zaragoza de noche

Una postal de Zaragoza en los últimos días bajo el toque de queda

Farmacias de guardia, patrullas de Policía Nacional y Local, sanitarios, bomberos, taxistas o personal de limpieza son algunos de los agentes ciudadanos que dan vida a las calles de la ciudad a partir de las 23.00.

Álex, Rubén y Leticia, empleados de FCC, durante su ruta nocturna, bajo el toque de queda.

Un par de palomas repliegan unas migas en medio de la calzada del Coso Bajo de Zaragoza, nada las espanta. Un gato se despereza en las vías del tranvía del paseo de la Independencia, nada le asusta. Quedan pocos minutos para estrenar este jueves y en el tranvía solo viajan cinco personas. Los semáforos cambian de color sin que casi nadie les haga caso. No obstante, se ve a ciudadanos que se esconden por callejuelas para pasear al perro. En las ventanas se divisa el reflejo de las televisiones de aquellos que no concilian el sueño y a través de las cristaleras de los bancos se aprecia cómo las linternas marcan el itinerario de los guardias de seguridad.  Por lo general, la ciudad duerme, igual que la escultura de José Bueno de la plaza de Aragón. Ese es uno de los pocos rostros que se ven en las calles a partir de las 23.00, cuando empieza el toque de queda. Una limitación que el 9 de mayo llega a su fin

Álex, Rubén y Leticia, empleados de FCC, junto a Sergio Ruiz de Angulo y Diego Alarcón.
Álex, Rubén y Leticia, empleados de FCC, junto a Sergio Ruiz de Angulo y Diego Alarcón.
HA

Leticia marca la banda sonora de la calle de Alfonso I al volante del camión de recogida de basura. Detrás, Rubén y Álex. Ellos son tres empleados del centenar que van de ruta cada noche y de los pocos que están a esas horas en las calles hasta las 6.00. "El comportamiento de los trabajadores es excepcional. Se han volcado totalmente y eso que venir a trabajar en estas circunstancias genera algo de respeto", coinciden Sergio Ruiz de Angulo, jefe de servicio FCC Limpieza Pública, y Diego de Alarcón, capataz de la noche.

"No ver ni un solo coche en los dos carriles de avenida de Valencia es un poco desesperante"

"Impresiona parar en un cruce y ver la ciudad vacía. No ver ni un solo coche en los dos carriles de avenida de Valencia es un poco desesperante. Es un haz de tristeza en el día a día", reconoce Alarcón. El trabajo de FCC se ha visto modificado en cierta manera: el volumen en zonas de ocio ha bajado, pero han adoptado nuevas encomiendas, como la desinfección de algunos espacios -colegios, zonas de juego o marquesinas de transporte público, enumeran-.

Están alerta para cambiar su función cuando se levante el toque de queda: "Igual la gente se anima más… ya tenemos algún aviso de que el domingo igual hay botellones en parques o en la ribera. Habrá que volver a estar atentos a esos puntos". "Es adaptarse a las nuevas circunstancias, derivar los servicios a otro tipo de situaciones", una adaptación que, según Ruiz de Angulo y Alarcón, ha ido de la mano de la coordinación entre el Ayuntamiento, en concreto con Natalia Chueca, el Servicio Técnico Municipal y FCC

Javier Sánchez, en la Farmacia Artal, de guardia los 365 días.
Javier Sánchez, en la Farmacia Artal, de guardia los 365 días.
HA

Las luces naranjas de estos camiones se mezclan con las cruces verdes, que no se han apagado. Bajo una de ellas está de guardia Javier Sánchez, farmacéutico de Farmacia Artal. Este joven agradece que pulsen el timbre porque así entabla conversación con alguien. "Antes las ventas era leche para bebé, algún biberón, chupetes y cajas de preservativos. Ahora eso se da hasta las 23.00 y a partir de entonces todo son todo recetas", dice Sánchez. Este farmacéutico colecciona anécdotas de estos meses: "Cuando llaman es una aventura. Pero hay cosas muy raras, por ejemplo, te llaman para preguntarte si tienes un cargador del iPhone…”.

"Cuando llaman es una aventura"

La covid también lleva a pacientes hasta la puerta de esta farmacia del paseo de Sagasta. Acuden personas con síntomas, otras que quieren un test –que no se suministra sin receta-, o personas que al comprobar la tarjeta se descubre que son positivos. La pandemia ha generado un nuevo tipo de clientes y también una bajada "drástica" de las ventas, alrededor del 80% lo sitúa Sánchez al compararlo con 2019 y el primer trimestre de 2020. Antes los fines de semana eran momentos de más trabajo, sin embargo, ahora todos los días son "planos".

En las urgencias del Hospital Miguel Servet, tanto en el general como en traumatología, las cifras de admisiones son muy similares a antes de la llegada del coronavirus. La noche del 4 al 5 de marzo de 2019 -fecha anterior a la pandemia- se registraron 62 atenciones, 21 de ellas fueron en la primera hora del servicio –de 23.00 a 00.00-, mientras que las 41 restantes se contabilizaron en de 00.00 a 06.00. Estas cifras son parecidas a las que se atendieron dos años después. En la noche de este martes al miércoles fueron 59 -21 también de 23.00 a 00.00 y 38 hasta las 06.00-. Esto demuestra que el toque de queda no ha variado el número de emergencias que acuden a este centro hospitalario de la capital aragonesa, previsiblemente porque los casos que acuden son realmente cuadros graves.

