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Irene Vallejo: "La cultura clásica es esencial para que no nos manipulen"

La escritora aragonesa recibirá este viernes el Premio Aragón 2021.

Cultura
Irene Vallejo abre puertas y cerrojos con la literatura.
Oliver Duch

El Premio Aragón 2021 bucea hasta la cultura clásica, madre de Europa y de Occidente. Irene Vallejo, escritora de éxito con ‘El infinito en un junco’, recibirá hoy el galardón en Zaragoza, dos mil años atrás, Cesaraugusta...

¿Cuántas veces tengo que decirle felicidades desde la primera entrevista, hace diez años?

Ha sido una década intensa. En este momento de felicidad, después de ser distinguida como alumna predilecta de mi Facultad, o de ser la pregonera de Sant Jordi en Barcelona, o de recibir el Premio Aragón, recuerdo esos inicios, incluida la columna de HERALDO. Siempre estaré agradecida a Guillermo Fatás y a Encarna Samitier por confiar en mí.

También ha habido momentos duros en este itinerario.

Muy duros. Tuve que atender la hospitalización de mi hijo. Pensé que se acababa mi carrera literaria, que no podría seguir dedicándome a escribir. Estuve escribiendo durante tres años y puliendo con la editorial Siruela ‘El infinito en un junco’. Pensaba que podía ser el último libro.

¿En serio pensó que ese libro extraordinario podía ser también el de su adiós?

Claro. Y me decía que, si tiene que ser el de la despedida, tenía que ser dando las gracias y contando todo lo que significa para mí la literatura.

La historia y su reiteración cíclica. El regreso al futuro desde el mundo clásico.

Yo he tenido una relación especial con Marcial. Mi primer libro estuvo dedicado a él. Estudié su obra y se convirtió en mi maestro.

Incluso sus columnas se asemejaban a la estructura de los epigramas de Marcial.

Eso es, siempre concluyendo con una frase incisiva, inesperada, con un final afilado. Era casi conceptista. Gracián lo consideró su maestro. Con Marcial, que era de Calatayud, antigua Bílbilis, se reivindica incluso ese humor somarda aragonés.

Siente pasión por las palabras.

Desde niña. Tuve unos padres que estimularon mi creación.

Carmen Posadas dice que su literatura le debe más a sus defectos que a sus virtudes. ¿Y la suya?

Yo, de niña, sufrí acoso escolar. Curiosamente, aquella persecución me convirtió en escritora. Lo que pasaba en el recreo de los niños estaba resguardado por un humo de silencio. No podías comunicárselo a los mayores. Eso era ser un chivato, un quejica. Yo eso lo acepté durante demasiado tiempo. Pensaba que mantenía mi dignidad porque no me quejaba y no pedía ayuda. Después entendí que había que romper el muro del silencio como una forma de valentía. En cierto modo, la literatura te pide hablar de lo prohibido. Allí nació la escritora, de un trauma.

El Premio Aragón reivindica el valor de la cultura clásica.

Es una forma de reconocer el valor de la cultura en estos tiempos de angustia. Me gustaría que fuera también una forma de apoyar a los jóvenes que estudian carreras de Letras, a los que les dicen que así no se llega a ninguna parte...

Imposible entender el presente sin el pasado.

La cultura clásica es esencial para que no nos manipulen. Todo nació en el mundo clásico: la democracia, el teatro, muchos conceptos políticos que ahora seguimos manejando, incluidos los populismos. Hasta la especulación inmobiliaria ya fue denunciada por Marcial.

¿Y las pandemias?

Ya nos habla Tucídides de una epidemia en Atenas. Acabó con la vida de Pericles. Grecia ya no volvería a ser como antes. Analiza el miedo, las ganas de colaborar. Una historia absolutamente vigente.

¿Qué bárbaro volverá a conquistar Roma?

No estamos en un momento de derrumbe. Tenemos que reconstruir el futuro tras el vendaval.

¿Construir con las palabras?

La ciencia y la innovación son necesarias; también las palabras y todo lo que hemos aprendido del pasado. Nuestras aspiraciones, nuestras utopías nos esperan en los libros. Ahora necesitamos más que nunca las voces de las páginas.

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