ancianos que viven solos

Pilar Andia: "La covid me ha hecho vencer uno de mis mayores miedos, la soledad"

Esta mujer, viuda y de 76 años, decidió en el confinamiento no salir de casa, donde se encuentra "muy a gusto" y arropada por sus amigos vía teléfono. "Este año lo he vivido como crecimiento personal", afirma.

El teléfono de Pilar Andia no deja literalmente de 'piar'. "Yo lo llamo mi pollo", dice con simpatía esta mujer de 76 años, viuda, con dos hijas y que vive sola en su casa de Zaragoza. Se refiere a los continuos mensajes de Whatsapp que recibe a diario de familiares, amigos y conocidos, que le consultan posibles problemas y le cuentan sus alegrías o sus penas. Cuando se decretó el primer estado de alarma -en marzo de 2020- se planteó dar un giro a su vida: decidió no madrugar y estar en casa. "Me encuentro muy a gusto en ella. No salgo y son los amigos los que me vienen a visitar; siempre los mismos y cumpliendo todas las medidas de seguridad", cuenta.

La vivienda de Pilar parece un pequeño museo lleno de cuadros, fotografías, libros, esculturas... que dan fe de sus variadas aficiones. A lo largo de su vida ha pintado más de 50 cuadros (la mayoría los ha ido regalando), escribe, hace manualidades, cose ("este año he hecho mascarillas a destajo"), participa en un taller de lectura vía 'online' y también le encanta cocinar. "Nunca tengo tiempo para todo lo que quiero hacer. Me gustan los retos y las cosas difíciles. Antes de la pandemia he sido voluntaria para mayores durante 9 años. Y si alguien me necesita no tengo horas ni días ocupados para mí; todo es para ellos", señala. Además, cuenta con una amplia terraza en la que poder pasear, disfrutar para leer al sol o sentarse con una costura entre manos.

Solo pisa la calle (cada diez días) para ir a comprar al mismo supermercado del barrio (al mediodía para no encontrarse con gente) y a la peluquería (una vez a la semana) porque, confiesa, necesita sentirse bien consigo misma. Y lo primero que hizo tras el fin del confinamiento fue operarse de cataratas y ponerse la vacuna de neumonía antes de su 'encierro' voluntario. "Este año de coronavirus lo he vivido como crecimiento personal. Me ha hecho vencer uno de mis mayores miedos: la soledad. Siempre le he tenido pánico; las circunstancias han sido así y ahora me he reconciliado con ella. A pesar de que estoy sola en casa no lo estoy: hay muchas personas que me estiman y a las que yo estimo. Tengo más de 280 contactos", explica.

Durante este tiempo también ha sufrido la pérdida de algún amigo por el virus y varios tuvieron que ser hospitalizados. Ella acaba de recibir esta misma semana la primera dosis de la vacuna contra la covid e insta a toda la población a que hagan lo mismo. "Ha sido especialmente doloroso la muerte de mayores en las residencias. Lo que tenemos es algo terrible. Hay que aceptarlo, adaptarse y superarlo con la satisfacción de que estamos poniendo algo de nuestra parte", señala. 

Asimismo, Pilar lleva mal no poder abrazar y dar un beso de cariño a sus más allegados. "Echo de menos pasear con una amiga agarrada de su brazo y también ir a cantar jotas a casa de la profesora Angelines Hernández. Somos amigas e iba dos días entre semana. Ella está esperando a que bajen los contagios para acercarse a mi domicilio a merendar", cuenta mientras continúa 'piando' su móvil. En un poco rato ya tiene 20 mensajes pendientes de contestar.

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