Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Entrevista

Encarni Corrales: "Aprovechemos la mascarilla para mirarnos más a los ojos"

Es sevillana (1982) y psicopedagoga además de actriz. En 2010 fundó la compañía Teatro Indigesto, donde practica lo que más le gusta: improvisar.

Encarni Corrales anima a practicar la ‘mirada universal’.
Encarni Corrales anima a practicar la ‘mirada universal’.
Oliver Duch

Acaba de terminar la sexta edición del taller de monólogos científicos de Unizar que dirige. ¿Cómo se ha adaptado a la actual situación?

Siendo improvisadora, no te diré que ha sido complicado. ¡Hay que adaptarse! Con mascarilla, menos contacto..., pero sin perder la magia de la puesta en escena ni el equilibrio entre lo cómico y el rigor científico y teatral. Dada la gran acogida que tiene entre la comunidad científica, hemos dividido a los inscritos en dos grupos para las sesiones presenciales en el Paraninfo y hasta hemos tenido a dos investigadoras conectándose a las clases desde Canfranc.

Muchos repetían. Se habrán doctorado en monologuismo ya.

Esta vez se dio prioridad en la inscripción a quienes tenían experiencia y eso acelera el proceso creativo, hace los talleres más productivos. Cuando no me conocen, hay que empezar por ganarse su confianza, se tienen que hacer a mi carácter extrovertido y dinámico, basado en el juego.

¿Y cómo se consigue sacar un monologuista de un científico?

El afán de divulgar les hace ser muy valientes; para ellos, acostumbrados al aula y a su campo de trabajo, es ampliar su zona de confort. Yo les doy las herramientas teatrales y de improvisación para que puedan llegar, a nivel usuario, a quienes no sabemos ciencia.

¿Es obligatorio ser graciosos?

Un monólogo puede ser divertido, pero también emocionante, hacer reflexionar, pero, sobre todo, lo obligatorio es sorprender.

¿Qué ingredientes incluye la receta del buen monólogo?

Un kilo de contenido, de rigor científico, 700 gramos de ganas de pasarlo bien y de hacer reír a la gente –más en los tiempos que corren, en que la risa es fundamental para curar el alma–, una pizca de... ¿cómo decís en Aragón?... ¡de rasmia!, y otro kilo de herramientas escénicas: estructura, creación de personajes, técnica vocal..., el cuerpo y la mirada también hablan.

¿Usted tenía otra imagen de ellos antes de convertirse en ‘encantadora’ de científicos?

La gente piensa que la comunidad científica es hermética, formada por personas muy técnicas, poco divertidas, pero no es así. Personalmente no tenía ese prejuicio porque, antes de venir a Zaragoza, investigué en psicología clínica. Pero es cierto que la gente piensa en ciencia como algo aburrido, tostón, ladrillo, y no lo es. Lo que sí me ha sorprendido es su amplitud a nivel interpretativo. Yo no creo actores ni actrices, pero era algo que estaba allí y que solo hacía falta que alguien lo despertara.

Incluso han formado un grupo de monologuistas, los Risarchers, que, cuando los virus dejan, hace bolos en teatros y todo.

Para la Noche Europea de los Investigadores, hasta en el Auditorio, un espacio que causa impresión, pero se comieron el escenario como cualquier profesional. Junto a Carmina Puyod, responsable de la Unidad de Cultura Científica de Unizar y alma de este grupo, les dirigimos para que el ‘show’ tuviera ritmo, pero ellos se olvidan del miedo escénico porque les pueden las ganas de divulgar.

Es difícil improvisar una solución a la situación actual del teatro.

Los improvisadores tenemos la capacidad de adaptarnos entrenada. Ante las dificultades, mi cabeza no piensa en no hacerlo, sino en qué necesito para poderlo hacer. Las artes escénicas son frágiles de por sí y el paso de la pandemia las ha dejado aún más vulnerables, pero somos supervivientes; no podemos parar de crear, hay que luchar y unirse.

¿Echa de menos las caras del público?

Mucho. Porque la risa y la carcajada, que tanto se contagia, está ahogada, tapada por una mascarilla. Pero algún día acabará esto.

¿Alguna de esas herramientas teatrales puede ayudarnos?

Una muy fácil, la mirada universal, que es algo que digo mucho en los talleres: esa mirada que no va al suelo ni al cielo, sino a la altura de los ojos. Aprovechemos que vamos con mascarilla para abrir la mirada y mirarnos más a los ojos.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión