano en Salou.
Francisco Jiménez

El lado bueno es que todavía no ha venido el grueso de los turistas y "ahora es una gozada", confiesa. La tranquilidad domina en la playa y el paseo marítimo. Ellos suelen venir en temporada baja porque "en julio y agosto está muy masificado". Se quejan de que otros años en su zona sufren los ruidos de los jóvenes que salen por las noches. "Y de algunos no tan jóvenes", matizan. 

En la playa hay más personas mayores que niños, pero ya se ven los primeros castillos de arena. "Estamos haciendo un pozo y una mesa en medio", explican Emma, de 6 años, y su hermana Laia, de 7, que llegaron el viernes con su familia desde Huesca. "Ayer se levantaron nerviosas, me decían que no se lo creían, que las pellizcara", explica su madre, Chus Martín. "La última vez que vinimos fue en septiembre, y ahora la pequeña decía que ya no se acordaba de cómo era esto", confiesa. "Teníamos muchas ganas de venir", asegura. Hace unos nueve años que tienen segunda vivienda en la localidad.

Chus Martín con sus hijas Emma y Laia, su hermano Sergio y su pareja Luisa Mª Callén, oscenses con segunda vivienda en Salou.
Chus Martín con sus hijas Emma y Laia, su hermano Sergio y su pareja Luisa Mª Callén, oscenses con segunda vivienda en Salou.
Francisco Jiménez

En la playa se pueden mantener las distancias de seguridad sin problemas, lo que permite estar sin mascarilla sentados en la arena. Las normas de seguridad se explican en catalán y castellano a la entrada de las playas. "Yo me imaginaba que iba a estar todo petado, con todo el mundo que tiene segunda vivienda", cuenta su hermano Sergio. Temían que hubiera atasco para volver este domingo por la tarde, porque ya había habido retenciones el día que vinieron por la tarde, al cruzar Lérida para coger la autopista. "Los aragoneses nos íbamos saludando desde el coche", cuenta Chus sobre la 'caravana' de aragoneses con el mismo destino.

Entre los visitantes de este fin de semana hay también una pareja de vascos con segunda vivienda en Jaca, a la que no se han podido trasladar por estar confinada la ciudad oscense. "El 12 de octubre fue la última vez que estuvimos", recuerda Iñaki Pérez, junto a su mujer Beatriz Moyua y su hijo Urko. Saben que han abierto la piscina de su urbanización y tienen ganas de darse un chapuzón. Han terminado en Salou porque necesitaban salir y "desconectar".

En el paseo marítimo, las terrazas junto al mar que han abierto están llenas de reencuentros. Junto a los aragoneses, los navarros con segunda vivienda han sido los primeros en volver a la costa. El sector turístico está deseando recibir a los aragoneses. La localidad ofrece atractivos gastronómicos como las jornadas del Arroz, a las que se han sumado hasta este fin de semana 18 restaurantes con platos especiales. "Queremos que vengan los maños", dice Eduardo Abenójar, presidente de los hosteleros reunidos en la asociación Arons, sentado en uno de los establecimientos con vistas al mar junto a la playa Larga.

Los aragoneses han conquistado la localidad hace años. En una terraza se ve incluso ondear la bandera de Aragón, junto a la española y la catalana. La conocida como 'playa de Zaragoza' depende en buena medida del turismo nacional, a la espera de ver qué ocurrirá con los extranjeros este verano por las restricciones en los distintos países debido a la pandemia. 

El hostelero considera a los aragoneses "hermanos" y espera que vayan regresando poco a poco. La desescalada de la hostelería se ha empezado  producir después de sufrir meses de duras restricciones. "El 40% no ha aguantando", calcula sobre las consecuencias económicas de la pandemia y la prohibición aún en vigor para el ocio nocturno, que sigue cerrado en todo el país. Defiende que "si cierras antes un restaurante abocas a la gente a que haga botellón". El horario de apertura está fijado ahora hasta las 23.00, pero la gente "sale 'sí o sí' y si no les dejas entrar en una discoteca montan la fiesta en la calle", alerta. Quieren preparar pruebas con test rápidos como en otras zonas. "Cataluña ha puesto unas restricciones severas, desproporcionadas e ineficaces desde el comienzo", critica. Los hoteles van abriendo poco a poco y espera que para junio estén todos funcionando. La reapertura de Portaventura este sábado, cerrado desde octubre del año pasado, es otro impulso para recuperar la actividad. 

José María y Teresa regresan este domingo a Zaragoza. "Nos quedaríamos más", afirman, pensando, con pena, en el momento de volver a meter las maletas al coche. "En cuanto podamos, nos escapamos", confiesan.

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