confinamiento

Controles, anulaciones y reproches por el cierre de Cuarte de Huerva y Fraga

Los sentimientos de impotencia por el cierre perimetral se mezclan con la necesidad de cumplir las restricciones para reducir los contagios y la pérdida de los clientes.

Controles de la Guardia Civil a coches, motos y bicicletas en los accesos a Cuarte de Huerva por su confinamiento perimetral.
Controles de la Guardia Civil a coches, motos y bicicletas en los accesos a Cuarte de Huerva por su confinamiento perimetral.
Guillermo Mestre

Hay resignación, pero también frustración y rabia a la hora de digerir la primera jornada de cierre perimetral. El descontento es general entre comerciantes y hosteleros. Muchos no entienden un confinamiento cuando, como es el caso de Cuarte de Huerva y Fraga, se trata de municipios con constante flujo de personas que salen y entran a trabajar o estudiar.

Los datos son objetivos. La incidencia acumulada a catorce días fue de 449 casos por cada 100.000 habitantes en Fraga. Para la primera edil, Carmen Costa, aunque sin perder de vista las cifras, hay que atender a la lectura de los sanitarios, que hablan de "casos controlados dentro de núcleos familiares y lejos de la gravedad de épocas anteriores".

Por ello, y por las dificultades que considera que existen para hacer cumplir el confinamiento en una ciudad sometida a un constante flujo de personas, Costa puso en duda la efectividad de las medidas. 

"Fraga es un corredor económico, sanitario y educativo, con un ir y venir constante de personas entre Aragón y Cataluña, que se mantendrá al margen del cierre perimetral, es decir, los chavales seguirán yendo a estudiar y las personas a trabajar. Tiene poco sentido", señaló. También se mostró escéptica sobre la efectividad de la reducción de aforos en terrazas y el cierre de toda actividad no esencial a los 20.00. "La gente está mucho mejor en los establecimientos hosteleros, donde se cumplen las medidas, que en plazas, parques o huertas". A ellos, a la población, les pide "un último esfuerzo", aunque a renglón seguido considera que "ya les hemos pedido demasiado y que ya no es el momento de más prohibiciones y más restricciones; es el momento de pedir por favor a las instituciones competentes que aceleren las vacunas y que apliquen medidas preventivas".

Dentro de la ciudad, los más damnificados son hosteleros y comerciantes, conscientes de que van a perder "la mitad de la clientela", apuntó Raquel Viera, del comercio Carantoñas. Una parte importante de mis clientes son de Mequinenza, Ballobar, Velilla…, acabamos de salir de una obra importante, que ni siquiera van a poder ver y disfrutar», señaló.

Aunque optimista y con el ánimo de ver reconducida muy pronto la situación, también mostró su malestar Roser Cortí, de Zapatería Lázaro, donde, al igual que ocurre en el resto del sector, una parte importante de los clientes proceden de la comarca política y natural de Fraga. "Somos una ciudad de servicios, la capital del entorno, y ahora, a los clientes perdidos de las localidades catalanas, hay que sumar el resto", explicó. Los establecimientos hosteleros ya han empezado a notar un ligero descenso de clientes, con comedores a medio gas.

Una alta movilidad diaria entre Cuarte de Huerva y Zaragoza

La alta movilidad fue visible en los controles instalados por la Guardia Civil. A primera hora, varias patrullas se situaron en el acceso a la AP-2 y a media mañana, en la salida de la A-2, a la altura de A-242 (Fraga-Serós). En tan solo unos minutos ya habían parado a una veintena de vehículos para comprobar que se desplazaban por causas justificadas. La fotografía se repitió en los dispositivos que se montaron en Cuarte de Huerva.

Los cuartanos se despertaron con una incidencia acumulada a 14 días de 379 casos por cada 100.000 habitantes. Iniciaron así tres semanas de cierre sin el 40% de sus clientes habituales, los correspondientes a Cadrete, María de Huerva, Botorrita y Zaragoza.

"La gente protesta, y con razón, porque es un contrasentido que puedas moverte entre semana con papeles y el fin de semana te obliguen a quedarte en tu municipio", apuntó Alberto Jorcano, propietario del bar El Sombrero Loco después de bajar la persiana a las 20.00. En su caso esta hora de cierre es "la habitual", por lo que el negocio "tal como está enfocado no se va a resentir demasiado".

Todo lo contrario le ocurre a David San Román, dueño de La Destilería de Capone, un restaurante que los viernes y fines de semana recibe a un 80% de clientela de fuera del municipio. "Las anulaciones están lloviendo desde que se conoció la noticia. En abril del año pasado no pudimos celebrar el segundo aniversario del local y este lo tenemos todo en el aire. No es lógico este cierre cuando el 80% de los vecinos acuden cada día a Zaragoza a trabajar o estudiar", lamentó. No obstante, no pierde la ilusión y espera que la agenda se vaya recuperando. En la peluquería Enne’s también tuvieron que tachar citas. "Abrimos hace dos años y con la pandemia está siendo muy duro, porque apenas hemos podido despegar", apuntó Noemí Fraile.

Por otra parte, el confinamiento de la comarca de La Litera obligó a cerrar algunos servicios y a modificar de nuevo los horarios de otros, al menos hasta el 9 de mayo, fecha en que se prevé el levantamiento de las actuales medidas de contención de la propagación de la covid. En el caso de Binéfar, el Ayuntamiento informó del cierre de la ludoteca municipal hasta nuevo aviso, la suspensión de los actos de San Jorge en la plaza de España y el aplazamiento de la jornada de puertas abiertas de la escuela infantil municipal.

 

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