Por las puertas de ese centro hospitalario merodea Raúl Suárez, que pasada la 1.00 se convierte en dueño del asfalto del paseo de la Independencia: es el único conductor que circula. Este taxista patrulla el centro y algunas paradas en las que prevé que pueda haber algún servicio. "Suelen ser urgencias al hospital, gente que trabaja de madrugada y alguno que sale de casa de amigos y se traslada a la suya", cuenta Suárez. Esto último no está permitido y la policía pide documentación también a los pasajeros, relata. Durante la noche sostiene que hay picos de trabajo, pero que de las 03.00 a las 05.00 no hay casi nada de actividad. Los fines de semana aumenta "un poco, pero en ningún caso es como antes", reconoce este taxista. Una voz de máquina que dice "hay servicios en subasta" le hace seguir su camino por el Coso Bajo, así hasta las 10.00 que dejará el volante.

Raúl Suárez, en el interior de su coche, en busca de clientes.
Raúl Suárez, en el interior de su coche, en busca de clientes.
HA

En el parque de Bomberos 1 de Zaragoza, en la calle de Valle de Broto hay en torno a 50 bomberos, tanto día como noche, y realizan las mismas labores esté la luna o el sol: prácticas e intervenciones. No han dejado de trabajar en grupos burbuja y siempre van un escalón por encima en cuanto a restricciones dentro del cuerpo, las implantan antes y las retiran más tarde que en el resto de la sociedad.

Enrique Mur, jefe de mando, en el Parque de Bomberos 1 de Zaragoza.
Enrique Mur, jefe de mando, en el Parque de Bomberos 1 de Zaragoza.
HA

En el servicio contra incendios no ha afectado tanto en número de intervenciones como en la forma. "Se han reducido actividades en la calle, especialmente los fines de semana, relacionados con el ocio nocturno o, incluso, con determinados actos vandálicos, como la quema de contenedores. Pero ha aumentado el número de intervenciones domiciliarias: extinción de incendios, salvamento o problemas con ascensores. Por ejemplo, hemos tenido más servicios en cocinas porque la gente antes cenaba fuera y ahora lo hace en casa", explica Enrique Mur, Jefe de Mando del Servicio contra Incendios, Salvamento y Protección Civil de Bomberos de Zaragoza. Aunque hayan cambiado algunos escenarios, otros se han mantenido, como los polígonos industriales, donde las fábricas no han cesado su trabajo.

"Se han recibido llamadas a horas intempestivas de personas con serias dificultades respiratorias por un episodio de covid"

A estas actuaciones en los domicilios se han sumado las atenciones relacionadas con la covid-19, en esta ocasión efectuadas por la unidad médica del cuerpo. "Se han recibido llamadas a horas intempestivas de personas con serias dificultades respiratorias por un episodio de covid que estaba evolucionando en una determinada manera dirección y empeoraba de forma aguda. Esas personas solicitan una ambulancia para que se les traslade", añade Mur.

Además de lo anterior, Bomberos de Zaragoza también han apreciado que las limitaciones de tránsito ha intensificado la circulación de 22.00 a 23.00, la hora previa a su inicio. "Desde el servicio contra incendios destacamos el alto civismo de la población, tanto en el respeto de las limitaciones como en la propia asunción de todas las restricciones. Habrá habido casos puntuales, pero no han dado especial problema, sino que han hecho trabajar de una forma fluida porque se ha interiorizado que hay que cumplirlo", resalta el jefe de mando.

Estampa desde el interior de un coche patrulla de la Policía de Zaragoza durante el toque de queda.
Estampa desde el interior de un coche patrulla de la Policía de Zaragoza durante el toque de queda.
P. Zaragoza

A pesar de ello, la Policía de Zaragoza puso en conocimiento de la autoridad sanitaria algo más de 1.500 infracciones en 2020 en referencia a la libertad de circulación. No resulta extraño ver coches de la Policía Nacional y Local que pide documentación en las calles o preguntan el motivo de estar en la calle. Fuentes de la policía municipal explican que si se requiere la justificación, rara vez se intenta dar explicaciones inverosímiles cuando no se portan documentos justificativos. Apuntan que la mayoría dice que está de regreso al domicilio habitual desde el lugar de trabajo y cuando se comprueba, puede distar mucho de la realidad.

Los agentes reconocen que durante estos meses les ha llamado la atención "la sensación de vacío, soledad y ausencia que se adueña de las noches". "Es una sensación que dentro de lo extraordinario se ha normalizado, pero no por ello resulta agradable", concluyen. Una sensación que quizá tenga los días contados. A partir del domingo caminar por el Coso de Zaragoza tal vez ya no sea como imitar a Eduardo Noriega por la desierta Gran Vía de Madrid en 'Abre los ojos'.

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