CULTURA

¿Qué hacen Mortadelo y Filemón por las calles de Zaragoza?

Una de las sensaciones del último Día del Libro fueron las nuevas aventuras de los agentes de la TIA, en las que recorren media España persiguiendo a unos narcotraficantes. Francisco Ibáñez, que acaba de cumplir 85 años, retrata con acierto el Pilar, la Lonja, San Pablo, el Coso...

Una de las viñetas, cuya acción transcurre en Zaragoza
Una de las viñetas, cuya acción transcurre en Zaragoza
Ibáñez/Bruguera

Se visten de faralaes, corren los Sanfermines y viajan sobre una cabra con la basílica del Pilar de fondo. La nueva aventura de Mortadelo y Filemón se titula ‘Misión por España’ y su autor, Francisco Ibáñez (Barcelona, 1936), ha aprovechado para retratar algunos de los rincones más icónicos del país. 

Los divertidos agentes de la TIA tienen la misión de perseguir a unos narcotraficantes y, para ello, siguiendo -por supuesto- pistas falsas, recorren la piel de toro y protagonizan andanzas en la mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada, la muralla de Ávila y, también, el puente de Piedra de Zaragoza. La capital es su única parada en Aragón, pero le sacan provecho a través de tres páginas con dibujos en los que se aprecia la Lonja, la torre de San Pablo o lo que parece el Portillo con la estatua de Agustina de Aragón. Es cierto que la ciudad es un mero acompañante, tan sólo un decorado, pero Mortadelo llega a esconderse detrás del cartel de la calle del Coso.

Esta nueva publicación llegó a las librerías el pasado 8 de abril y ha sido uno de los cómics más demandados en el pasado día de San Jorge. Edita Bruguera, son 48 páginas a todo color y constituye el número 208 de la colección ‘Magos del humor’. La Cibeles, el Teide o la Giralda son otras de las localizaciones por las que pasarán los patosísimos agentes en su afán por desarticular la banda de narcotraficantes. Cuando llegan a Zaragoza tratan de “engrasar la epiglotis” visitando un bar y allí se topan con una paraja que -cómo no- les resulta sospechosa. 

Por las calles de la ciudad, repleta de oriundos con boina o cachirulo, parece que los agentes -aunque viajan en cabra- encuentran problemas de aparcamiento pues se quejan repetidas veces de la zona azul. Los viandantes (de escasos dientes, todo hay que decirlo) preguntan a Mortadelo si su vehículo es híbrido o lleva la etiqueta antipolución y este, ni corto ni perezoso, coloca un supositorio de guindilla a la pobre cabra que sale disparada. De fondo, enmarcando estas viñetas, algunos de los monumentos más destacados de la ciudad.

La Lonja aparece de fondo antes de una persecución.
La Lonja aparece de fondo antes de una persecución.
Ibáñez/Bruguera

La pareja de detectives recala en Zaragoza después de probar el chacolí donostiarra, de correr los Sanfermines en Pamplona y, por arte de birlibirloque, dejan la orilla del Ebro para aparecer inopinadamente en Madrid. Las pesquisas habían comenzado previamente en el puerto de Barcelona, donde los personajes sospechan que un barco trae un cargamento de hachís, y siguen por la costa hasta Valencia, donde se confunden con los ‘ninots’ de las Fallas. Ibáñez, que acaba de cumplir 85 años, tarda en acercar la aventura hasta Aragón, pero se recrea en algunos paisajes que conoce bien porque su vinculación con esta tierra es estrecha. Hace unos años el Centro de Historias acogió una exposición sobre sus creaciones más míticas (Pepe Gotera, el Botones Sacarino, Rompetechos y los habitantes de la 13 Rue del Percebe…) y el propio autor es un habitual del Salón del Cómic de Zaragoza. También estuvo en la capital aragonesa presentando algunos de sus títulos más recientes como ‘Mortadelo y Filemón Río 2016’ o ‘La litrona… ¡Vaya mona!’ y el Festival de Cine de Zaragoza preestrenó en su día la película de actores reales y 3D estereoscópico ‘Mortadelo y Filemón’, rodada por Javier Fesser con todos los parabienes de Ibáñez.

La torre de San Pablo, en otra de las viñetas.
La torre de San Pablo, en otra de las viñetas.
Ibáñez/Bruguera

La publicación de ‘Misión por España’ es un escaparate turístico para muchas ciudades, dado que la fama de los personajes de Ibáñez es internacional y se va a traducir al alemán, francés, griego, holandés… De hecho, estos embajadores culturales hasta la fecha habían recorrido otros países (hay un volumen exclusivo dedicado a Alemania a principios de los 80), pero nunca se habían detenido con tanto detalle su país de origen. A través de sus viñetas se ha llegado, incluso, a estudiar los cambios sociales de los últimos 50 años en España, pero faltaban que esas historietas recogieran con gracia y sorna algunos de los tópicos de las distintas regiones, en las que el propio Ibáñez ha enseñado a leer a varias generaciones desde su debut con ‘El sulfato atómico’.

Ibáñez, también creador de la familia Trapisonda, lleva más de 60 años sobre el tablero de dibujo, aunque él defiende que no es dibujante sino historietista. “Hay compañeros que dibujan tan bien que podrían colgar sus dibujos en El Prado. En cambio, yo no me considero buen dibujante, pero sí que trabajo mucho el guión, y así es como las historietas se tienen en pie", decía el autor en una entrevista con HERALDO hace más de diez años. En la misma también confesaba cuáles eran los dos secretos de su éxito: "Amar la profesión y trabajar mucho para que mis personajes estén al tanto de la actualidad, como una lechuguita recién recogida del huerto". Este “currante de la viñeta” acaba de ser propuesto por una treintena de miembros del Parlamento Europeo para ser galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2021 y asegura que le queda cuerda para rato: "Una cosa que me haría abandonar es que me quedara en blanco completamente, entonces llegaría la hora de jubilarme. Jamás me ha ocurrido hasta ahora, afortunadamente".

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